Dígame Juez que es lo que debo pagar,
solo venía manejando ciego!
Me aseguré, Juez, que vivan las tres
tengo sus armas en mi bolso negro
Dígame usted porque me debo bajar,
yo quiero caminar al punto ciego.
Eran las 3:10, la vista bajé,
y comencé con el viaje al desierto.
Señor Juez…
Bailan doncellas mágicas…
veo sus cabellos de fuego!
Dígame Juez como llegué a este lugar
donde mis manos son de oro negro.
Al marcapiel, fiel, atado a este riel
donde los trenes pasan como el viento.
Quiero saber que piensa hacer esta vez:
si me libera o me condena el tiempo.
Cuando escapé, Juez, la arena limpié…
toda la historia quedó en el desierto.
Señor Juez…
Bailan doncellas mágicas.
Ecos del trueno en el silencio oirán.
Atado a sus cabellos bailará
la marioneta perfecta.