El cantante inglés habla de sus experiencias insólitas por ser parte de la banda: desde conexiones metafísicas hasta fans que se infiltraron en su habitación. También opina del conflicto de Gaza y de Roger Waters, antes de tocar el sábado en el Teatro ND.
“Una parte mía cree en los vínculos profundos, porque hay algo especial cuando se juntan la música y las letras. A veces llegan a los espíritus de los oyentes, y ellos sienten la convicción de que fueron escritas para sí mismos. Creo que ese es el signo de una buena canción: si mil personas piensan que fue compuesta en base a ellos, entonces armaste algo bueno -explica Steve Hogarth desde Inglaterra, con un tono pausado y altivo-. Por ende, siempre existe la posibilidad de que un tema conlleve una conexión metafísica”.
Ese vínculo le sucedió al vocalista de Marillion con más de un fan, y es casi esperable. Admitámoslo: al escribir letras que tocan la fibra humana y acompañarlas por la introspección del rock progresivo, es mucho más factible que alguien se sienta identificado que con una canción de glam metal sobre groupies (no se ofendan, fans de Mötley Crüe). Si a eso le sumamos sus más de quince millones de discos vendidos, los casi veinte álbumes de estudio y un ida y vuelta fluido con el público, es innegable que Marillion deja marcas fuertes en su audiencia.
El pináculo de esas conexiones se dio cuando, hace muchos años, una alemana le envió un fax a los mánagers del grupo. Decía que necesitaba hablar urgentemente con Steve Hogarth, porque estaba conectada con él de manera espiritual. “No la conocía, y luego le escribí la canción ‘Genie’, del disco ‘Marbles’ (2004). Lo más raro es que ella sabía cosas muy íntimas de mi vida, como un problema de respiración que tenía; o aspectos familiares. También siente dónde estoy cuando me muevo alrededor del mundo, porque puede percibir mi espíritu. ¡Es muy extremo!”.
Aunque con un poco de reticencia, Steve aceptó juntarse con la mujer en cuestión durante una de sus giras por Alemania. “Si fuera un tipo soltero y sin familia, quizás iría de nuevo a pasar más tiempo y tratar de entender el tema. Pero al ser una persona pública tenés que saber dividirte, y entender que aunque exponés una parte tuya a un montón de gente, debés guardar otra para tu familia. Sino te quedás sin un hogar al que acudir, y es un callejón sin salida”.
Sin embargo, lo que más sorprendió al británico fue que la “médium” no conocía a Marillion de antemano. “Fue así: el día después de que su abuela murió, ella vio que el espíritu se sentó a su lado, y se dio cuenta de que podía ver cosas más allá de la vida. Luego empezó a soñar con un hombre por años enteros, y un día abrió una revista y estaba ahí. ¡Era yo! Eso la afectó tan terriblemente que tuvo que ir al hospital, porque se enfermó muy feo. Son cosas muy extrañas e inusuales, y una parte de vos dice: ‘esta tipa está loca’, aunque por otro lado pensás: ‘no parece enferma’. Otro fragmento tuyo se pregunta qué va a opinar tu esposa cuando se lo cuentes” (risas).
-¿Y cuál fue la reacción de tu mujer?
-Creo que ni siquiera le dije. Decidí dejarlo atrás, y fin del asunto. Pero ahora tengo otra en España, que me manda mails todos los días, y son páginas y páginas larguísimas. Me parece que es lo único que hace, y le expliqué varias veces que tengo una vida, que soy casado y con hijos, y que no me interesa formar una relación con ella. Incluso le conté que iba a borrar los correos sin siquiera mirarlos, pero siguen llegándome desde hace muchos meses. Me tocó un trabajo muy peculiar (risas).
-No olvidemos lo que te sucedió en Canadá, cuando perdiste tus llaves sobre el escenario…
-Sí, unos tipos las agarraron y aparecieron a la noche en la punta de mi cama (carcajadas). Eso fue muy extraño y es absolutamente cierto. Me desperté a las tres de la mañana en el hotel, las luces estaban prendidas y siete personas me miraban mientras dormía. ¡Bastante espantoso!
-A esas historias las contaste en tus libros “Invisible Man I y II”. ¿Pensás escribir un tercero?
-Sí, seguramente. Estuve bastante perezoso, pero soy un tipo al que le pasan cosas curiosas, capaz por lo que hago para vivir. Soy muy afortunado por lo que pasé y por haber conocido a gente que ni hubiera soñado. Otro ejemplo fue el de ser responsable de que Donald Campbell saliera de un lago después de cuarenta años, y la reconstrucción de su Bluebird -se refiere a un piloto que se ahogó, y cuyo cuerpo fue rescatado a partir de un tema que escribió para Marillion-. También canté en su funeral. Cuando era chico solía mirarlo en la tele, y ahora es parte de mi vida. Por un lado es un privilegio, pero también es insólito.
EL EXTRAÑO MUNDO DE MARILLION
-Compusiste “Gaza”, de 2012, a partir del conflicto entre Israel y Palestina. ¿Qué opinás sobre Roger Waters, que piensa que los artistas no deben pisar Israel?
-Tengo amigos israelíes y también palestinos. Todos son personas geniales y hermosas, y es una lástima que el estado israelí adopte esas políticas. En Israel hay un apartheid, porque se trata a los palestinos como seres de segunda clase. Y me refiero al gobierno: están incumpliendo promesas que le hicieron a la comunidad internacional. En “Gaza” traté de expresar que los chicos que crecen ahí no deberían tener semejante infancia ni ver lo que ven. No estoy necesariamente de acuerdo con todo lo que dice Roger Waters, pero entiendo sus puntos de vista y admiro que, como artista, sea tan valiente para decir y hacer cosas que no sean exactamente de su interés financiero. Creo que es algo muy puro, y tengo mucho respeto por su música y sus letras.
-Sé que sos amigo de Steven Wilson, y él está en la vereda opuesta. ¿No pensás que la música podría ayudar a zanjar las diferencias?
-(Medita). Sí, lo conozco muy bien, es un gran compañero y trabajamos un montón a lo largo de los años. Es un artista excelente y talentoso, y un ingeniero y productor fantástico. Pero no sé, creo que la postura de la canción no fue política, sino que intenté describir lo que vive un chico criado ahí, y mostrar que eso no está bien. Hay lugares del mundo en donde los niños nacen privados de amor y son sometidos a cosas que ni siquiera los adultos deberían ver. A veces me sale una canción de eso, porque trato de escribir sobre las injusticias. Me inspiran no solamente las inmoralidades políticas o estatales, sino las de cualquier tipo: si alguien no respeta a otra persona o si hay traiciones, por ejemplo.
-Últimamente no tuvieron tiempo de trabajar en un nuevo disco de Marillion. Más allá de que vivan en su propio universo, ¿les influyeron los cambios de la industria?
-Como vos decís, somos una banda con su ecosistema particular, así que eso no nos afecta demasiado, porque evolucionamos a nuestra manera. Y un ejemplo son los fines de semana de convenciones que hacemos cada dos años: en 2019 fueron cinco -en Holanda, Polonia, Inglaterra, Canadá y Portugal-. Son fantásticos, pero nos quitan muchísimo tiempo a los músicos y al equipo de producción. Llevan meses de preparación, y tenemos que armar siete horas de música para cada convención. Eso significa que la composición debe parar, y este año la frenamos un poco. Calculo que el mes que viene vamos a retomarla, pero no va a haber un nuevo disco de Marillion hasta, por lo menos, fines de 2020. Es verdad que no existe una presión financiera como la que teníamos en un sello enorme, ¡y nadie nos obliga! No vamos a sacar un disco hasta que sintamos que eran las mejores canciones que pudimos componer. No pensamos comprometer la calidad del arte de Marillion… más allá de que la gente luego piense que es nuestro peor trabajo (risas).
-Imagino que después de tantos años, la banda no es sólo un ente musical. Sin ir más lejos, hace un tiempo el grupo te prestó el dinero para que compraras una casa.
-Oh, claro, somos un matrimonio de cinco personas. Obvio que pueden darte apoyo, y a veces convertirse en algo muy frustrante. Pero con las décadas se generó un vínculo muy profundo entre nosotros, y es un lazo es muy raro, porque después de tantos años no deberías querer ver a los demás mientras no trabajes, y buscarías alejarte lo máximo posible. Acá hay un gran entendimiento, respeto mutuo y sobre todo reconocimiento por lo que cada uno hace para la música y el proyecto.
-Por lo pronto, lo próximo es la versión deluxe de “Afraid of Sunlight” (1995). Pero el estudio tiró todos los masters originales, así que reconstruirlo debe haber sido un trabajo muy complicado, ¿verdad?
-¡Un logro increíble, para serte honesto! Y creo que Michael Hunter -el ingeniero- era el único ser capaz de lograrlo. Tuvo que excavar en el ático de nuestra sala, pedacito por pedacito, y encontrar las cintas digitales con todas las tomas. Muchas se habían roto, pero como estaban las grabaciones completas (incluso las que no se usaron), las escuchó de principio a fin. Para una sola canción, quizás le tocaba oír quince solos de guitarras y ver qué parte de cada uno se había usado. Hace poco escuché las mezclas, y casi no te das cuenta de que no se hicieron con las cintas originales. La gente se va a divertir tratando de descubrir si hay algo distinto, porque en uno o dos momentos se notan pasajes diferentes. Suena fantástico y estoy muy contento, y creo que es uno de nuestros mejores discos. Fue un verdadero punto alto para la banda.
PREMIADO EN SUDAMÉRICA
Justo después de esta entrevista, Steve Hogarth continuará ensayando para el espectáculo “H Natural”, que tendrá su parada en Buenos Aires el sábado 6 de julio, en el Teatro ND. Antes de eso, se presentará el jueves 4 en Mar del Plata (en Teatriz), y el viernes 5 le darán un reconocimiento a su trayectoria en la Universidad Abierta Interamericana (UAI).
Sobre esto último, el cantante explica: “Es un sentimiento complicado: por un lado estoy muy halagado y agradecido de que me quieran premiar, y es algo muy lindo. Pero no me convierte en un mejor artista, ni reivindica la música que ya hice. Habiendo dicho eso, es hermoso que haya gente alrededor del mundo, especialmente en la otra punta, que me valore tanto como para tener ese gesto. Realmente lo aprecio”.
-Originalmente, estos shows solistas surgieron porque tenías unas deudas muy grandes, y era la única manera de saldarlas. ¿Pudiste mejorar tu situación crediticia?
-(Carcajadas). Sí. Hoy hago este tour por diversión, pero lo que contás es totalmente cierto. Empecé estas giras solamente para hacer dinero, porque tenía una deuda inmensa. Y en el proceso descubrí que un show solista es muy, muy diferente al de una banda. Obviamente que al estar con mi piano tengo un montón de presión, porque debo aprender un millón de acordes y quedo más expuesto. Pero también me da la posibilidad de ser totalmente espontáneo y de hacer lo que quiera. Eso incluye parar en el medio, seguir hablando o empezar a tocar otro tema si alguno me aburre. Con la banda es imposible, porque todos tienen que saber lo que viene. Así que arranqué a disfrutarlos y ya no los hago por razones económicas, sino porque realmente la paso bien. ¡Ahora, para pagar las cuentas, hago las giras de Marillion! (más carcajadas).
-Te gusta contar historias entre cada canción. ¿Cómo vas a superar la barrera del lenguaje en la Argentina?
-Bueno, lo que me sorprendió en otros países fue la cantidad de gente que me entendía. Hoy muchos hablan inglés, aunque claro que pienso en los que no me comprenden. Me da vergüenza comunicarme así, pero en Inglaterra somos muy ignorantes con los idiomas. Si veo que no me siguen, freno la charla y me pongo a tocar. Es una cuestión de feeling, y algunos inclusos me gritan: “Cortala de una vez, ¡meté más canciones!”. A veces lo hacen educadamente, y otras no tanto. Pero por las dudas les hago caso (risas).
-Lo irónico es que muchas veces hablás sobre cosas muy profundas, como tus padres o los aspectos difíciles de tu vida. Debe ser feo que te interrumpan así.
-Sí, pero no me molesta demasiado. En esta gira genero un ambiente tranquilo, sensible y afectuoso; así que gran parte del concierto es bastante suave: toco el piano muy despacito, y lo mismo con mi voz. Lo que me frustra bastante es cuando la gente habla encima, porque me distrae. Pero ahí tengo que recordar que todos pagaron por la entrada, y que no quieren que yo los rete. Igualmente, ¡mientras me escuchen la vamos a pasar genial! (risas).