Los Walkers son hoy el conjunto pop más antiguo en actividad, si se tiene en cuenta que cuando ellos se iniciaron, los Gatos aún actuaban como Gatos Salvajes, y que su primera aparición discográfica («La Balsa») no había aparecido en el mercado.
Por eso mismo, por ser uno de los primeros, fue también el grupo que presenció las evoluciones más importantes del sonido de beat y el que sintió el impadto de una generación posterior, que, de pronto, los superó y los dejó muy relegados cuando estaban considerados como uno de los cuatro conjuntos más importantes del país. Para la época en que ellos empezaron, cuando todavía no se hablaba de beat ni de pop y algunos comentaristas despistados (que todavía los hay) escribían sobre «conjuntos nuevaoleros» la música que hacían y los temas muy copiados y cantados en inglés, no estaba demasiado mal. Era el comienzo de una etapa en ellos mismos y en toda la música popular argentina.
El segundo simple del grupo, «La carta», se impone como un verdadero hit y alcanza a vender cerca de ochenta mil placas. Ediciones posteriores no logran tanta difusión pero mantienen un nivel de venta que meses más tarde irá en descenso hasta un límite muy peligroso (verano del ’69) donde el conjunto parecía destinado a desaparecer.
Mientras la venta discográfica, y el nivel de trabajo er los shows descendía estrepitosamente ante el avance de otros grupos, los Walkers habían sufrido la separación del guitarrista, Robert, Su reemplazante, Polo, llamado dos semanas antes de la grabación del segundo long play, poco pudo hacer: «Cuando los Walkers me llamaron —cuenta ahora, en la redacción de Pelo— yo hacía ya un año y medio que me había separado de los Mockers y desde esa época no había tocado el instrumento. Me encontré con que los chicos y el productor de la grabadora querían cambiar la línea: en vez de regrabar temas extranjeros tenían que ser composiciones propias cantadas en inglés. Como pudimos, en quince días, componiendo sobre la marcha, grabamos el long play». Aunque se notaba la realización apresurada, el álbum tenía algunos valores: las composiciones eran propias (varias muy buenas) y el sonido (siempre inclinándose por el ritmo stone) era lo suficientemente concreto como para comprobar la capacidad y el progreso modos «Walkers. De todos modos «Walking Up» no tuvo ningún tipo de difusión —sólo algunos críticos hicieron buenos comentarios—y vendió una cantidad ridícula de placas, que mejor no especificarla.
DE NUEVO A LO DE ANTES
Desorientados, urgidos por la falta de trabajo y el continuo deterioro de la imagen, los Walkers comenzaron a buscar tablas de salvación para evitar una definitiva separación. Finalmente, la agencia artística y productora lntershow los acogió en su seno y les impuso, según ellos, «ciertas condiciones» para que el grupo recuperara su gloria y fama. Una de esas condiciones fue que dejaran de componer, y que volvieran a grabar, siempre en inglés, temas de éxito de conjuntos extranjeros.
Como resultado de ese convenio, surgió entonces un nuevo simple de los Walkers, regresando a lo que habían hecho durante tanto tiempo. El tema elegido fue «Miel Silvestre», y alcanzó un
cupe de venta que superó las diez mil placas, una cantidad muy insignificante para la «recuperación» del prestigio y la imagen de cualquier conjunto. La productora decidió entonces que el grupo cantara en castellano para lograr mayor receptividad en el público. Los Walkers consintieron. Pero no fue para ellos ningún progreso: la elogiable actitud de cantar en su propio idioma, presionada por IOS acontecimientos del mercado, fue anulada por la escasa calidad musical impuesta.
«Nuestra productora —comenta ahora Machi, bajista del conjunto— creía que para vender teníamos que hacer los consabidos temitas complacientes». Y ellos realmente los hicieron. A mediados del ’69 editaron «999, marina» y «Ay, mi amor», sus dos primeros temas cantados en castellano y que demostraban la imbecilidad en la que puede caer un conjunto cuando el único objetivo que tienen (o que le imponen) es vender, vender. Actualmente muchos músicos están declarando en revistas
y programas radiales y televisivos que a ellos les gustaría hacer otros temas pero que «la productora no nos deja» o «siempre nos imponen temas comerciales» y cosas por el estilo. Con los Walkers ocurre lo mismo, ellos echan algunas culpas a la prcductora. Pero cuando firman un contrato se supone que saben lo que hacen, y del ritmo «chup-chuachup-chua» que introdujeron en «999, marina», sólo ellos son los autores y responsables no los productores.
«Un día me llamaron a casa por teléfono urgente desde la productora —recuerda Carlos, fundador del grupo junto con Corre— y nos
dijeron que había que graba’ en seguida el tango «Balada para un loco». Nosotros no queríamos. Cómo íbamos a hacer eso. Para colmo nos pedían que lo hiciéramos bien popular y simple, qué sé yo lo que pretendían: un tango guaracha. A pesar de todo, hicimos lo que nos parecía más decente, pero grabarnos con bronca, sin ganas, no queríamos hacer eso …» Ese fue —hasta ahora— el último «pecado» de los Walkers. Arreciaron las críticas de todos los sectores Los tradicionalistas hablaban de «ofensa al tango», los músicos de su misma generación los acusaban de demagógicos y super comerciales por aprovechar un tema de éxito que nada tenía que ver con la música que hacían. Es cierto: ellos fueron quizás presionados y también tenían un contrato firmado por producción y esas cosas. ¿Pero quién los perdona por haber aceptado una grabación de esa naturaleza? Quizás si hubieran editado «Balada para un loco», un año después nadie habría podido objetar nada. Pero era demasiado evidente que el tema fue hecho de esa manera y en ese momento, sólo para vender discos.
LA ULTIMA DECISION
Arrastrando estas «desgracias musicales» los cuatro integrantes de los Walkers, cansados de caer, de tocar a disgusto, son inscriptos por su propia productora en el Festival Beat de Mar del Plata. Actúan, no pasa nada: gana justicieramente Arco Iris. Nuevamente relegados.
La misma noche que se presentan ellos, asiste al Festival —como invitadoLitto Nebbia para cantar algunos temas solo, con su guitarra. Después de la actuación se encuentra
con los Walkers:
«Escuchame loco —les comenta Litto— ustedes son buenos músicos, cómo pueden tocar esa música de porquería que están haciendo, esos temitas sin sentido no los van a llevar a ningún lado ni como músicos ni como conjunto».
«Nosotros tuvimos siempre gran admiración por Litto en particular y en general por los Gatos —cuenta Corre—sabíamos que quien nos decía tan duramente lo que nosotros ya intuíamos era un tipo respetable: aceptamos lo que nos dijo, le dimos la razón».
Ya antes de concurrir al Festival, los Walkers habían comentado entre ellos la posibilidad de cortar sus relaciones con la productora, y volver otra vez solos a elegir sus propios temas, a componerlos. Después de los carnavales decidieron que si algo les quedaba por hacer dentro de la música pop era redimirse como músicos, poder levantar la cabeza cuando hablaban con otro músico y demostrar a mucha gente, que esperó siempre grandes cosas de su parte, que los Walkers aún están vivos.
«YO TE DARE UNA MANO HERMANO»
«Cuando nos fuimos de la productora —dice Polo—pensamos en aquella conversación con Litto en Mar del Plata, y recordamos que él, amistosamente, nos había ofrecido sus temas. Lo llamamos». Litto aceptó rápidamente la idea sugerida varios meses atrás y rearmó un tema que él cantaba en sus primeros recitales como solista, «Tiempo», y compuso otro, especialmente para los Walkers, «Piensa en mañana». Tuvieron varias reuniones y comentaron las canciones a nivel musical. «Personalmente es una satisfacción enorme hacer temas para ellos —dice Litto, también entrevistado por Pelo— porque considero que los Walkers tienen muchas posibilidades como músicos y, además, porque humanamente son tipos extraordinarios, que no tienen falsos prejuicios y están abiertos a cualquier posibilidad de progreso. Lo hicimos todo entre amigos. Yo no me siento «el» compositor de temas que está allá arriba y que hace algo para que los otros triunfen. No, simplemente estamos haciendo algo juntos, para divertirnos, para hacer música en serio».
Esta es también la primera vez que un conjunto argentino graba un tema de otro músico que alguna vez fue su más aguerrido competidor: en los primeros tiempos Walkers y Gatos eran igualmente aplaudidos en los bailes (todavía no había recitales) y ambos figuraban como los dos grupos más vendedores de discos, al menos en la temporada ’67-’68.
Para Carlos «es sinceramente un orgullo hacer temas de Litto». Corre expresa su confianza en «la capacidad musical de Litto, porque es una garantía de buena música. por lo menos, honesta».
Polo cree encontrar en «Piensa en mañana» algo de «el estilo que nosotros siempre tuvimos, como si Litto hubiera captado nuestra esencia». Los dos nuevos temas que interpretan los Walkers, que por supuesto, cantarán en castellano, saldrán a la venta dentro de tres o cuatro semanas; para entonces los cuatro integrantes del conjunto confían en que ya estarán preparando el segundo disco de su nueva etapa.
«Quizás hagamos nuevamente temas de Litto, o tal vez no —explica Carlos—nosotros no hicimos ningún plan con él. Polo y yo también tenemos temas propios que nos gustaría grabar, inclusive algunos de ellos se los hicimos escuchar a Litto y le gustaron mucho. Tenemos ganas de demostrar que podemos hacer cosas mejores de las que hicimos». Esta unión entre Litto y los Walkers es la primera prueba de que la música popular argentina está superando sus primeras etapas de recelos y competencias, para llegar a un verdadero tiempo de cooperación donde lo que interese sea la música y no los grupos. Es además —con toda seguridad— la última oportunidad que tienen los Walkers para demostrar que son capaces de hacer música con calidad y es también el momento más grave de su carrera porque saben que el público y los críticos, después de este disco, se preguntarán si se puede o no perdonar a los Walkers de sus errores anteriores.