Desde Woodstock hasta la reclusión, este documental de Disney+ indaga en la genialidad y los demonios de Sly Stone, un artista que cambió la historia del funk.
En coincidencia con su cumpleaños 82, Sly Stone vuelve a ser protagonista, esta vez en la pantalla. «Sly Lives!» (también titulado The Burden of Black Genius) es el documental que se estrena en Disney+ y que repasa la vida de Sylvester Stewart, el hombre que revolucionó la música negra con su banda Sly & The Family Stone y que luego cayó en un largo espiral de excesos y aislamiento.
La revolución musical de Sly & The Family Stone
A finales de los años 60 y principios de los 70, Sly Stone rompió todos los moldes de la música afroamericana. Cantante, tecladista, compositor y productor, creó junto a su banda un sonido que fusionaba soul, funk, rock y psicodelia, con armonías vocales potentes y un groove inconfundible. Con un grupo mixto en género y raza, The Family Stone simbolizó la diversidad en tiempos de tensiones raciales en Estados Unidos.
Canciones como «Everyday People», «Dance to the Music» y «I Want to Take You Higher» capturaron el espíritu de una época de cambio y fueron himnos de la contracultura. Sin embargo, mientras la escena se politizaba, su música también mutó. En 1971, Marvin Gaye se preguntaba «What’s Going On?» y Sly respondió con «There’s a Riot Goin’ On», un disco marcado por la paranoia y la desesperanza.
Del éxito al abismo
Nacido en Texas en 1943 y criado en California, Sly comenzó su camino musical desde la infancia, grabando gospel a los 13 años. Más tarde, se convirtió en un popular DJ y productor en San Francisco, antes de formar The Family Stone en 1966. Su impacto en la música fue inmenso: sin él, difícilmente podrían haber existido artistas como Miles Davis en su etapa eléctrica, Prince con The Revolution o el hip-hop tal como lo conocemos.
Pero, como tantas veces en la historia del rock, la genialidad vino acompañada de excesos. Los shows de Sly se hicieron erráticos, las demoras eran habituales y las cancelaciones frecuentes. En 1974, se casó en el escenario del Madison Square Garden, pero para entonces su carrera ya estaba en caída libre. Un año después, la formación original de The Family Stone se disolvió tras una serie de conciertos fallidos.
Su declive estuvo marcado por el abuso de drogas. La cocaína y la mezcalina que lo impulsaban en Woodstock en 1969 pronto se convirtieron en una prisión, y con los años sumó adicciones más destructivas como PCP, pasta base y crack. Su talento seguía intacto, pero los discos y conciertos fueron quedando en el pasado, reemplazados por arrestos, desapariciones y breves intentos de regreso.
Un mito que resiste al olvido
A diferencia de otros artistas que lograron encontrar un renacer, la figura de Sly Stone se desdibujó con el tiempo, mientras que su música influenció a nuevas generaciones sin que su nombre estuviera en primer plano. En el documental, figuras como Nile Rodgers (Chic), Jimmy Jam y Terry Lewis (productores de Janet Jackson) destacan la genialidad de su trabajo en estudio.
Ahmir “Questlove” Thompson, director del filme y baterista de The Roots, le da al documental el peso musical que Sly merece. En su relato, deja claro cómo su legado sigue vivo en el funk, el soul y el hip-hop, recordando innovaciones como «Family Affair» (1971), el primer número uno en los rankings con una batería electrónica.
Sin embargo, Sly no fue entrevistado para la película. Su historia reciente ha sido de reclusión, con apariciones esporádicas y un estado de salud delicado debido a EPOC y otras complicaciones. En su autobiografía publicada en 2023, asegura que lleva cinco años limpio y que no se arrepiente de su vida.
El documental de Questlove no intenta construir una moraleja sobre el éxito y el fracaso. Sly Stone no encaja en ese molde. Su historia está hecha de cimas y caídas, de revolución y descontrol, de genialidad y desaparición. Como bien resume el guitarrista Vernon Reid (Living Colour) en la última frase del filme: «Sly vive».