Quizás nadie como los Shakers haya sido tan admirado y respetado por músicos argentinos. Si los Beatles y los Rolling Stones constituían en la primera época el modelo de conjunto entre los extranjeros, los Shakers eran la cúspide de la música de vanguardia para el resto del grupo e intérpretes en la Argentina.
La mayoría: Litio Nebbia, Carlos Altamirano, Billy Bond y otros de la época más lejana -y seguramente profesan- la más grande de las devociones hacia este conjunto uruguayo que encontró su gran etapa en Buenos Aires, pocos años después del resurgimiento de los Beatles en el plano internacional.
Los verdaderos gestores de ese grupo eran los hermanos Hugo y Osvaldo Fatorusso: algo así como dos genios intuitivos de la música que ya a los doce años tenían un trío de «jazz y música moderna» junto con su padre. Las presiones económicas y las artisticas (entiéndase manager y grabadora) que pretendían encerrarlos en una línea complaciente de regrabaciones terminaron por ajusticiar el grupo que, para no seguir alimentando a los buitres de la cultura popular, prefirió separarse. Pero antes dejaron una muestra majestuosa de lo que podían llegar a hacer con las alas libres: fue el long play «La Conferencia Secreta del Toto’s Bar», un álbum que, aún hoy, a cuatro años de su grabación, sigue conteniendo pautas e ideas de avanzada. Después de un triste momento posterior a la separación, donde tocaban cualquier cosa con cualquiera simplemente para poder seguir viviendo emigraron a los Estados Unidos. Allá están todavia, añorando su pan (Uruguay) y la ciudad que los reconoció alguna vez como grandes músicos (Buenos Aires). Con otro connacional formaron un trío llamado Opa. con el que trabajan en algunos boliches de la ciudad norteamericana.
A pesar de numerosas ofertas en Estados Unidos, no pudieron grabar por contratos oscuros que aún tienen vigencia en la Argentina. Las opiniones de los hermanos Fatorusso, obviamente, están un poco desconectadas con la realidad local. Ellos no pudieron vislumbrar la segunda época del movimiento de música de rock argentino.
Para saber cómo piensan, qué están haciendo y lo que opinan del sur que dejaron, la corresponsal de Pelo en Estados Unidos, María Marta Fernández, fue encomendada para que los entrevistasra. Este es el informe y las fotografías que envió:
«Acabamos de entrar al Golden Charriots, en este club trabajan diariamente los hermanos Fastorusso con su trío Opa. Ibamos invitados por Hugo, pero igualmente tuvimos que entrar por la puerta de atrás porque Pedro Pujó (esposo de María Marta) estaba sin saco y en este lugar parece que está prohibido. Al escucharlos, nadie lo puede creer: la afinación, las melodías, en todo parece que se estuviera escuchando a los Beatles. Hasta en una canción de feliz cumpleaños que cantaron para un invitado. Hacen varios temas de los Beatles: «Anochecer de un día agitado», «Something» y «Mi dulce señor», de Harrison, pero lo más genial del repertorio es una improvisación sobre candombe uruguayo y bossa nova, los dos ritmos que el conjunto lleva realmente en la sangre. Ya en los camarines Hugo y Osvaldo se disponen a hablar con nostros ya como músicos. Cuando se les pregunta sobre los Shakers evaden con bromas, como no queriendo contestar. Prefieren hablar del trío Opa. Para eso nos presentan a Ringo, un uruguayo de 26 años que toca la batería y es asombrosamente parecido al ex batero de los Beatles: «Estamos super bien con nuestro trabajo y tenemos tranquilidad -comenta Hugo-; dejarnos Brooklyn, donde vivíamos antes precisamente por eso: siempre existe la rivalidad entre portorriqueños contra italianos, entre negros y blancos.. Es un clima muy duro, de agresividad permanente.»
«Preferimos vivir alejados -arriesga Ringo-; no queremos grandes reuniones ni mucho circo: queremos hacer música y estar con nuestras esposas e hijos.»
Todo el clan, el trío, esposas, hijos, añoran el sur, se entusiasman con la idea de regresar a Montevideo, con el mate y con eso de «estar todo el día rascándose la panza», como dice Osvaldo. Pero después se convencen del destino que eligieron: «Muchos uruguayos emigran hacia aqui por el »aire acondicionado» -comentan- pero se pasan el resto del día lavando platos, llenando embutidos o en fábricas de carne, sin aprovechar lo que este país tiene verdaderamente de bueno, sobre todo a nivel cultural, desde los museos y espectáculos hasta los mejores cursos en las universidades. Nosotros tratamos de sacar ventaja de todo eso, más que de algunas facilidades más ostentosas y relacionadas con el confort americano.»
Desesperanzados frente a la música que se difunde en general, sólo parecen respetar a los Beatles (mejor dicho: los admiran) a Jobim y a Vinicius de Moraes: «Esos tipos sí que tienen vida», proclaman. «Mi esposa, Carlota, acaba de regresar de Buenos Aires -dice Hugo- y me cuenta que cera vez está asunto del veinticinco para música internacional en la radio: es el acabóse. Todo folklore, tango o si no esos conjuntos como la Barra de Chocolate, Almendra o Manal. ¿Qué cómo es que publican esa nota sobre un grupo (se refiere a Arco Iris) que a las 8,13 de la mañana toma el desayuno con un vaso de leche y después limpia la cocina. hace las camas y que se yo .. ¿Qué es eso, loco? ¿De qué estamos hablando?»
La distancia, cierto deslumbramiento por algunos confores -aunque lo nieguen- y una inesperada sectorización dentro de la música quizás desconecten a los ex Shakers con la realidad de su tierra, un lugar en el que ellos, mal o bien, aprendieron lo que saben.