La vi contando figuritas
entre un taxi y un bar;
parada fuera de todo,
bien adentro en la ciudad.
Dijo el reflejo de los males
y el sabor de la intuición;
los dijo tan pero tan claros
que me encantó el corazón.
Me habló de un Dios entre escombros,
que vive en una estación,
que recibe al que deambula,
que no entiende explicación.
Habló de noches intensas
de las calles sin ciudad;
de la lluvia dentro de ella
de mojarse de verdad.
Y cambiamos los papeles
y no supe ni jugar,
y ella dijo que entendía,
y que no esperaba más.
Me habló de un Dios entre escombros,
que vive en una estación,
que recibe al que deambula,
que no entiende explicación.
Dijo que todo los lujos
que creemos bendición;
eran templos temerarios
que pervierten el amor.
Y se perdió entre susurros
así desapareció;
o desapareció todo,
o desaparecí yo.