Y te hablarán de mí los cuerpos a la madrugada, pero yo no estaré,
-mirá qué vacía la cama- . Me iré en el surco del camino de los peregrinos, ágil como un alma errante; será la música mi traje para aquel banquete donde duermen los fantasmas. Y cuando ya no esté, seguro seguirás preciosa como cuando te vi, celeste pero temerosa; recordarás el perfume de las mañanas frías, antes de empezar la farsa. y cuando estés pensando en eso, yo, que estaré lejos,
pensaré que todo pasa. Como el beso y el faquir, el amor te gusta y duele.
Hemos venido a morir, ¿no te diste cuenta? En la rima volveré,
con la rima del hombre. En la melaza duerme la rima
de la palabra que nadie oyó; junto a tu nombre -como una espina,
clavó la boca que lo tocó-. Y en el invierno cuando me quieras
de nuevo echado junto al fuego, mordé mi lengua como recuerdo,
que yo te beso para eso… Ah, la rima que pasa, te besa y te abraza,
la rima nueva.