Yo maté al lobo,
no porque quisiera.
yo maté al lobo,
porque era mi deber
Yo maté al lobo,
él vino ante mí.
se plantó raudo,
aunque sereno
De cerca se apreciaban
su mirada de nobleza
y el peso de su cuerpo
de cerca se notaba
De cerca se apreciaban
la espesura de su pelo
y el calor de su aliento
de cerca se notaba
Nos miramos,
nos medimos,
nos amamos
Cual danza ancestral
ambos dos sabíamos que
en él estaba dar
el primer de los pasos
Y así fue cómo
se avalanzó sobre mí
y pude constatar con todos mis sentidos
La espesura, el peso, el calor
y la hermosura de su cuerpo
Que sumía
que aplastaba
que dominaba
No supe de miedo
no sentí espanto
porque en mí estaba
adorarlo y acabarlo
Enredé mis piernas
entorno a sus costillas
y ahogué su cuello
con el abrazo más sincero
De su hocico brotó
un aullido
y sangre densa y dulce
como la miel
Me aferré a
su último suspiro
y besé
sus ojos de rey