Crónica del show de Pappo en el Festival de Todos los Pueblos, en San Luis, ante 40.000 personas.
«¿Viste que viene Pappo? ¿A qué hora toca…? Hay que estar…»
Así, los puntanos de todas las generaciones comentaban una venida más del Carpo a la provincia, esta vez en el marco del Festival de Todos los Pueblos, y había que vestirse de gala para la ocasión. Preparar los trapos, ver dónde carajo quedó la remera de RIFF y disponerse a escuchar la mejor guitarra en manos del tipo que mejor la acaricia, Norberto Napolitano. Como detalle extra, cerraba la Bersuit. Pero nadie decía nada sobre la banda de Cordera.
Siempre metiendo la gamba estaban las personas del servicio metereológico, que decían que podía llover justo a esa hora. Y tenían algo de razón: el clima quería opacar con el viento y la tierra esos sonidos que emiten las violas cuando las toca el Carpo.
La gente ansiosa esperaba y esperaba, treinta minutos que fueron eternos. Pero había que poner en condiciones el sonido. Los espectadores, algo así como 40.000 personas, algo nunca visto en un recital de rock en la provincia.
Y de pronto la ovación que hizo estremecer a la provincia. Sí, ya estaba Pappo en el escenario, acompañado de su banda y de su inseparable amigo Kaptus, unos más de ese mundo que compartía con las Harley Davinson, los autos y, por supuesto, la guitarra.
Sonaron los temas de su último disco «Buscando un amor», y ahí los más pibes la tenían clara. Era más reciente y algunos no podían creer que de esas manos pudiera salir el mejor rock nacional, las banderas de San Luis capital, la banda de pibes que se traslado a la segunda ciudad de la provincia le puso el tinte bien roquero a la noche mercedita.
El momento más emotivo fue la reseña y homenaje a los pibes que murieron en Republica Cromagnon, en el recital de Callejeros. Llegó el momento después de los clásicos, por que según Pappo, él era un clásico y no una leyenda. Y llegaron los temas que hicieron caer un par de lagrimas a esos hombres ya grandes con remeras de Riff, y también a los seguidores de Pappo’s Blues, Desconfío, Ruta 66, Blues Local, Mi vieja, Sube a mi Voiture…
Fue una noche del mejor guitarrista argentino, de la leyenda, del tipo que disfrutaba de los asados, de las motos cuando estaba en San Luis. Del tipo que hablando con este cronista, cuando lo consultó qué sintió en Cosquín Rock este año cuando tocó con Charly y con otro monstruo como Botafogo, puso cara de malo y dijo que se trató de un sueño, que tocar en vivo era lo que le gustaba y que bien acompañado era mejor.
Cuarenta mil personas quedaron sonrientes esa noche. Habían visto a la leyenda una vez más. La fiesta continuó con la Bersuit y así vivieron los sanluiseños los últimos acordes del último blues.
