El cantante y compositor presenta su sexta placa discográfica, «Fraude», en la que asume una sonoridad más eléctrica y que fue grabada con tomas en vivo a fines de 2012.
Junto a su banda El Puchero Misterioso, Lebrero, que es guitarrista y bandoneonista, se presenta desde las 21.30 en la sala musical de Sánchez de Bustamente 764.
Sobre la sonoridad del disco, que se aparta de zonas más acústicas y criollas trabajadas por Lebrero, el músico dice que «no fue algo planeado sino que se dio naturalmente».
«Yo crecí escuchando rock nacional y volver a una sonoridad más cercana con esto tiene que ver también con ganas de cambiar porque a lo largo de la carrera uno va pasando por distintos formatos», señala el músico que fue bandoneonista de la Fernández Fierro y que debutó discográficamente su carrera solista en 2005 con el disco «Tomi Lebrero y su Puchero Misterioso».
«Quizás -agrega- todavía me banco la electricidad y el volumen, y quizás en un tiempo me canse, pero de hecho sí hay un cambio, que para mí es natural y casi imperceptible, no fue deliberado y se relacionó también con que uno intenta experimentar cosas nuevas todo el tiempo».
«Lo que sí es una diferencia de este disco en relación con el anterior («Me arrepiento de todo», producido por Lisandro Aristimuño) -dice- es que el otro está lleno de invitados mientras que este es un disco bien de banda que grabamos en tomas prácticamente en vivo».
Con cierto desarrollo en Japón, donde editó un disco propio que reúne canciones de sus dos primeros trabajos y adonde es invitado con regularidad, Lebrero dice que «grabar de este modo fue mucho más natural y mucho más divertido y también me fui dando cuenta de que la prolijidad en una obra artistísca es un valor que cada vez me importa menos y, en cambio, rescato más la verdad».
El músico dice que el título del nuevo álbum («Fraude») hace mención la experiencia de grabación y a cierta frase del guitarrista porque en el registro se filtraban cosas que no estaban tan prolijas, y aclara que el título «también me simpatizó porque tiene que ver con el momento de mi carrera».
«Hace 10 años vengo tocando y es gracioso ver las ilusiones que uno tenía al principio y ver un poco lo que es la carrera ahora; en realidad uno sigue lidiando con un montón de obstáculos, sigue sobreviviendo, cuando uno empezó pensaba que se iba a comer la cancha y ahora uno va un poco más resignado y cagándose más de la risa de todo y, en ese sentido uno se identifica más con la palabra fraude que con la palabra éxito», cuenta.
Hablando de la escena de los cantautores, de la que formó parte en sus orígenes y se transformó en uno de sus referentes, Lebrero comenta que «no es que desapareció completamente pero se pluralizó, tomó otros rumbos y mucho de lo que nosotros proponíamos en ese momento como una novedad muchos pibes lo incorporan ahora naturalmente».
«Antes era un grupo más reducido y más nuevo que proponía una cierta novedad, mientras que hoy para todos es muy natural incluir géneros diversos, trabajar con el humor, letras novedosas, la actitud independiente», resume.
«Cuando aparecimos con Pablo Dacal, Alvy Singer, Pablo Grinjot, Gabo Ferro, Lisandro Aristimuño, fue como una pequeña explosión, por ahí se pensaba «esta gente de dónde salió», era efectivamente una escena nueva con rasgos propios y que venía de una historia donde todo era más rock o muerte», dice.
«Eso que venía de antes tenía que ver con los orígenes del rock argentino, esas generaciones enfrentándose con otra generación, pero nosotros recibimos la cosa de otra manera y los que son más chicos que nosotros también», resume.
Para el músico, que estos años editó «Upa» (2008), «Cosas de Tomi» (2009), «Toda la gente sola» (2010) y «Me arrepiento de todo» (2011), de hecho el de los cantautores «es un movimiento que pasó en todo el mundo y que se relaciona con una nueva forma de sentir la canción».
«Aparecieron diferentes formas de interpretar y reelaborar el rock que se nutrieron de otras música anteriores, eso fue un gesto novedoso que se dio en todos lados».