Influidos por Pink Floyd y Radiohead, Bauer tuvo que esquivar varios escollos hasta llegar a «Astronauta olvidado», su primer álbum. La nota de Sebastián Espósito, para el Vía Libre.
Para Bauer, las conquistas del hombre en el espacio tienen hitos y nombres muy distintos de los de la historia oficial. Aquí no hay Armstrong, Guerra Fría ni bandera de los Estados Unidos flameando en la Luna. Para el quinteto formado en Lanús, el espacio es un paisaje sugerido por Pink Floyd, Radiohead y Mšgwai, un viaje reemprendido entre los cosmonautas locales por Jaime sin Tierra en la segunda mitad de los años 90. Precisamente fueron ellos quienes dieron con «El avión ya se estrelló y yo sigo volando», un pequeño paso para el hombre, pero uno bien grande para el rock argento que prefiere las aguas de la introspección. Por momentos más turbulentas que las propuestas por las guitarras chirriantes y los excesos de virtuosismo.
Con «Astronauta olvidado», tercer lanzamiento de Nadar Solo Discos (sello que comparten con Interama y el cineasta Ezequiel Acuña), Bauer se establece e inicia una nueva etapa. Atrás quedaron los días de Polaroid tocando en un barcito de Lanús, e incluso los de su primera experiencia discográfica, el EP «Klee». «Fue una casualidad haber seguido con la banda -admite Julián Paz-. Gabriel, Martín, Quelo y yo hicimos la secundaria juntos y empezamos a tocar en esa época, a juntarnos en una sala para divertirnos. Después Federico se sumó a tocar la batería y el proyecto fue tomando importancia de a poco.» Entre 1998 y 2000, los gustos de cada uno se mezclaron con la incertidumbre de todos y el que iba a ver a Los Piojos no entendía al que sólo escuchaba heavy metal, mientras que el fanático acérrimo de los Beatles se sentía un extraterrestre. «Hasta que vimos a Jaime sin Tierra y nos dimos cuenta de que una banda independiente podía hacer otro tipo de música.» No era para menos, habían salido de Lanús y el estigma del rock barrial golpeaba sus puertas.
Polaroid era su nombre hasta que una carta de Polaroid Corp. los persuadió de que debían modificarlo. «Como estábamos en medio de un cambio musical no nos disgustó la idea. Buscamos un nombre en alemán y al principio nos gustaba Jurgen, por Klinsman, el jugador de fútbol. Era como para decir: «Esto no tiene nada que ver con nada». Seguimos buscando hasta que apareció Bauer, fácil de pronunciar y escribir, y cuando nos enteramos que quería decir campesino nos gustó aún más.»
Luego de Radiohead, de un EP oficial y de otro pirata y acústico, llegó la hora del largo. A encerrarse en verano para editar en invierno. ¿El método? Las músicas primero, las letras después, el trabajo en grupo siempre. «Así es como van saliendo los temas -cuenta Gabriel-. Aparece una idea, empezamos a improvisar melodías y una vez que tenemos una definida nos juntamos con Fede para ponerle la letra.» Y de ahí a la etapa final, a la limpieza previa a la salida de fábrica.
«Las letras que yo había escrito -se suma Federico a la charla- pasaron a manos de Quelo, él probó meterlas en los temas. Después sumó las que él había escrito y de ahí todas llegaron a Gaby. Con el tiempo nos dimos cuenta de que se estaba dando un concepto, que casi todos los temas hablaban de cosas similares.»
Como todo se hace en forma grupal en Bauer, el diseño no escapó a esa regla. Quelo ya había arrancado con unos bocetos y cuando la canción «Astronauta olvidado»pasó a titular el disco, los ajustó a ese concepto. No sabemos qué súperpotencia dejó en el espacio a su hombre, pero lo imaginamos rebotando con una mochila poblada de pins, un discman y muchos discos entre sus pocas pertenencias.