Se cumplen 40 años del gran desembarco porteño de Juan Carlos Baglietto al frente de la Trova Rosarina. El 14 de mayo de 1982 presentaba su álbum debut en el Estadio Obras y en esta entrevista firmada por Claudio Kleiman en la Revista Expreso Imaginario Nº71 detallaba cómo era la lógica de aquel grupo de músicos, integrado por Fito Páez y Rubén Goldín, entre otros. Rescate de una entrevista publicada en el Expreso Imaginario Nº71, junio de 1982.
Juan Carlos Baglietto: «Soy un gran desorientado»
El surgimiento de Juan Carlos Baglietto está rodeado de características inusuales para nuestro medio. Desconocido en Buenos Aires. recibido estruendosamente en Obras y La Falda, su nombre comienza a sonar repentinamente al amparo de una desusada campaña publicitaria.
El caso de este rosarino de 25 años que se dio el gusto de llenar un Obras al que muchos escépticos imaginaban semi-vacío es una buena muestra de los resortes que se mueven —cada vez con más fuerza— en torno a la música y sus intérpretes, ahora que el rock se ha transformado, a la vez que en fenómeno cultural de creciente gravitación, en indudable negocio, uno de los pocos que se mantienen en un país devastado por la crisis económica y otras tragedias.
Baglietto es la primera figura que surge con fuerza dentro de un panorama dominado desde hace años por los mismos nombres y son muchas las expectativas en él depositadas. También hay otras características que hacen del suyo un caso peculiar: su condición de intétprete, el hecho de que haya formado una banda con músicos de su ciudad para venir a Buenos Aires, algunos de los cuales son autores de las composiciones que interpreta, una extraña situación contractual que incluye a él pero no a su banda, el inusual apoyo brindado por su grabadora una abrumadora radiodifusión y gran cantidad de discos vendidos.
Este apoyo hizo pensar a muchos en la posibilidad de un “invento”, aunque su recital —con un estadio Obras totalmente colmado—, sirvió para aclarar algunas dudas y demostrar que la propuesta de este rosarino es nueva y valedera, independientemente de la campaña con que pretenden convertirlo de la noche a la mañana en un ídolo masivo.
Quisimos reflejar este complejo fenómeno yendo a buscar las opiniones no sólo de Baglietto, sino también de su manager, Julio Avegliano, y de los dos músicos-compositores-arregladores de la banda, Rubén Goldin y Fito Páez. En la diversidad —y a menudo en la contradicción— de estas opiniones puede apreciarse el fenómeno que se produce cuando una propuesta artística en estado casi puro intenta abrirse paso dentro de un medio feroz y competitivo, y cuáles son los intereses que comienzan a jugar e incidir sobre esa misma propuesta. Hubo también una entrevista con Baglietto posterior a Obras que estaba pensada para completar el panorama, pero misterios de la electrónica hicieron que me encontrara con una cinta en blanco en el lugar donde se supone habían quedado registradas sus palabras. Otra vez será. Por ahora con esto alcanza —y, tal vez— sobra.
¿Cómo te sentís para Obras?
Bien, aunque hay mucha histeria de por medio. Para nosotros es algo muy importante, y nunca tuvimos la experiencia de hacer una cosa así. Hay mucha responsabilidad, mucha expectativa, y uno se siente un poco presionado. Áunque hace muchos años que venimos tocando, ninguno de nosotros es profesional, no somos músicos acostumbrados a encarar un público grande que viene a vernos exclusivamente a nosotros. Todo eso trae aparejado un estado de inquietud, de ansiedad.
¿Están ensayando los temas para el próximo disco?
Estamos ensayando temas para Obras que van a ir en el próximo disco, pero no están exactamente ensayados como si los fuéramos a grabar.
¿No es muy apurado estar ensayando para Obras y a la vez estar grabando el segundo LP?
Sí, es una locura absoluta, parque no se puede tener la cabeza en dos cosas tan importantes. Pero te explico lo que pasa: nosotros estamos viviendo en una ciudad que no es lá nuestra, sin ningún tipo de recursos que no sea nosotros mismos, no tenemos la posibilidad de ir a golpearles la puerta a nuestros viejos para que nos den de comer. Si empezábamos a grabar cobrábamos un adelanto, es directamente una cuestión de subsistencia.
Pero es un problema, porque por lo que vien los ensayos los temas no están todavía como para grabar.
Es que no están realmente listos como para la grabación, Tal es así que hicimos tres sesiones de grabación, de nueve de la noche a cinco de la madrugada, y conseguimos hacer solamente dos bases. Estos días nos estamos levantando a las siete de la mañana para ensayar hasta las cinco de la tarde. Y después hacer radio, televisión, reportajes. En los últimos tres días hice 24 notas. Imaginate con qué ganas puedo llegar al estudio de grabación. El asunto es que nosotros no hemos tenido un aclimatamiento a la actividad de esta ciudad.
¿No sentiste que lo de Obras también era muy apurado?
No. En un primer momento sentí que era un desafío, una insolencia total. Pero después te das cuentá que no estás loco, porque leés que Espíritu va a hacer un Obras y te decís bueno, estaré loco pero hay otros que están más locos que yo. Pero todavía tenemos que ubicarnos en esta realidad. Todo lo que estamos viviendo a nivel artístico nunca lo hemos vivido. Ni siquiera lo conocemos a través de nuestros amigos, porque tampoco lo pasaron, y los músicos famosos no nos dan bola, o los conocemos muy superficialmente. Entonces venimos acá y es un poco la vieja historia de llegar desde el Interior con la guitarra y no entender nada: sabés que querés cantar, que en Rosario no podés vivir de la música, pero no sabés exactamente a qué te estás ateniendo: Cuál es el ritmo de vida, o por qué ganás el 4% de las regalías por ejemplo. Son pequeñeces, pero nosotros no estamos informados ni siquiera a nivel legal de cómo es el asunto.
¿En Rosario es imposible vivir de la música?
Totalmente. A menos que hagas jingles, o cosas por el estilo.
¿Qué recuerdo te queda de Irreal?
Un hermoso recuerdo. Fue un buen grupo, con toda la inexperiencia del momento. Pero había toda una intención detrás. Y además, uno siempre guarda un buen recuerdo de las cosas que no le dejan hacer, Para mí fue un buen momento, de experimentación, de desperiar a un montón de cosas. Y llegamos a hacer algunos laburos importantes. Trabajábamos con mimos, teníamos un coro de diez personas. Habíamos llegado a un nivel donde ya no perdíamos plata. Recuperábamos la inversión y nos quedaba para organizar el próximo concierto. Hacíamos pequeñas giras por el interior, y en cualquier provincia que tocábamos nunca metíamos menos de 400 personas.
¿Qué pasa con vos a partir de la separación de Irreal?
Sigo trabajando solo. Antes de Irreal ya había tocado como solista. Inclusive estuve por venir a Buenos Atres a formar un grupo que no llegó a concretarse, con Mario Monticelli, Jorge Lacoste y Héctor Ruiz.
¿Cuál era tu repertorio en ese entonces?
No me acuerdo, Pero siempre intenté hacer algunas canciones de gente de Rosario. Tengo una historia bastante corta, aunque hace 9 años que estoy laburando con la música.
¿Cómo fue que terminó Irreal?
Hubo una prohibición, a causa de algunas letras, y a partir de allí nos empezaron a hacer la vida imposible.
¿Hacías temas tuyos cuando trabajabas solo?
Hacía temas míos antes y durante Irreal. Después no hice más.
¿Por qué?
Por una cuestión física, de impotencia real. Yo podría componer, el problema es componer bien. Sé que puedo escribir cosas más o menos buenas, y en la guitarra a veces me salen algunas músicas, El problema en este momento es que no puedo juntar las dos cosas. Supongo que son etapas. Pienso ponerme a estudiar, y sé que probablemente eso me ayude, pero ahora no me sale.
Pero antes te salía.
Me salía espontáneamente. Para mí la composición no tiene que ser un hecho mental. No dudo que si me siento a componer como una imposición cerebral probablemente logre algo. Pero sé que no va a tener ningún valor, porque va a salir exclusivamente de la cabeza, y con el corazón no va a pasar nada. Entonces seamos lógicos, hagamos las cosas que realmente sabemos hacer. Soy conciente de que si compongo no lo hago del todo bien. Sé que canto bien, y que tocando la guitarra soy de mediocre para abajo. Entonces, lo lógico es cantar las cosas de la gente que compone bien, por lo menos para mi criterio. Acá existe un prejuicio en cuanto a cantar cosas que no sean tuyas. Si cantás cosas de otro sos poco menos que un tarado, y no entiendo por qué. Si vos las podés cantar mejor que el tipo que las compuso, y sentirlas tanto como él.
Además puede darse que el tipo que la compuso sea un compositor pero no un cantante.
Claro, con Fito (Páez) pasa eso. Considero que tengo cierto poder de abstracción, y cuando le escuché “Puñal tras puñal” le vi la punta, pero si la escuchás cantada por él no te dice nada. porque Fito tiene mucha polenta pero no es un cantante. Para mí es un orgullo tener la capacidad de poder hacerle sentir a la gente un pedacito de lo que yo estoy sintiendo cuando canto. Y por suerte canto solamente las cosas que me gustan. Entonces no importa si yo la compuse o no. Yo la estoy sintiendo, y es suficiente.
Me gustaría saber qué impresión recibiste de Buenos Aires. El otro día me decías que todo era de mentira, cartón pintado.
Rosario es un pueblo grande, todos nos conocemos. Acá te encontrás con que lo que idealizaste no es tan verdadero como creías. Que no todas las revistas son tan honestas, que no todos los músicos son tan honestos, que la mayoría de los reportajes y publicidad no vienen de frente.
¿Querés decir que se pagan?
Sí, que se pagan o que te fabrican, o que tergiversan lo que dijiste. Es como cuando vos soñás con hacer el amor por primera vez, pensás que es un hecho celestial. Y cuando lo hiciste, ves que no va más allá de lo que es en realidad. O el chico que sueña con un juguete y cuando lo tiene ve que no es mágico, que tiene una cuerda y cuatro resortes. Será un criterio provincianista o ingenuo, pero es lo que yo viví, me cuesta mucho adaptarme a Buenos Aires.
¿Y qué hace Baglietto para tener cierto control sobre todo eso?
Me preocupa realmente el hecho de sentirme bien laburando, tocando. Buena parte de mi carrera musical la hice solo, plantándome con una guitarra arriba del escenario. Por eso la gente que posibilitó que viniera no sabía que detrás mío hay un montón de personas trabajando.
¿Cómo fue ese proceso, formaste la banda para venir a Buenos Aires?
La banda estaba desde antes. Yo había empezado a trabajar con Fito (Páez), Silvina (Garré), Zappo (Aguilera) y Sergio (Sainz). Cuando se produce el ofrecimiento de venir a tocar a Obras en el Festival de Humor lo llamé a Rubén (Goldín). Después empezamos a grabar y lo hicimos con Luis Cerávolo, porque no teníamos baterista y en Rosario no había ninguno que nos gustara demasiado. Al poco tiempo entró Marco (Pussineri) como batero estable.
¿Por qué la banda no firmó contrato con Odeón?
Es que se planteó la cosa de otra manera, porque en el momento que me ofrecieron venir. me lo dijeron exclusivamente a mí. Fui yo quien quiso compartirlo. Podía haber venido solo y cantar los temas que quisiera, inclusive los temas de ellos. Fue a través de saber todo el sacrificio que veníamos haciendo desde Rosario que quise compartir ese pequeño logro que había obtenido No sé por qué pasa eso, también en Irreal la gente iba a ver el grupo y terminaba hablando de mí. Y yo no era el que más componía ni el que mejor tocaba la guitarra. Sé que tengo una capacidad de transmisión que otros no tienen, que canto decorosamente y que arriba del escenario me siento como en mi casa, por eso si salto o bailo nadie lo cuestiona.
¿El LP que comienzan a grabar ahora es parecido al primero?
Pienso que es bastante distinto. Es un poco. más parejo a nivel musical, y tiene más marcados algunos elementos de folklore que en lo que venimos haciendo hasta ahora.
¿Te gusta el tango?
Sí, me gusta mucho. La vida en la ciudad es un tango. O un rock and roll.
¿Qué antecedentes reconocés en lo que vos hacés?
Concientemente no reconozco influencia, aunque eso no quiera decir que me considero super original. En la música hace mucho que nadie inventa nada.
Fito y Rubén me hablaban de Litto Nebbia.
Puede ser, lo acepto, aunque nunca lo seguí demasiado. Pero admito que hay puntos de contacto, además es un tipo que me gusta mucho.
Y en la música de aquí ¿qué te gusta?
Algunas cosas de Dino Saluzzi, de Alejandro Santos, de León Gieco, de Litto Nebbia. Creo que a todo el mundo le gustan algunas cosas de cada uno.
¿Te sentís identificado cón el canto latinoamericano?
Conozco algunas cosas. Se supone que sentirse identificado con el canto latinoamericano es sentirse un poco el prototipo del cantor popu-lar, y yo no me la creo. Me gustan Los Que lban Cantando, y también muchas cosas de los brasileros, sobre todo Chico Buarque y Milton Nascimento. También Hermeto y Gismonti.
¿Por qué tus temas son tan depresivos?
No sé. O mejor dicho, sí. Será que me llegan, será que soy depresivo; será que la situación es deprimente también. Ya me han dicho que en el LP hay muchos temas de muerte.
¿Eso es parte de la coherencia temática de que hablabas?
Yo no pretendo llevar una carrera artística basada en la muerte y la tristeza, no es que sea un planteamiento ante lo que yo quiero hacer. Son temas que me llegan y los canto, y aunque son crudos son reales, y actuales. Situaciones que le pueden pasar a cualquiera. La coherencia temática está mucho más allá de que vos hagas todos temas tristes. No tiene nada que ver. Pueden ser la mitad de amor y la mitad de odio, o la mitad alegres y la otra mitad tristes. La coherencia está dada porque tengas un mismo lenguaje, y una postura frente a cada una de esas cosas. Me parece por las preguntas que me hacés que pretenden buscar en mí una claridad que no tengo, como no la tiene la mayoría de la gente. Se supone que vos te parás delante de un micrófono y porque cantás sobre alquien que estuvo en cana tenés que ser un tipo tan claro que le vuele el mate a todos. Que tenés que ser alguien que se las sabe todas, y eso no es cierto.
Sucede que el tuyo es un caso atípico. Venís del Interior, de repente tu nombre empieza a sonar en todos lados, cantás temas de otros compositores.
Lo que pasa es que yo soy un poco el portavoz de un movimiento musical rosarino. Hace tiempo que vengo eligiendo temas, cantándolos, y la gente me identifica con eso. Y soy conciente de que no soy un producto fabricado: de que si me paro delante de 7.000 tipos, como pasó en La Falda, esos tipos sienten cosas, y eso es lo que me reconforta. Y también me reconforta saber que con nosotros pasó al revés de lo que pasa con todo el mundo. Habitualmente uno graba un disco, lo promociona, la gente conoce los temas, los asimila, los canta y los aplaude. Nosotros fuimos a La Falda y después de haberlo escuchado dos veces, el domingo la gente se sabía de memoria estrofas enteras de “De Regreso”. Para mi es una cosa de locos, algo que me confirma que lo mío tiene valor. Sé que puede pasar que a uno le exijan más de lo que puede dar, pero si tenés en claro tus limitaciones pienso que no hay peligros.
Claudio Kleiman
Fotos: María Martínez
RUBEN GOLDIN Y FITO PAEZ
Nos gustaría que hicieran un resumen de su historia musical.
Rubén Goldín: Soy el más viejo de la banda, tengo 27 años, y toco desde los 15. El primer grupo que tuve se llamó Pablo El Enterrador. Fue el mejor grupo rosarino, ahora todavía sigue, yo me fui y les dejó el nombre. Toqué solo, hice diversos grupos, siempre con formaciones medio extrañas: la última que tuve, Goldinbanda, era saxo, trompeta, guitarra, bajo y batería. También toqué en El Banquete, un grupo donde después entró Fito. Además estuve por tocar con Porchetto, en la época que estaba haciendo Reino de Munt. Tuve que volver a Rosario porque mi mujer había quedado embarazada, y en mi lugar entró Bazterrica.
Fito Páez: Tengo 19 años, y empecé hace tres con un grupo que se llamaba Neolalia, que era como un MÍA del subdesarrollo. Toqué con un solista que se llama Fabián Gallardo, que ahora tiene un grupo que mata. Después hice Staff, que fue el primer grupo que tuve que sonaba bien. Después me llamó Rubén para formar parte de El Banquete. Cuando me fui seguí solo, y además tocando con un montón de gente como acompañante, inclusive con Juan. Todo el año pasado tuve una actividad muy intensa, hasta que salió lo de venir a Buenos Aires.
¿Cómo es la relación con Baglietto?
R.G.: Somos muy amigos con Juan hace muchos años. Avegliano lo conocía a Juan porque él había tocado con Irreal en el Centro de Artes y Música, y le propuso tocar en Obras, en el festival de la revista Humor. Cuando me enteré de eso, fui y le dije a Juan que quería tocar un par de temas míos. El me dijo que no creía que pudiera hacer nada, pero que me viniera y hacíamos algunos temas juntos. Finalmente se armó la banda y nos vinimos a Buenos Aires. Después la cosa empezó a crecer: La Faida, la propuesta de grabar el L.P. Al principio la cosa estaba planteada para todos igual pero después los intereses, no de parte de Juan sino de la producción eran promocionar el nombre de Baglietto, porque un solo tipo se vende más fácil. Por ejemplo el contrato con la grabadora está firmado por Juan Carlos Baglietto, aunque el laburo es de la banda.
¿Qué pasa con Cine, que es el nombre de la banda?
R.G.: Cine como grupo no puede existir, según me han dicho. Si grabamos el segundo LP no podemos figurar como Baglietto y Cine, porque para eso tendríamos que firmar contrato con Odeón. La cosa está un poco nebulosa, pero aceptamos por una cuestión de laburo. Obviamente yo no quiero morir en Rosario, donde lo máximo de gente que va a un recital son 600 personas. Además lo que hago es un poco extraño, y allá quieren rock cuadrado, o folk, o canción política.
¿Te parece que acá lo que hacés puede encontrar mayor receptivilad?
R.G.: Ya la experimenté, cuando tocamos en el Auditorio Buenos Aires hice tres temas y la gente se moría. Y son los mismos temas que venía haciendo en Rosario y nadie me daba bola.
¿Antes de que Juan los llamara para venirse a Buenos Álres, el repertorio que él hacía también era básicamente de ustedes dos?
F.P.: No, en un principio Juan hacía temas de Chico Buarque, Silvio Rodríguez, Roque Narvaja y un par de temas míos. Ya con el asunto de Obras cambió todo.
R.G.: También porque hubo una exigencia de parte nuestra.
¿En qué consistía esa exigencia?
R.G.: Que en el Encuentro de Música Popular en Obras no se podía ir a cantar “No te rindas Malena”, porque eso ya lo había hecho su autor (Narvaja).
F.P.: Habiendo material de nivel que está a disposición, me parece que no tenía sentido cantar cosas de otros tipos. Además por el momento. que estábamos viviendo, era una posibilidad que se le daba a gente de Rosario de mostrar sus cosas al país.
¿Tienen intención de desarrollar algún trabajo individual paralelamente alo de Baglietto?
F.P.: Yo veo que mis composiciones más nuevas no se adaptan demasiado a la onda de Juan, además tanto él como yo siempre hicimos núestras propias cosas.
R:G.: Conmigo lo mismo, hay temas que Juan nunca va a cantar. El sabe que tarde o temprano voy a tener mi Oregon, por decirlo de algún modo. A mí me interesa un crecimiento musical, Pero primero necesito tener cierta estabilidad.
¿No se sienten un poco en banda dentro de todo este asunto?
R.G.: Sí, qué querés que te diga, se formó una pelota muy grande. Inclusive se me llegó a proponer que los temas fueran de Baglietto, a lo que me negué terminantemente. Te aclaro que todas estas cosas son de la producción y Juan no tiene nada que ver con esto, él se siente un poco superado por todo lo que está pasando.
¿El segundo LP también va a tener temas de ustedes?
F.P.: Por ahora hay 3 temas míos y 3 de Rubén, 2 de Adrián Abonizio y uno de un grupo rosarino que se llama Acalanto.
¿A qué arreglo de plata llegaron?
R.G.: Tenemos un porcentaje. Juan cobra un tanto por ciento; nosotros dos un pocos menos, y el resto de la banda igual. El manager se lleva el 30%, que es más de lo que cobra Juan. El dice que el problema es que la banda es muy numerosa, sucede lo que te explicaba antes: si va Baglietto solo con la viola el manager cobra lo mismo, si se hace una imagen de banda es más difícil venderlo. Por lo de Obras no vamos a cobrar un mango, porque dicen que la recaudación sólo alcanza para pagar los gastos.
F.P.: Pero ahora que salió el LP Juan ya no puede volver a cantar temas de Silvio Rodríguez, porque de alguna manera está canalizando nuestra onda compositiva, y la gente lo identifica con eso.
¿Por qué tus letras son tan depresivas?
F.P.: Soy bastante introvertido, y también depresivo. Cualquier artista refleja lo que le pasa, a él y a los demás. Si hago un tema sobre un suicida es porque alguna vez se me pasó por la cabeza, aunque no me vaya a suicidar. Pienso además que los tiempos que estamos viviendo no son como para andar levantando las maracas.
¿Hay una inspiración tanguera en lo que hacés?
F.P: Sí, mucha, me gusta el tango. Escuché de todo: Troilo; Piazzolla, Pugliese, Salgán, las letras de Discépolo y Manzi. Pienso que en algunos aspectos mi composición podría llamarse nuevo tango, no en el camino de Piazzolla sino en el de la canción, algo que muy posiblemente se haya quedado en Eladia Blázquez, y que se cortó cuando se fue Litto, que hizo el LP “Fuera del Cielo”, que era totalmente tanguero.
¿Te gusta Litto?
F.P.: Sí, me arranca la cabeza, Litto es como mi viejo.
Y a vos Rubén, ¿qué música te gusta?
R.G.: Casi no escucho música, no tengo ni radio ni tocadiscos. Me gustan Zappa, Gismonti, Oregon, también lo que está haciendo ahora Dino Saluzai.
¿Sienten que Baglietto les sirve como trampolín para desarrollar su propio trabajo?
R.G.: Claro, si te dijéramos que no sería mentira…
F.P.: Es como que nos necesitamos mutuamente.
¿Juan compone?
F.P.: Más que nada escribe. En el LP hay una letra que hicimos entre los dos, «La Música del Río de la Plata”. Pero en ese sentido es muy inseguro, no se anima a mostrar las cosas que hace, aunque me ha
mostrado algunas letras buenas. Cuando estaba en Írreal, componía, después ya no.
¿No les parece apresurado estar grabando el segundo LP?
R.G.: Totalmente, hasta me parece demasiado apurado estar en Obras.
F.P.: Igual va a sonar bien, pero con más tiempo podría sonar mil veces mejor.
¿Es grande el movimiento musical rosarino?
F.P.: Hay mucha gente laburando, pero no hay medios.
R.G.: Los que mueven más gente son las grupos que fienen una línea política. De otro modo para llenar un teatro tienen que juntarse 3 ó 4 grupos.