Nadie dijo que lo nuestro era solamente el tango.
La alegría vivió siempre en manos del Carnaval.
En Rosario, en Bs. As. , en Morón, Montevideo.
La voz clarita del barrio otra vez nos va a cantar.
El agüita de las bombitas lavará toas las heridas,
El reino mágico de Momo a nuestro pueblo a gobernar,
Y en la carita de los pibes y las bombitas de colores.
El corazón del argentino encontrará allí la verdad.
Hay que volver a los tambores.
Hay que volver al Carnaval.
Tomar las riendas de la suerte,
jugarse hasta la muerte
Y salir todo’ a bailar.