Un pequeño pasajero
se sube al tren
vendedor de caramelos
a dos por cien.
Va olvidando poco a poco
en el anden
su niñez
y su razón de ser.
Va dejando en cada asiento
su soledad
caramelos en paquetes
que piden pan.
Cada venta es un reproche
que viene y va
si cesar
hacia la humanidad.
El se siente capaz
de fumar o robar
no le asombra el dolor
no conoce el amor.
Muchos niños tienen
un tren para jugar
pero hay otro niño
con un tren de verdad
El no juega, sufre
la indiferencia y el mal
esta solo
con un tren de verdad.