Estuvo a punto de tocar en un teatro céntrico en diciembre pero prefirió postergar la actuación dada la gran cantidad de conciertos programados para esa fecha. Hace poco tiempo se editó su último trabajo discográfico como corolario de un año que lo tuvo muy activo, tanto en Argentina como en México y Cuba. Se llama Rubén Rada, hace mil que está en esto y presentarlo es todo un candombe.
Rubén Rada es un personaje singular. Pero sus ideas, sus pensamientos, reflejan una gran lucidez. Por eso decidimos hacer esta nota, una nota que muestre su forma de ver las cosas. Rada habló del candombe, de su último disco, de los distintos escenarios, del rock nacional, de sus ídolos y, por supuesto, de él mismo. Sin falsas modestias ni pedantería, el Negro Rada habló claro. Ésta es la sintesis de su opinión sobre distintos temas.
«El candombe es un eslabón perdido. Y yo soy un ‘grone’ de ‘rioba’ que toca candombe. Quiero que se lo conozca más allá de las breves fronteras uruguayas, que es donde se toca el verdadero candombe. Me gusta traducir con esta música la historia de los negros esclavos. En toda América se conoce mucho de ritmos negros, pero el candombe es el gran desconocido.»
—»No soy un gran músico; no soy talentoso ni tampoco un buen letrista. Será por eso que respeto tanto a la gente que escribe. Pero sí soy un músico popular, un tipo transparente, sin demasiadas fisuras. Trabajo para mi decorado y eso es simple.»
—»Estoy muy contento con mi último disco, ‘Adar Nebur’. Le han hecho muy buena promoción y anda bien. Siento que traté de salir de lo anterior pero siempre siguiendo mi misma línea, mi misma identidad musical. Es el más comercial de mis trabajos pero visto desde una óptica llamémosla espiritual. No siempre lo último que se hace es lo más satisfactorio, lo mejor. Pero siento en este caso que es mi obra más pulida, mejor terminada.»
—»A mí me encanta tocar en lugares chicos. La gente se copa más. Los teatros grandes son una fiesta para un músico, pero es una onda diferente. En realidad, lo que más me gusta es ensayar. Estoy más tranquilo, más relajado, es más familiar. Pero también es como un orgasmo terrible, intenso y poderoso. Cuando estoy arriba de un escenario me siento más nervioso. Tengo que estar permanentemente al tanto de muchos detalles. Hay más tensión. Eso sí, al terminar, cuando todo salió bien, siento que toqué el cielo.»
—»El rock nacional está pasando por un momento especial. Hay muchos músicos buenos haciendo cosas buenas. Hay muchos grupos nuevos, una cierta efervescencia y mucha polenta, pero la cosa está difícil. Hay dificultades con los productores (aunque no es mi caso) y la
gente no tiene guita. Un ejemplo fue lo de Interama: estuvo todo bastante bien, pero fue poquísima gente. Yo veo al rock como algo muy humano, como un gran manto que cubre. Me muero por el rock. Mi interior me hace tocar otra cosa, pero el rock es una de las manifestaciones masivas más importantes de la música. Lo que sí me mata en serio es el jazz. Es una de las músicas más internas, más viscerales, que existen. Soy fanático absoluto de Miles Davis. Pero siento que el jazz es hambre. También son mis ídolos Nebbia y Spinetta, y mi gran amigo Lerner. También me hice muy amigo de Milanés y Silvio Rodríguez. Siento que los conozco de toda la vida. Hablamos el mismo idioma musical. Hay algo muy especial en la música que ellos hacen.»
—»Si tuviera que hacer un balance de mi vida te diría que soy plenamente feliz. He vivido de la música, o sea que vivo de lo que me gusta. Aunque, en realidad, a mi me gusta todo.»
Andre Mazar Barnett