El cantautor uruguayo, ex bajista de No te va gustar, presenta su tercer disco solista «Meridiano» y repasa su trayectoria musical.
“El Meridiano viene de que ya estoy mucho más grande y veo mi dualidad permanente, la lucha entre la razón y el espíritu, los dos hemisferios, lo que te gusta y lo que tenés que hacer”, analiza Mateo Moreno, quien hace un lustro, junto a Emiliano Brancciari y Pablo Abdala, fundaba No te va gustar. Y en el pico de popularidad del grupo, luego de 12 años de carrera y de editar cuatro discos, decidió su alejamiento y emprendió otro rumbo. “‘La cresta es la parte más superficial de la ola’ así me lo enseñó mi viejo, que cuando me fui de NTVG me mando un telegrama con esa frase del filosofo brasileño Rogelio Duprat. Y es tal cual”.
Si bien es común que lo asocien con NTVG y él no reniega de ello porque reconoce que es parte de su vida, Mateo posee una formación musical impresionante (estudió piano, solfeo, guitarra, cifrado, armonía, bajo, lectoescritura, contrabajo, composición, lenguaje, física del sonido), es productor y docente, toca junto a Pitufo Lombardo y Martín Buscaglia, y fue convocado por Jaime Roos y Rubén Rada para participar en “Otra vez rocanrol” y “Amoroso pop”, respectivamente.
“Soy un buscador de formas, alguien que siempre está buscando una nueva forma a la cual poder adherirse y aprenderla. Soy muy curioso y necesito todo el tiempo un desafío. Si me va demasiado bien, me aburro”, explica el músico, quien acaba de editar su tercer disco solista, Meridiano, un excelente trabajo que se destaca por la variedad de ritmos, la magistral ejecución y la madurez compositiva.
A los 7 años tu mamá te manda a tomar clases de piano, si bien eras chico, ¿Fue el punto de partida que determinó tu inclinación hacia la música?
Fue el primer contacto que tuve con un profesor de música y mi madre tuvo la inteligencia de mandarme a esa edad. Desde ese día no pare de estudiar. Es que no paras de aprender, el que diga que es músico está mintiendo, yo me considero un aprendiz de músico. También Uruguay es un lugar muy musical y me crié en viviendas que tenían un patio interno y siempre había una o dos guitarras, una batería de murga, un bombo, plato y redoblante, y una cuerda de tambores, hice varias cuerdas. Iba a ver las murgas. Sumado a lo que escuchaban mis viejos en vinilo, siempre había muchos discos como el primero de Santana, que es casi instrumental. Lo escuche durante toda mi vida y después, de grande, me enteré que era el disco de Santana.
A los 13 años conoces a Emiliano Brancciari en el Liceo 10, ¿Cómo surge la idea de armar una banda?
Éramos dos hijos de madres separadas, éramos muy pobres, estábamos solos mucho tiempo y escuchábamos música con nuestros walkman todo el día para evadirnos de los problemas. Él escuchaba el primer disco de los Rolling Stone y yo el primero de los Cadillacs. Nos los intercambiamos (súper introvertidos los dos) y ahí empezó toda una movida. Fue como el primer momento musical, íbamos y veníamos caminando a nuestras casas escuchando un walkman y cada uno con un auricular. Se generó una gran amistad que continua hasta ahora.
¿Qué recordas de esos primeros ensayos?
Tocaba la guitarra y después me pase al bajo porque no encontramos bajista. Arrancamos cuando teníamos 14 años, era un momento seminal de aprendizaje, de quedarse sordo porque tocábamos a un volumen descomunal. Nunca hubo una conciencia, simplemente éramos puntuales por una cuestión de respeto a nosotros mismos, con 15 años quedábamos en una dirección para ir ensayar a determinada hora y ahí estábamos clavaditos. Después se fueron dando las cosas, nunca pensamos en grande. En Uruguay no había nadie de nuestra edad que viviera de la música sin ser un Jaime Roos que había compuesto 850 mil temas. Todos los músicos vivían de las mujeres o de dar clases 40 horas semanales. No había antecedentes. De alguna manera generamos, con otras bandas, un frente nuevo copiando y tratando de imitar lo mejor de los grandes artistas de Argentina, y mirando a los brasileños, los yanquis y los ingleses.
¿NTVG fue una especie de escuela para profesionalizarte, paulatinamente, en la música?
Claro que sí. Es parte de mi vida, fue parte de mi aprendizaje. Con NTVG hice el primer disco profesional, trabaje por primera vez con un productor como Campodonico (Juan, guitarrista de Peyote Asesino, que produjo “Solo de noche”), entre a grandes estudios, conocí los misterios del ser humano, lo que significa estar y hacer cosas en grupo, viaje por el interior de Uruguay, por Argentina y Europa.
Después de tanto tiempo juntos, ¿Fue una decisión difícil alejarte de NTVG?
Estas decisiones siempre son difíciles. Tenía miedo pero no me arrepiento porque sino hubiera decantado en algo negativo. Era una necesidad personal y con Emiliano siempre fuimos muy honestos e hicimos lo que quisimos con nuestras vidas.
¿Cómo fueron tus comienzos como compositor?
Empecé a componer a medias con Emiliano, pensábamos que era algo que se podía compartir y hacíamos unos híbridos que casi no quedo ninguno, porque eran una porquería. Ahí nos dimos cuenta que cada uno tenía que hacer sus propios temas.
¿Qué diferencia encontrás de componer para banda y para solista?
En NTVG no todos los temas que proponía quedaban porque no los iba a cantar yo y Emiliano los tenía que sentir. Ocurrió que le preste temas como “Te quiero más”, que me dijo: “Me encanta, quiero cantarlo yo”, o “Ya entendí”. Ahora la diferencia es que yo canto mis propios temas y puedo generar otro tipo de musicalidad.
En este disco se puede apreciar una madurez compositiva sobre todo en las letras.
Por autodefinición siempre fui más músico que letrista pero para este disco cambie la manera de componer y por primera vez escribí las letras como los viejos cantantes que escribían la letra y después la musicalizaban. Este disco es muy profundo y visceral, y quería que las letras prevalecieran más allá de la música, que las leyeras y fuera un texto, que tuvieran vida propia.
¿Cómo surgió el concepto “Meridiano”?
Me imagine que mi cabeza era un globo terráqueo y el meridiano de Greenwich era lo que dividía los dos hemisferios. El disco muestra la lucha existencial que tengo, la dualidad permanente que me lleva a aburrirme de muchas cosas.
Lo definiste como un disco de canción jazz, ¿A qué te referías con ese concepto?
En este disco está la improvisación y la canción juntas. Hay mucha improvisación porque tenía duplicados los músicos: en la batería a Martín Ibarburu y Roberto Rodino (batero de 50 años, de la vieja escuela del rock uruguayo), dos percusionistas (Federico Blois y Tato Bolognini); dos tecladistas (Ignacio Labrada y Gustavo Montemurro), dos guitarristas (Pedro Alemany y Alejandro Luzardo) y yo en el bajo. Entonces siempre uno de ellos estaba improvisando y el otro siguiendo el libreto. Ensayamos mucho pero grabamos todos al mismo tiempo, fue muy divertido. Además, quedo esa cosa libre que tiene el disco, tiene una cantidad de capas pero sin pensarlo. Para eso hay que tener músicos que se la banquen.
La lista de invitados es extraordinaria: Rubén Rada, Emiliano (NTVG), Chole Gianotti (Abuela Coca), Álvaro “Apagón” Albino (Congo), entre otros.
Hay dos maneras de invitar: Una, porque el disco no tiene mucha calidad entonces metes un invitado donde sea, y la otra, es cuando el tema lo pide, cuando escuchas el tema y se les ocurre a todos en el estudio: ¡Cómo le quedaría este tema a tal músico!. En el caso de Rada paso eso, o en “Hipocresía”, un tema muy social, que era ideal para Diego Rossberg, de Cuatro pesos de propina.
¿Cómo hiciste para juntar a todos esos invitados?
He participado en sus proyectos, de alguna manera estamos haciendo un intercambio permanente y hay una relación de respeto muto. Sinceramente me siento muy orgulloso, como cuando lo invite a Jaime (Roos) en el disco “Calma” y acepto después de haberlo invitado dos veces con NTVG y que me dijera que no. Tengo suerte, no se (risas).
El primer corte es “1000 velas”, un emotivo homenaje a Marce Curuchet (tecladista de NTVG que falleció en julio de 2012), ¿La música la habías hecho con él?
Teníamos una gran cantidad de música hecha. Como él estaba mucho con NTVG, cuando nos veíamos intentábamos juntarnos a tocar. Es su estilo favorito. Cuando falleció, yo sentía una necesidad de cerrar algo con Marcel y qué mejor que hacer un tema, invitar a los cantantes más queridos por él, hacer una letra y darle los derechos a su hijo. Trate que el tema sea como él lo hubiera producido. Todo el tiempo estuve evitando hacer un arreglo extraño para que quedara como a Marcel le hubiera gustado, por eso también es re mainstream. También no quería que tocara lo necro, de mal gusto.
El disco viene acompañado de un DVD.
Cómo desde 2010 no sacaba un disco, viene a ser como un regalo. Entonces incluí el Ciclo de autores para la gente argentina que no lo vio, hay unos temas inéditos. Aparte, pusimos un documental del proceso de grabación, la filmación casera de 8 temas, las letras porque no me entraron en el arte y los cifrados, que siempre había tenido ganas de ponerlos. Yo lo veo como dos discos.
El 31 de octubre vas a presentar el disco en La trastienda en lo que será tu segunda visita solista a Buenos Aires, ¿Qué nos podes adelantar?
Cómo hace tiempo que no vengo quiero hacer un show enorme, tratar de hacer la mayor cantidad de temas de este disco, quiero hacer temas de otros discos, mi versión de los temas de NTVG y alguna locurita más. Además, el 30 de septiembre voy a estar en Rosario y el 1 de noviembre en La Plata.
¿Cuáles son los planes a futuro?
Voy a tratar de producir menos y tocar más, no quiero aprender más (risas).
