El quinteto producido por Santaolalla, Pablo Romero y Edu Schmidt, lanza su disco debut: una nueva propuesta estilística que fusiona la cadencia del folclore con sonoridad rockera.
Ya había ocurrido hace algunos años, con la aparición del tango electrónico: la novedad de la fusión de dos estilos; la intersección entre vanguardia y rescate de lo autóctono. Y la polémica, claro; ¿Es una cosa o la otra?
Hoy la historia se repite, pero esta vuelta se trata de la mixtura entre folclore y rock; y es Semilla, el quinteto formado por Bárbara Palacios, Camilo Carabajal, Leandro Bulacio, Juan Caballero y Gabriel Rocca, la banda que propone escaparle a las categorizaciones estancas, generando un nuevo estilo.
«Semilla surgió naturalmente, a raíz de algunas inquietudes folclóricas de parte de Barby y mías, que estábamos juntos. Arrancamos al conocernos y conocer a Leandro que empezó a juntarse a hacer música, y después de un tiempo llegó Juan. Y ahí se armó la banda, hace 5 años. Así empezó la historia», cuenta Camilo, portador de un nutrido historial en percusión, batería y bombo, además de una tradición familiar netamente folclórica.
¿Cómo reciben la propuesta de Semilla en el ambiente del folclore?
Camilo: Los folcloristas dicen que somos demasiado rockeros. Y lo mismo para los rockeros, creen que somos muy folcloristas. Nosotros hacemos chacareras, pero a nuestra manera… Entonces la onda es seguir haciendo lo que hacemos sin pensar en entrar en algún rubro de esos. Nosotros queremos hacer nuestras canciones, y que se prenda quien se prenda, y el que no, que no se prenda.
Leandro: Hay una cuestión muy curiosa con la estética. Pero el ritmo está. Básicamente es folclórico, pero cuando pasamos al rock se agregan unos beats, audio, y violas eléctricas vintage, batería fuerte… Pero el ritmo base es folclore, no deja de estar el rasguido, el beat del bombo y la pulsación en la letra.
Su propuesta pasa más por renovar un poco el folclore, o desde el rock, que es la cultura joven por excelencia, aportar algo nuevo?
Camilo: Yo pienso que estamos ahí en el medio, no es que somos o eso o lo otro. Siento por momentos que somos un puente también, ya sea del rock hacia el folclore, y desde el folclore, para cambiarlo un poco o refrescarlo, o para traer a lo que era antes… hay muchas opciones. Hoy por hoy no se si al folclore hay que refrescarlo o volver a lo que era. Por lo menos para mí es algo natural.
Leandro: Yo lo que opino es que sería un honor que se tome en cuenta Semilla como algo que marque a futuro. A punto de salir el primer disco, no tenemos otro lugar para estar que ése, y hablar de eso es un poco anticipado, porque nosotros en algún punto somos muy ingenuos. Algo de polémica se arma obviamente, porque el tema del folclore-rock hay mucha gente que no lo quiere ni pensar. Pero ya desde qué podemos aportar, sería un honor que más adelante algo pase. Que algo se diga.
Bueno, en general lo que llama la atención genera polémica. Así como fue la movida del tango electrónico, ¿a qué se debe ese afán por la vuelta a lo autóctono?
Leandro: Semilla nació a partir de una inquietud de Barby sobre todo, como una reacción a la crisis que hubo en el 2001. Ahí surgió eso de preguntarse ¿qué está pasando en este país? Ella se conoció con Camilo, que venía tocando folclore, y pese a que tiene un historial diferente (venía de cantar funk, jazz, bossa…) se copó mucho con eso y empezó a componer desde ese lado, diciendo cosas que le pasaban a partir de ese quilombo tremendo. Justamente se trataba de eso, de volver a lo nuestro.
Además de ser un puente en dos sentidos, concretando la unión antes impensada de dos géneros musicales y a la vez vinculando tradición y vanguardia, la propuesta de Semilla tiene otro nexo en común con sus primos del electrotango: la intervención de Gustavo Santaolalla, músico, productor y padrino artístico de la banda. Cuentan que una de las cosas que más le impactó del quinteto, fue el front-duo compuesto por Bárbara y Juan.
folclore en general es un ámbito de tradición masculina. ¿Qué respuesta genera una mujer al frente del grupo?
Bárbara: Para la mujer siempre es un poco más difícil; en general, en casi todos los campos es raro que se banquen que una mina vaya al frente. Pero me parece que hay muchas que lo hacen y está bueno que sea así. En el ambiente del folclore hay muchas mujeres…
Juan: Si, pero ninguna como vos… (Risas)
Bárbara: En realidad, creo que lo complicado es ser la única mujer de Semilla. Igual, me siento muy contenida, muy apoyada por los chicos… y no me lo imagino de otra manera. No me imagino Semilla con otra mujer más, creo que me muero de un infarto (risas). No lo podría soportar.
En el lapso de cinco años de vida, la banda arrancó con fechas autogestionadas en boliches de Capital, y siguió creciendo hasta hoy, acumulando en su haber un recital ante 6 mil personas – Música de Provincias, en Noviembre de 2005- y un paso por Cosquín, que según ellos no fue una muy buena experiencia, porque «la propuesta era muy diferente y sabemos que la mayoría de la gente es muy tradicionalista».
¿Cuándo dijeron «acá algo está pasando»?
Camilo: Desde que empezamos a tener nuestras canciones, a estar cómodos y pasarla bien entre nosotros, y tener la posibilidad de mostrárselas a algunas personas que tenían ganas de vernos, o de buscar otra cosa también. Desde ese momento empezamos a sentir que estaba bueno, y tenemos ganas de seguir haciéndolo. Paralelamente, ahora pasan cada vez más cosas, y es más fuerte todo, pero estamos contentos igual que siempre. Hay más posibilidades ahora, hay un discazo y compañía, padrinos y qué se yo, pero la esencia es la misma, con las mismas ganas de hacer canciones nuevas, nuestras y de otros también, pero tocar. Tocamos todas las semanas.
En La Catedral…
Camilo: En La Cate tocamos todos los domingos, a las 21:30. No es un show; es un taller, donde damos clases de danza, de bombo, de guitarra… estamos con amigos, vienen amigos a tocar y nosotros hacemos un show diferente a lo que es el disco, re acústico, y está buenísimo porque la gente se pone a bailar, tocamos hora y pico… es un encuentro. Y después tenemos la fecha grossa en el Buenos Aires Club (Perú 571), los segundos viernes de cada mes. Ahí sí, tocamos a pleno como es en el disco, mas canciones nuevas y con grupos amigos, que también están en la búsqueda.
En pleno lanzamiento de su disco debut, aseguran que «Suena muy intenso. Cada canción tiene lo suyo, somos muy diferentes. Está la parte folclórica desenchufada, sin batería, sin bajo, sin viola eléctrica; el folclore pelado. Y después switcheamos al rock y es un lío». Entre las gemas interesantes de su primer trabajo, se encuentra un cover de Paint it Black, de los Stones rebautizado como «Gatito Rollinga».
«Estábamos escuchando el tema, y se nos ocurrió darle forma de gato. Es una estructura bailable, si querés que sea gato, tenés que respetar la cantidad de compases. De la letra original de «Paint it black» tradujimos una parte, y otra la tuvimos que sacar. Quedó una letra muy oscura, pero suena con los condimentos del gato original.»
Ustedes dicen que no hay diferencia entre el rock y el folclore. Dónde encuentran el punto de contacto?
Juan: En el momento que yo pongo la radio y escucho Enter Sandman, de Metallica. Y después cambio la radio y escucho los Manseros Santiagueños, que tocan chacareras. Yo no veo ningún tipo de diferencia en el punto en que la chacarera para mí es adrenalina pura, al igual que el rock.
Camilo: Se trata de eso: la intención, la actitud.
Folclore con actitud rockera, o rock con destellos de folclore, da igual; Semilla se abstrae de los rótulos, y no le teme al experimento; aseguran que se ven tocando tanto en una peña como en un templo del rock… «No importa lo que venga, lo que importa es que esté bueno, que se la pase bien y que se logre concretar la idea que la banda propone.»