El baterista habla sobre “The Similitude of a Dream”, el álbum doble de The Neal Morse Band. Además, cuenta por qué vivió uno de los peores días dentro del estudio. Entrevista exclusiva con Rock.com.ar.
En los ’70, el rock progresivo vio nacer a sus discos históricos. Por sólo nombrar a cinco: “The dark side of the moon” de Pink Floyd, “Aqualung” de Jethro Tull, “Selling england by the pound” de Genesis, “2112” de Rush y “Close to the edge” de Yes.
En todos ellos, sus miembros percibieron que habían creado verdaderas obras de arte, sin preocuparse del todo por las ventas y los rankings (eso vendría después). La misma sensación de haber completado una pieza maestra, es la que Mike Portnoy sintió hace algunas semanas.
¿Se convertirá en un clásico? Lo sabremos dentro de un par de décadas. Lo que sí es cierto, es que el álbum suena fantástico. “Realmente pienso que ‘The similitude of a dream’ es muy especial –cuenta el baterista al otro lado de la línea-. Siempre trato de que mis discos sean buenos, pero cada tanto llega uno que supera al anterior. Éste fue el caso”.
-¿Cuándo fue la última vez que te habías sentido así?
-En 2008, con “The whirlwind”, de Transatlantic. Salió en 2009. En general, lo conceptual tiene un lugar fuerte en mi corazón. Es lo que más me mueve. Se me viene a la mente “Scenes from a memory” (1999), de Dream Theater. En todos los que hicimos con Neal hubo momentos o canciones destacadas. En “Sola scriptura”, “Testimony” y “The grand experiment”… y lo mismo con Flying Colors o Transatlantic. Pero esta vez, me enamoré perdidamente del disco entero.
“The similitude of a dream” está basado en el libro “Pilgrim’s progress”, de John Bunyan. Como acostumbra Neal, las letras tienen un gran componente religioso. Por ejemplo, en una entrevista con este periodista en febrero de 2015, el cantautor hablaba sobre “Following the call”, incluida en el CD anterior. “Trata bastante sobre Dios –decía-. También se trata de dejar atrás todo el pasado, y soltarlo”.
Esa temática es la misma que el grupo explora en “The similitude of a dream”, sólo que fue llevada un poco más allá. “Neal suele escribir las letras. Le es un área muy importante, sobre todo por el mensaje y la espiritualidad”, explica hoy Mike, y agrega que él no necesita sentirse “conectado religiosamente” con lo mismo que su compañero.
“Estoy de acuerdo con lo que componga, y también me pone contento no tener que hacerlas yo –se ríe del otro lado del tubo-. En Dream Theater escribía un montón, pero era una de las cosas que menos me gustaba. Con ellos tenía que usar diez uniformes distintos para grabar un disco, porque me encargaba de muchos aspectos. Y hacer las letras era lo que menos cómodo me ponía. Luego de la partida de Kevin Moore, me encargué de eso para llenar el espacio que quedaba. Pero cuando dejé Dream Theater, me sentí feliz de relegar la responsabilidad”.
¡Selfie! A partir de hoy, el grupo va a girar por los Estados Unidos. Luego, recorrerán Europa e Israel.
EL GRAN ARREGLADOR
Neal Morse está acompañado en esta travesía por Bill Hubauer, Eric Gillette, Randy George y Mike Portnoy. Sin embargo, este último es el “arquitecto musical” de la banda, aunque no figure así en los créditos.
-“The ways of a fool”, que compuso Bill, habla de algo distinto a las temáticas de Neal. ¿Cómo hacés para que ese tipo de canciones -ajenas al concepto- encajen?
-Ahí fue complicado, pero primero laburé con la música en sí. Una vez que él nos presentó el tema nos encantó, pero las letras eran melosas y no tenían que ver con la historia (risas). Así que las dejamos de lado y nos metimos con lo instrumental, ensayando en grupo. Para ensamblarla adentro de este disco conceptual, tuve que agarrar ciertas “progresiones rítmicas” y dispersarlas. Había una parte en “The ways of a fool” que la terminamos repitiendo tres o cuatro veces a lo largo del álbum, con diversas versiones. La mejor forma de introducir esa clase de temas es “presagiar” los riffs en canciones previas, o rearreglar ciertos fragmentos. ¿Me explico? Una vez que lo pudimos lograr, Neal reescribió la letra, pero manteniendo la melodía vocal que había traído Bill.
-Entiendo. Una de las mejores partes es la batería de “The battle”, y sé que la idea original vino de Neal Morse y su piano. ¿Cómo la trabajaste vos?
-Fue una de las pocas veces que grabé así, orquestando como si hubieran sido unas líneas de percusión. Empecé desde cero, y desde ahí armaron sus partes los demás. Creo que le agrega un toque progresivo y clásico a “The similitude…”. Terminó siendo una de las canciones con los ataques más agresivos del disco. Tiene algo de jazz y de Frank Zappa, y eso la convierte en una montaña rusa (risas).
-Tu tarea también fue dividir los tracks. ¿Por qué los cortaste en tantos, si tu idea era que los escucháramos de un tirón?
-Creo que, en un álbum conceptual, es importante hacerlo. “The whirlwind” había sido una pieza única de 75 minutos, pero no podíamos tener un CD con un solo tema. Lo mismo con “Six degrees of inner turbulence” (2002), de Dream Theater. En ambos casos, cuando los tocábamos en vivo sí eran un solo ente. Pero en un disco como este, separarlos en canciones cortas era lo más fácil. “The Wall”, de Pink Floyd, y “Tommy”, de The Who, fueron diagramados así. Son más amigables al oído.
-En tu Facebook publicaste que había diferencias entre las tres mezclas del disco (CD, vinilo y digital). ¿Cuáles son?
-La más importante está en la forma en la que “Breath of angels” se conecta con “Slave to your mind”. Porque ese es, esencialmente, el fin del primer acto y el comienzo del segundo. El primer CD termina muy abruptamente, y en el vinilo se enganchan en el medio del lado tres. Mientras que la versión de iTunes empieza y termina de principio a fin, sin cortes. Ahí sí que es un solo track. Pasé mucho tiempo con Rich Mouser –el ingeniero- para ver cómo linkeábamos todo de la mejor manera. Y si sos un audiófilo, vas a notar las diferencias.
-Mientras grababan “Slave to your mind”, surgió una pelea: vos querías que no fuera un disco doble. Incluso te referiste a ese día como “uno de los más complicados” que tuviste en el estudio. Cuando escuchás las canciones, ¿volvés a esos momentos?
-Sí, detecto el stress, particularmente en la batería de ese tema. La manera en la que escribimos y grabamos, es haciendo todo a medida que se presenta. Armamos una gran pieza épica, y grabo mis partes en tiempo real. Es un proceso muy rápido. Así que sí, cuando oís “Slave to your mind”, escuchás ese día inmortalizado. Puedo distinguir la frustración en muchos momentos, sobre todo en los fills. “Slave…” es una especie de estampa de aquella jornada tan estresante que vivimos.
-¿Cómo fue aquel día?
-Neal y yo siempre laburamos increíblemente bien, y casi nunca habíamos tenido desacuerdos. Así que esta fue una ocasión muy, muy rara, y un problema bastante difícil de solucionar. Peleamos porque yo no cambiaba mi cabeza, y quería que fuera un solo CD. Los otros le daban la razón a él, pero la confrontación era entre Morse y yo. Los demás están de acuerdo con lo que sea que decidamos nosotros dos… Cuando volví a mi hotel esa noche, tuve un sentimiento feísimo, porque Neal es uno de mis amigos cercanos y alguien con quien casi nunca había discutido. Es terrible cuando hay malas energías malas con un ser querido. Antes de irme a dormir, decidí que no tenía sentido seguir con esas fricciones. Así que dejé que las canciones me llevaran, en lugar de querer ser el timón del barco. Por suerte, al día siguiente todo fluyó como de costumbre.
-¿Y cómo te sentís ahora, sabiendo que “The similitude…” es un disco doble?
-¡No podría estar más orgulloso! Lo amo, y muchos de mis momentos favoritos están en el segundo CD, lo cual es irónico (risas). Diría que las partes más intensas de mi carrera están en los últimos veinte minutos. Así que me siento muy feliz. Tuve que luchar duro para llegar hasta donde quería, pero no me arrepiento. Lo mismo puedo decir sobre mi vida: hubo muchos conflictos, pero no cambiaría nada. Todos me ayudaron a seguir aprendiendo.
LADRIDOS INÉDITOS
-Cambiando de tema, sé que con The Winery Dogs tienen canciones nuevas para incluir en el DVD que filmaron en Chile el año pasado.
-Sí. Cuando grabamos el primer CD hicimos ocho covers, pero el único que terminamos fue “Moonage daydream”, luego de que muriera David Bowie. Los otros siete quedaron guardados. Richie no tenía interés en terminarlos, porque a diferencia de Billy y yo, no es un fan de los covers. Tratamos de convencerlo, pero no pudimos. Aparte de eso había más canciones descartadas, que van a ser parte de este disco en vivo. De las sesiones de “Hot streak” también hubo dos o tres que nunca sacamos. Una de ellas fue una versión de “Love is alive”…
-…de Gary Wright, ¿verdad?
-Exacto, y otras propias. Así que va a ser un CD extra con cinco o seis temas, que compila las cosas que no sacamos hasta ahora.
-¿Y planean girar por la Argentina con The Neal Morse Band, ahora que salió “The similitude…”?
-Sí, eso espero. ¡Dios, Sudamérica es uno de los lugares en los que más disfruto tocar! Sería una lástima que no pudieran escuchar este gran disco en vivo. Pero honestamente, no depende de nosotros. Yo viajaría a todos los países, aunque depende de los promotores contactarnos y hacernos una oferta. Estamos evaluando las posibilidades para mayo. Tienen el mejor público del mundo, ¡así que prepárense!