Con álbum nuevo, «Amor y paz», La Mississippi reflexiona sobre la independencia y sus 18 años de carrera. La entrevista de Silvina Marino, para Clarín.
«Llegamos a hacer una buena síntesis de nuestro propio estilo». Así define Juan Carlos Tordó, baterista de La Mississippi, el saldo de dieciocho años de carrera. Está sentado en uno de los sillones de su casa palermitana, frente a su amigo Ricardo Tapia, el cantante de la banda. Y, aunque Tordó se sumó un poco después al conteo que hoy da dieciocho, hay complicidad: mismo código, mismas anécdotas y mismo humor en la charla.
La Mississippi, que una vez se llamó Mississippi Blues Band (cuando cantaban sólo en inglés) pero que decidió cambiarse el nombre en su segundo disco (Bagayo), editó a fines del año pasado su décimo trabajo, llamado «Amor y paz». «Aquí hay mucho de lo que le gusta a cada uno: hay temas eléctricos, otros de blues pesado como Barrio Duro: es un resumen del blues que nos gusta pero también del rock y de todo lo que tocamos», cuenta Tapia.
Si hay un factor común en los trabajos de La Mississippi casi desde el principio fue la apertura musical y la búsqueda de una «no ortodoxia» blusera. Y esta libertad es la que aplican como método compositivo: «las bases del último disco nacieron en pruebas de sonido antes de algún show: a Cannavo (Claudio, bajista) le gusta inventar bases que después usamos», dice Tapia.
¿Cómo? ¿Componen en las pruebas de sonido?
Tordó: Cuando estás probando sonido en un teatro, tenés la infraestructura ideal y eso funciona como incentivo. Entonces, ahí nos salen las canciones.
Tapia: —Improvisamos cuando componemos. Pero en los shows nos atenemos a cómo son las canciones…
La Mississippi tiene una rutina que funciona hace años. Y es estricta: se reúnen los martes y jueves de cada semana en una sala de ensayo. A tocar, sí. Pero también, a tomar una cerveza, a hablar sobre una idea, a «delirar». Es lo que ellos llaman «logística», como una actividad ligada a su mote de independientes.
¿Es más difícil ser independientes?
Tapia: Difícil y placentero.
Tordó: No te olvides que tenemos que pensar en todo: no sólo en la música, sino, cómo la vamos a difundir, dónde vamos a tocar…
¿Cómo fue la experiencia con 4K Records?
Tordó: Con ellos hicimos 3 discos. Y después Mario (Pergolini) tuvo la deferencia de devolvernos los masters.
Tapia: Eso es algo sin antecedentes en las discográficas.
Muchos temas de La Mississippi parodian clásicos personajes populares. Como La balada de Jimmy Gerli, dedicada a un falso guitarrista que se quiere parecer a Hendrix y usa remera de Led Zeppelin y pantalón chupín. «Muchas canciones son chistes de gira», admite Tapia. Esa, como otras, es su forma de «abrir el blues». «Nuestra característica está en darle colores diferentes al blues», agrega. Y la apertura desde lo musical, también abarca su difusión adentro y afuera del país. Por eso, una pasada y futura gira por España (llevados por un misterioso mecenas aparecido gracias a la Web). Y un proyecto de «giras interbarriales», en las que los integrantes de la banda funcionan como una suerte de curadores de grupos desconocidos, a los que invitan a tocar por distintos barrios. Tal y como lo hicieron ya en el año 2001, aunque, con un panorama post-crisis; post-cromañón. Post-pappo.
¿Qué cambió?
Tapia: Pappo era una figura que nucleaba a todos, un pivote. Al morir, dejó un espacio vacío muy grande. Artístico, especialmente, más allá del blues. Ese bache todavía no se pudo llenar. De todas formas, el blues, como el reggae, tiene un público cautivo.
Los sigue gente de distintas edades…
Tordó: Sí, a veces, es gente de setenta y a veces, chicos pogueros. Estamos esperando que un día vengan todos juntos.