Guillermo Bonetto, cantante de Los Cafres, analiza el boom del género y asegura que el éxito de su banda llegó en el momento justo.
Guillermo Bonetto es un tipo que hasta no hace muchos años llevaba dreadlocks y era mirado de costado por gran parte del público. Es la voz cantante de Los Cafres, probablemente la banda reggae argentina más importante, consolidada en un estilo que, como él mismo asegura, ya dejó de ser solamente una moda. Pasado el Pepsi Music, el lanzamiento del DVD y postergada la grabación del nuevo disco, la extensa charla toca varios temas.
– ¿Cómo esta la banda hoy?
Guillermo Bonetto: Muy bien, estamos con esto del DVD que salió, estuvimos preparando un disco que íbamos a grabar hace un par de meses y no se hizo pero que lo vamos a hacer ahora cuando organicemos un poco los temas… Porque tenemos toneladas de canciones y es dificil elegir cuáles queremos dejar… Bueno saldrá el año que viene, me imagino.
– ¿Que opinión tienen Uds. de éste material?
GB: Estamos conformes, es difícil grabar un disco en vivo y de una sola vez. Pero suena muy bien, lo mezclo Pedro Pierson, nuestro sonidista. El DVD está muy emocionante y la verdad es que no nos podemos quejar porque para ser nuestro primer dvd está muy decoroso.
– ¿Qué pasa por tu cabeza si te parás en el escenario del Luna Park y mirás tu historia musical hacia atrás?
GB: Es difícil eso. Tte doy un ejemplo muy simple: cuando en el otoño se caen las hojas del árbol, podes decir «pobre, se le caen las hojas»… Si las arrancás, te das cuenta de que estas arrancando algo cuando no es el momento. Pero cuando se cae no pasó nada del otro mundo… Es lo que debe pasar: era una de las posibilidades. De hecho, tardó bastante en venir y entonces, cuando llegó, fue natural. Mirando para atrás te digo que somos los mismos: el amor, los miedos, la entereza, la proyección, los sueños son los mismos. Decir que es lo mismo suena estúpido, pero el núcleo que genera la energía es el mismo, es como que nada cambió. Porque nosotros generamos el cambio, un poco involuntariamente, un poco a propósito; pero estoy convencido de que nosotros generamos el cambio.
– «Luna Park» es un poco la puerta de entrada para un público nuevo… ¿Cómo viven la respuesta de la gente?
GB: Buenísimo. La verdad, espectacular. «Luna Park» afianzó una etapa que arrancó con «Quién da más» y «Vivo a lo Cafre». Del 2004 a esta parte fue una época muy fuerte, y creo que éste fue el año que más respuesta hubo ante Los Cafres. Fue un año que demostró que vamos a seguir creciendo mucho.
– ¿Cómo logra reinventarse una banda de más de 10 años de trayectoria?
GB: Mirá, lo que nosotros hacemos es tratar de conseguir lo que soñamos. Y como lo que soñamos es muy difícil, siempre está lejos de lo que hacemos. Pero por otro lado, también aprendimos a valorar las cosas que van surgiendo en el camino a esa idea que tenemos. Uno aprende que es un instrumento, y no tanto un creador. Como una especie de antena, mediante la cual recibís y mandás. Y es una parte importante en la carrera, porque sino te comen. Así respetás y se respeta más lo que hacés.
¿Cómo evolucionan para no repetirse?
GB: Somos muy caóticos, pero eso nos da frescura, nos genera algo más. Siempre nos falta algo para hacer, las sensaciones nos tiran palabras y partimos de eso para generar la poesías y la música. No tenemos paranoia de superarnos… no me importa hacer 20 canciones en un mismo tono, no nos molesta.
¿Te das cuenta de que los temas más íntimos de la banda son los que más generan en el público?
GB: Sí, totalmente. Hay gente que se casa con «Este jardín». Es un flash, la música es mística.
¿Qué hubiera pasado si éste éxito te llegaba hace trece años atrás? ¿Te lo imaginas?
GB: Hubiera sido más feliz, pero mas endeble. Ahora tengo más seguridad en mi mismo, menos paranoia, menos fantasmas. Reconozco más el valor en mí mismo. No te olvides de que éramos la única banda de reggae que había y esa búsqueda como artista se traduce en dolor, angustias, dudas, inseguridades… y no disfrutás tanto de lo que hacés. Con el tiempo, empezás a respetarte, porque te das cuenta de que vos no sos un producto tuyo. Sos sagrado, vos sos Dios. Yo soy Dios, porque formo parte de todo ésto de miles de años de evolución.
¿Sos muy autocritico?
GB: Sí, soy terrible. Más que yo, no me critica nadie.
¿Cómo influye la familia?
GB: Yo creo que a todos nos influye. Nosotros componemos sobre lo de todos los días: uno siempre habla de su pareja, sus hijos, de lo que te duele… influye mucho, por lo menos a mi. Por ejemplo los hijos, siempre que estás mal, son un escudo muy grande. Cuando he estado mal, en algún show, recuerdo pensar en mis hijos y darle para adelante.
¿Cómo te llevas con las giras?
GB: Bien. Cuando son un poco largas, se hacen medio pesadas. Las giras son una parte muy importante en el músico. Sos como un marinero… tenés que aprender a lidiar con el dolor y la ausencia, pero por otro lado conocer gente que te hace sentir como en casa o conocer productores agradables que ponen todo para que salgan bien las cosas. Y muchas veces a todo pulmón, es muy difícil organizar un show, llevar la banda, instalarla y que todo salga bien. La gente no lo sabe, es muy difícil. Desde que la gente vaya, que se entere… Hay cosas que podrían no suceder y suceden, es como el dicho aquel que dice «…el universo se confabula para que las cosas sucedan…». Las giras son muy valiosas, vivís lejos de tu familia y amigos, pero te ayuda a reafirmarte como ser.
– De un tiempo a esta parte la movida reggae fue sumando una nueva ola de adeptos. ¿Pasa por una moda más que por una convicción?
GB: Mirá, son las dos cosas. La posibilidad de que el reggae sea más popular, hace que más gente le guste el reggae de verdad. Eso es cierto, es una cuestión matemática: 1+1=2. Pero lo otro también es cierto, y también es matemática. La masa, la gente que tiene más miedo, es la que más se copia de lo que hacen los demás. Pero el reggae es una música de lobos, no de ovejas. Es un creador de lobos, de pensantes, no de seguidores. Entonces el que le gusta el reggae, es porque lo disfruta en serio.
Los Cafres inevitablemente son referentes del reggae. En muchos momentos fueron críticos de que el rastafarismo sea moda y hoy, llenando un Luna Park, ¿cómo lo ves?
GB: Igual. Lo que nosotros criticamos en «Dreadlocks» es lo que podemos criticar toda la vida. Es un personaje fascista opinando, que soy yo bastante enardecido, que tiene los errores de ser un exaltado y un enajado y los aciertos de ser un observador. Dice cosas ciertas, usar dreadlocks no es moda es una cultura de la libertad, aunque el dreadlocks no tiene que ver intrínsicamente con el reggae. Porque antes de que se invente el peine, la gente usaba dreadlocks (risas)… Viene de la India, no de Jamaica o Africa.
De lo que habla el tema es de lo hueco que es a veces seguir algo con demasiado frenesí por una cuestión de pertenecer y estas buscando algo que ni siquiera existe en vos. En realidad el tema dice hacé lo que quieras, pero no lo hagas porque tengas miedo de quedar afuera de una situación. Eso es no escuchar lo que vos querés: disfrazarse de rasta quizás te deja más afuera de lo que crees. Nosotros no levantamos banderas, pero el romper con barreras, mitos, tabúes y miedos innecesarios que no son saludables para el ser humano es la idea, porque uno ya pertenece como persona, como ser humano, y es tan valioso como cualquier otro, sin necesidad de querer pertenecer a algo que quizás no quiere ser, pero está de moda.
– ¿Que canción actual de Cafres la pondrías en paralelo con «Dreadlocks»?
GB: Es difícil… el equivalente sería «Deja de señalar», es la misma sensación, es la misma bronca de ver algo que está atentando contra la salud. Es le hecho de seguir engañando a la gente con que necesitan líderes para ser felices… ¡es mentira! Los líderes necesitan de la gente para ser felices ellos, es todo lo contrario. Es un poco lo que paso con Los Cafres: nosotros dijimos siempre lo nuestro, no se lo impusimos a nadie y durante mucho tiempo mucha gente no tuvo idea de lo que eran Los Cafres y hoy por hoy nos dieron luz, nos iluminaron con un seguidor. Y hay gente que puede elegirnos o no, pero está bueno ser una opción mas.
Particularmente veo a Cafres como una banda espiritual…
GB: Qué bueno que digas esto porque es lo que somos. No todo el mundo se da cuenta de eso. Porque decimos muchas verdades, como es «Objeto sexual», donde hablamos de mirar a la minas y algunos dicen cómo van a decir eso y qué… ¿ellos no las miran? O sea, es mucho más espiritual que un sermón de un cura pedorro. Hay curas que son una masa, pero otros… igualmente hay gente que recibe esa espiritualidad con la música simplemente.
– ¿Te sentís un líder?
GB: Yo sé que en un punto soy un líder. Por lo menos en Los Cafres. Creo que soy líder de mi vida y eso genera como una especie de contagio. Pero no quiero depender de eso porque genera neurosis (risas). Soy un líder porque tengo un ego gigante que trabaja en mi beneficio en ese sentido. Yo lo siento adentro, lo sentí de muy chico, pero odio todas esas cosas de los líderes religiosos. Me parece detestable, si yo soy un referente me gustaría contagiar lo que en mi contagia gente como ser Osho, salvando las distancias, logrando un poder de reacción en la gente, impactarla con mi rebeldía. Por ejemplo cuando yo tenía dreadlocks, los asustaba, y cuando hablaban conmigo se sorprendían porque pensaba. Está limpio, no tiene piojos, ah! tiene hijos (risas).
– ¿Si tuvieras que dar un mensaje…?
GB: Que cada uno trate de encontrarse a si mismo. Suena a pequeña regresión: relajarse y darle más bola a lo que uno quiere y no tanto lo que las presiones externas nos inducen. Por ejemplo, en la elección de una carrera para un chico. Porque vas a tener que trabajar toda tu vida y muchas horas, y lo mejor es dedicarse a lo que uno desee. No tenerle miedo al fracaso. De eso se aprende un montón. Disfrutar de lo que la vida te ofrece y no siempre pensando en que necesitas un líder para crecer. La vida es una sola y más corta de lo que parece.
– El rock siempre se caracterizó por hacerse eco de la voz de los jóvenes. ¿Puede que el reggae, en algún punto, hoy esté ocupando ese lugar?
GB: Yo creo que el reggae hace eso hace mucho tiempo. Lo que es nuevo en Argentina es que suceda a nivel masivo. Es como el día de mañana va a pasar con el hip hop; hay muchísima movida, pero todavía no es masivo. Siempre la música representa a la juventud, o porque está hecha por jóvenes o habla de cosas que les pasan a los jóvenes… pero a los grandes también. La música tiene muchas menos fronteras de las que uno cree. Y esto es lo que hace que suceda, por ejemplo, el tocar frente a 25 mil personas y ver que hay chicos cantando temas que tienen 15 años… chicos de 17.
– Y muchos empiezan por Los Cafres.
GB: Y si, es que Los Cafres tenemos una trayectoria bastante larga, ese es el tema. A los dos años no te escucha nadie… (risas).