La gira de Nito Mestre y los Desconocidos de Siempre, León Gieco, Crucis y La Máquina de Hacer Pájaros seguida paso a paso por Mordisco, narrada en un aluvión de imágenes que, encadenadas, van descubriendo la música y las personálidades de algunos de los más populares músicos del rock argentino.
“Nunca me creo en la cima o en la gloria eso es un gran fantasma”.
Alredédor del pasacassette, con las orejas lo más pegado posible al parlante, escuchando el lp de PorSuiGieco, También los temas que la suspicacia de la grabadora consideró no-potables: “El Fantasma de Canterville” y “Fabricante de Mentiras”. Pini puntea en el aire, jaqueado por el Vaivén del bus y Charlie marca los cortes con un gesto.
Pasa un largo rato, mucho más de media hora, y todos seguimos inmóviles y silenciosos junto al grabador, Es un buen comienzo para la gira. PorSuiGieco es un poco el símbolo de la unión que hay entre ésta gente, ese respeto mutuo sin envidia que les permite estar libres aunque sean: “más populares que Gardel”.
CORDOBA
Llegamos a Córdoba después de viajar toda la noche y nos zambullimos en las camas del hotel. Todos, menos los plomos, los iluminadores y los productores que tuvieron que ir a preparar el Club Juniors para la actuación de la noche. Los primeros en ira ensayar serían Los Desconocidos qué durmieron apurados hasta el mediodía. El hotel tiene un gran patio central con un absurdo jardín artificial al que dan los balcones interiores de los 3 pisos. Por los pasillos hay un ir y venir de músicos con Caras cansadas que a pesar de todo sonríen..
El Club General Paz Juniors tiene un estadio techado que parece un gigantesco galpón desnudo donde van agolpando las sillas, El aire caliente de Córdoba y los racimos de público lo rodean, Adentro anda Mario Luna, el activo locutor-organizador cordobés, a .quien todo el mundo trata con afecto, Está entusiasmado pero inquieto. Quiere ver todo y asegurarse de que todo marcha bien; pero parece que le falta experiencia en el asunto de mover tanta gente. En Córdoba, alrededor de Mario y algunos músicos se ha ido formando un movimiento rockero fuerte, que preparó hace unos meses su propio Cosquín del rock y que atrae permanentemente a los grupos más grandes de Buenos Aires. Es por eso que esta gira reunió a casi 8.000 personas en éste gigantesco Club Juniors. Y fue la gente la que salvó el sonido y confirtió el recital es un acontecimiento. Conejo (Milrud) y los músicos, estaban asustados por el rebote que producía todo ese gran local de metal, vidrio y cemento, largo y alto, donde cada nota se mezclaba en el aire con la anterior hasta formar una masa informe de sonido, Pero una vez que el estadio estuvo lleno —habría que decir rebalsado— de gente, Conejo recuperó su confianza. Con su habilidad habitual fue regulando todo hasta conseguir una claridad que momentos antes parecía imposible.
Cuando el público terminó de entrar, a oscuras, el lugar parecía más cálido y acogedor. Las tribunas coreaban el cántico de Woodstock y tas luces de Los Jaivas centraban la atención de todos sobre el escenario.
Los dos ex Sui-Generis son los líderes indiscutidos de sus respectivos grupos. Pero donde Charlie pone gestos, muecas y extrañas cabriolas, su antiguo compañero y permanente amigo apenas necesita hablar para que los músicos lo entiendan. Rodeado de tipos tranquilos, callados e increíblemente tiernos, Nito lleva los ensayos y las actuaciones con una naturalidad cotidiana, Gorosito y Caló saben donde entrar, y cuando lo hacen es con una delicadeza y vitalidad extraordinarias.
Mientras el grupo se hamaca María Rosa se mentiene atrás, moviéndose y sonriendo siempre, hasta que le toca cantar. Y Alfredo, de quién uno se acuerda como de “el lindo de Los Gatos” (hace casi 10 años de eso, por supuesto), amigo de todos, relajado, experto con las voces y el bajo. Uno está tentado de pensar que ésta es una bandita que se puede tomar a la ligera (incluyendo a Paco, que casi no se nota detrás de la batería y los anteojos). Pero no es así: cuando la música empieza a subir, la intensidad y dulzura de los arreglos van mucho más hondo de lo que aparentan.
“Fabricante de mentiras” hace estremecer y llorar al público cordobés. Hay una intensa emoción flotando, a pesar de los nervios iniciales, y las voces de Nito, María Rosa y Alfredo sostienen el aire amorosamente, María Rosa baila —arrastrada por el potente riff de viola con wah-wah- el “Tema de Goro”:
El Fender Rhodes de Caló se va en una larga improvisación que sale del riff (ahora llevado por Nito en la flauta) y vuelve a él.
León fue recibido por una ovación cerrada. Le habla a la gente derecho a los ojos. Hay un respeto mutuo increíble,
“Déjate atravesar por la realidad y que se agite en tu cabeza”
Conejo ha hecho maravillas con el sonido y miles de ojos abiertos se. tragan cada gesto de León. Ataca con “Cuando me muera Quiero” y ense- guida empieza a saltar en el escenario.
El tema termina con León golpeando el ritmo en la caja de la guiterra y haciendo aullar en la armónica.
El poderoso, emotivo “Fantasma de Canterville” dicho por Gieco con un sentimiento y una claridad sobrecogedora al ritmo de las palmas de 8.000: cordobeses hace vibrar el aire del estadio.
“Ahora que puedo amarte yo voy a amarte de verdad mientras que quede aire calor nunca te va a faltar Jamás volveré a fijarme en la cara de los demás esa careta idiota que tira y tira para atrás”
León es conocido y fuerte en el interior. Hay una anécdota que lo ilustra: en una parada camino a Córdoba un grupo. de jóvenes se acerca a la mesa y pregunta hacia dónde ya tanta gente. Se les explica que son músicos en gira, y cuando se enteran que entre ellos está León Gieco —que se quedó durmiendo en el ómnibus— preguntan qué hay que hacer para contratarlo “te damos $ millones por León”, le dicen a López, “Queremos que actúe aquí en nuestro club”. Lo que sorprende a todos es que tienen a Nito y a Crucis delante de los ojos y ‘no los reconocen. Sólo quieren a León.. Después de un rato a ambiente se pone pesado, hay muchas cargadas por los pelos largos y los tipos están un poco borrachos, Es hora de irse.
EL ORDEN DE LOS FACTORES
Oscar López sólo habla de La Máquina de Hacer Pájaros. Esa es su obsesión en este momento, Quiere lanzarla al estrellato mundial instantáneo, Y ha Programado todo para que así sea. La Máquina es el último grupo en actuar. Primero Nito y los Desconocidos crean el clima de calidez necesa»rio con sus temas campestres, delicados y directos, después León integra al público y el escenario, y por fin Crucis exita los ánimos hasta el borde de la fiesta. En realidad, con los primeros: compases Crucis ya tiene al público consigo, porque la energía de sus arreelos prende instantáneamente en los músculos de la gente, predispuesta al movimiento, después del profundo masaje afectivo de Nito y León. Y esa usina tremenda cuyo nervio central es Gonzalo Farrugia, desata un entusiasmo delirante en el estadio, 2 lo largo de su media hora de.actuación, con los punteos de Pino entreverándose ton los constantes movimientos de Gustavo y la suavidad de Aníbal en los teclados. Gonzalo remata la jornada con un sólo sin respiros, contrapunteando los golpes de los parches con alaridos salvajes en el micrófono. Este grupo, de claro estilo europeo (hay pasajes que se parecen demasiado a Yes o Focus) tiene una precisión sorprendente para tocar y no pierde ni un sólo segundo en escena. Sus composiciones no tienen fisuras, y aunque no se entienden las letras, eso no tiene importancia, porque lo que cuenta en este caso es la polenta. Hay rumores de que los mismos músicos piden a los sonidistas que tapen las palabras de los temas con el volúmen de los instrumentos. Podría achacárseles que la fuerza sola no es suficiente para un grupo, pero hasta los más escépticos terminan sacudiéndose con el huracán sonoro. En esta gira Crucis estrenó un tema de su segundo lp: “Los Delirios del Mariscal” de una gran riqueza, mucho más sutil y matizado que el resto de su producción, En fin, es un grupo joven que empezó con el apoyo del más grande aparato de difusión que hay en el rock argentino, pero que con el tiempo fue demostrando su valor por sí mismo, más allá de la manija publicitaria y la imagen un poco estereotipada que se les fabricó en sus comienzos,
Cuando los Pájaros entran en escena el estadio se agranda para recibirlos, ampliamente preparado por dos horas de música sin altibajos. Pero La Máquina da mucho más de lo que el público espera. Una música que se envuelve en sí misma hasta el infinito,” con la segura base rítmica de José Luis y Moro, el dúctil trabajo de Cutaia en: los teclados, la sorprendente solvencia de Bazterrica, y la personalidad y las composiciones de Charly unificando todo, resolviendo los paisajes musicales” como cuadros espaciales en la imaginación.
Un tema que empieza lento , toma velocidad en h clara marcdsión de Moro y cuando suena toda la banda la polenta es arrolladora, El grupo cambia a un tiempo más jazzeado y José Luis apoya los cambios y hace contratiempos mientras el Hammond teje melodías dulces y es ahí que sale el Moog de Charly, copa todo y arrastra al tema hacia su final.
Después de “Cómo mata el Viento Norte” coreado por todo el público cordobés, el grupo útaca Bubulina, A partir de la suave entrada el arranque del grupo es impresionante.
“Cuatro notas separadas y la oscuridad total. Ya no queda tiempo de mirar atrás. Pero miro el horizonte esta mañana”.
Charly pasa al bajo, Cutaía a los reclados super-electrónicos y nos vamos para el trópico con un tema sabrosón, con Charly pegándole fuerte al Jazz Bass cuando no canta y un hermoso fondo de guitarras entrelazándose. Más tarde “Sshh» permite solos a Bazterrica, José Luis, el Moog y otro leve fondo tropical sirve a Moro para lucirse, Charly ya tiene el control sobre su Moog y Cutaia ha lanzado el Hammond al frente con increíble agilidad, Bazterrica sale como un aluvión de. notas compactas, mil ritmos se entrecruzan y el grupo gana polenta y sube y el tema se hace cósmico deteniendo su vuelo loco en el tintineo espacial de los platillos y el bajo seco y agudo para salir de nuevo a toda orquesta en una trepada total, Un ritmo pesado, denso, con Bazterrica al frente, algo parecido a un blues,
Orquestación suntuosa y voladora, una música que va y vuelve de la calle a las estrellas, ritmos que se combinan, se bifurcan y crecen.
Los Pájaros han volado.
El público se pone de pie y el recital termina con una ovación ensordecedora.
ROSARIO
Ciegos de sueño llegamos a Rosario después de un viaje sín pausa, en el que el calor no nos dejó dormir. El hotel es mucho más pequeño y casi ni lo vemos en nuestro apuro por tomar un descanso.
A la mañana siguiente los músicos ya han salido para el ensayo y los periodistas parten apurados en busca de rollos fotográficos, Cuarido llegamos al Club Sportivo Américas, las puertas estaban tapadas por una larga cola de público que esperaba desde el mediodía. La sala era más chica y más cuadrada que la de Córdoba y Conejo y los músicos eran optimistas por el sonido.
Ante un público respetuoso y atento (casi. 3.000 personas), los músicos crearon esa noche un clima de fiesta inolvidable, Ayudados por un sonido correctísimo Nito y Los Desconocidos repitieron el repertorio de la noche anterior creando un clima de relax y alegría.
Fue entonces que León mostró su gigantesco charango, con el que, acompañado por una armónica interpretó un’ tema con aires folklóricos, Después del “Fantasma de’ Canterville” subió Nito: para acompañarlo en “La Colina de la’ Vida”.
Pero —probablemente por las bondades del sonido– esa fue una noche excepcional para los grupos electrónicos. Crucis rindió una performance arrolladora, con Gustavo saltando en el escenario mientras su bajo trazaba violentos reefs, Pino con su habitual energía sacaba los solos vibrantes del centro de esa locomotora que es Gonzalo, el baterista más sorprendente del rock naclonal, Y Kerpel, inspirado, lanzaba desde sus teclados olas de notas densas, especialmente en “Los delirios del Mariscal”. El público había ido levantamdo presión hasta que el estadio entero fuera una sola voz, un sólo aplauso.
Cuando sale la Máquina de hacer Pájaros, yo ando perdido entre el cablerío del escenario, mirando cada gesto de los músicos a través del teleobjetivo de la cámara.
Y uno se mete mucho en la música viviéndola tan de cerca. Hay momentos en que me olvido totalmente de dónde estoy, arrastrado por la marejada musical,
EL REGRESO
“Hablamos un rato del río, de los campos de Santa Fe y riendo nuestro frío se fue oímos un par de nuestros discos, vimos un poco de tevé, Y alguien de afuera nos llamó después: despiértense, despiértense! Ya es hora de irnos”.
Repantigado en su asiento al fondo del pasillo, León mira pasar el paisaje de Santa Fe y bromea con Gonzalo y Nito. En la parte de atrás del bus viajan los calmos. Apenas unas charlas y a dormir. Los del medio, en cambio, son un volcan en actividad, Ponen casettes, comentan a los gritos las bondades de los Allman Brothers o se reúnen, exitados, a escuchar Gentle Giant hacer sus malabarismos sonoros desde el grabador. Son José Luis, Bazterrica, Pino, Charly, y Gorosito. Adelante viaja la producción; López, Melgero. Santiago, Están en otro mundo. lvo López, que saltimbanquea de una punta a la otra del pasillo hablando hasta por los codos. Pero la producción no está para escuchar música, está para. pensar cien mil veces en todo, tratar de ordenar el crecimiento natural del día llegar al hotel, comer de aquí para allá en el mambo ejecutivo, Y lo hacen bien, El prolijo mecanismo de la gira está bien aceitado y los productores podrán estar contentos con el resultado económico y publicitario del viaje. _León, despreocupado, se ha dormido con una sonrisa.
MUCHOS KILOMETROS DESPUES
Una tremenda humareda sale de la parrilla del omnibus y el chofer para. Algo le pasó a la refrigeración del motor. Nadie sabe bien que sucede pero no importa: hay pasto al costado de la ruta y es cuestión de estirar las piernas, echarse bajo un árbol a mirar el baile de la luz en las hojas, jugar a las flechitas con esas plantas que se pegan a la ropa. Y después surge una idea: conectar la Gibson a un casetero para amplificarla y acompañar a una acústica.
Goro dibuja sus largas frases con una limpieza insólita. No hay nada en Él de apuro ni de esfuerzo. La Gibson y el pasto encuentran su código exacto bajo la claridad de la tarde. Después se copa Pino, zambulléndose en un solo infinito, un solo que se estira —sin repetirse y a toda velocidad— durante veinte minutos y que sigue cuando ya estamos en marcha de nuevo, viajando ruta adentro. A Pino-se le pegan los dedos veloces de la viola, y no la larga así sean blues, rock o country lo que suena, Y no nos aburre.
Con el asunto de la rotura de la refrigeración, nos atrasamos muchas horas, y cuando nos acercamos a Buenos Aires empieza a caer la tarde. La modorra y el cansancio ganan la partida. En silencio, el omnibus atraviesa las primeras luces de la Capital, “Invitame a ver tu historia nunca diré que ya la sé.
Escondeme en tu memoria quiero vivir, quiero vivir y describime los lugares donde has ido, quiero viajar, quiero seguir y explicame hasta dónde has llegado, quiero saber dónde morir”.
Pipo Lernoud