Paso la mitad de mis días entre algodones, todas las vacaciones me enfermo.
Arriesgo de ser un joven viejo que extraña el otoño, que te extraña.
Ya no nos vemos, me dedico al sueño y a meterme los medicamentos
que toman los héroes de las novelas que leo. Es el precio que pago por haber robado el fuego.
Me encadenaré como el Titán a la roca para practicar la más gloriosa huída.
Cuando estemos listos diremos «hasta luego» y en la mitad de camino, cuando nos duelan los huesos, hablaremos. Aunque soy un montón de basura
podría servirte de algo. Mientras las ramas fisuran el techo de mi motorhome,
mientras se atrasa con el viento, miro atrás por el espejo retrovisor.