Las almas buenas ríen
la tarde se despide
y el arrabal empieza a oscurecer
los grillos cantan algo
con el sabor amargo
que tiene la saliva de un tal lucifer.
Todos los días treinta
las hadas merodean
por la vereda en que ella se fue
todas las madrugadas siento sus carcajadas
que me aturden sin dejan vivir
Llegar… hasta donde
si el mal… no se esconde
dejar que los años se apiaden de mi
Estar… esperando
andar… siempre escapando
dejar que esta vida me deje partir
La cara del suburbio
tiene los ojos turbios
y un perfume que le sienta mal
los duendes de me infancia
miran con arrogancia
y me lastiman para ver quien se ríe más.
Los títeres tirados
juguetes olvidados
muñecas que ya no quieren jugar
viven en mi locura
que ya no tiene cura
pero que me hace tan feliz…
Llegar… hasta donde
si el mal… no se esconde
dejar que los años se apiaden de mi
Estar… esperando
andar… siempre escapando
dejar que esta vida me deje partir