Cosa seria el día domingo. Cuando pasa el deporte en general, llámese automovilismo, fútbol, rugby o cualquier actividad que motive un poco, la jornada se achata hasta hacerse del grosor de una sábana que nos cobijará hasta que el maldito despertador nos indique que una nueva semana comienza, y con ella todas las obligaciones. Pero a veces y sólo en contadas ocasiones, ésto varía y se transforma en una interesante propuesta nocturna de la mano de la música.
Sin ningún interés de desperdiciar el lance nos unimos a la multitud y movimos hacia la Institución Armenia, donde Nonpalidece, banda del norte del Gran Buenos Aires, mostraría su reggae. Lógicamente una pequeña reprimenda interna nos hacía preguntar «qué hacemos acá esta noche con el frío que hace», pero la banda se encargaría de sacarnos dudas y calentarnos el alma.
Así fue que la noche comenzó con la banda invitada, Troimaclur: mucho funk, soul y máquina moverían el ambiente que se refugiaba en el interior y se hacía un espacio para saborear algún que otro chori calentito que llamaba desde la improvisada cantina. Los encargados de abrir la noche suenan muy bien y se diferencian bastante de la movida del género. Para destacar el sonido logrado y un par de temas que se las traen: «Sexy Carupa» y «Sudacafanc».
Luego del break para rearmar el escenario y aprovechar para mojar las gargantas, Nonpalidece se hace presente ante la mirada atenta de un auditorio colmado. Para el comienzo eligen un potpurrí instrumental con breves pero muy claros acordes de temas que están en el subconsciente de cada uno de los presentes, hasta que Néstor se presenta para completar la agrupación y ponerle voz a los dos primeros temas, «Dread al control» en total oscuridad y «Cierran», ambos del primer disco del grupo.
«Nuestras ideas» fue el tercero y primero de «Nuevo Día», al que se pegaron «Dame luz» y «Tu sueño», también de su último trabajo. Sería tedioso mencionar tema por tema las dos horas de show, pero sí destacar algunos puntos que sobresalieron por encima de una muy buena actuación en general. Sin lugar a dudas una marca registrada de la banda son los caños que brillan y realzan cualquier interpretación al igual que la percusión a cargo de Ariel Sciacaluga, que sin necesidad de exaltar su figura aporta climas y refinados arreglos.
Obviamente no dejaremos de ver la prolijidad de sonido y profesionalismo de la banda a la hora de hacer reggae, respetando la raíz y la esencia del estilo por excelencia de Jamaica. El final se aproxima de la mano de «La Flor», «Estén fuertes» y «Revolución», canción que muestra el sentimiento de Nonpalidece, aunque quedaría tiempo para una par de bises que oficiarían de frutilla de la torta.
Si a ésto algo le faltaba era la complicidad de la gente que no paró de bailotear y cantar cada track, contribuyendo al espectáculo visual que armonizaba con un lindísimo teatro de muy buena acústica que se rescata para las huestes del rock.
Emprender la retirada conllevaba afrontar nuevamente la gélida noche y darnos cuenta que un nuevo día había comenzado al ritmo de Nonpa.