El bajista, ex Queens of the Stone Age, dice que luchar por los derechos de la banda «es absurdo». Además, dice que prefiere vender discos “antes que robar casas”. Entrevista exclusiva desde Bélgica.
“¿Ves? Ese que aparece ahí soy yo”, dice Nick Oliveri mientras agarra “Wretch” (1991), el debut de Kyuss. Es cierto: es el único miembro que figura en la tapa, camuflado detrás del título. En esa época, el músico tenía el pelo largo, y todavía no había dejado crecer su barba.
Oliveri fue siempre un gran compositor, y cuenta con -al menos- cinco discos icónicos en su Currículum Vitae. Aparte de “Wretch”, fue una de las mentes de “Blues for the red sun” (1992, también de Kyuss); los trabajos de Mondo Generator; y los ya clásicos “Rated R” (2000) y “Songs for the deaf” (2002), de Queens of the Stone Age.
Ahora está sentado en el camarín de La Zone, un pub de Lieja, Bélgica, en el que acaba de tocar con su “Death Acoustic Tour”. El cansancio se le nota, pero es entendible. “Ayer tuve el único día libre, después de miles de kilómetros. La última vez que fui al Reino Unido hice veinte shows seguidos, sin descanso. Y lo mismo en Australia. Son vacaciones, porque me divierten, pero a la vez implican mucho trabajo”.
Nick se sube cada noche sólo con su acústica. “Al no haber baterías, bajos o amplificadores de guitarra, no puedo esconderme. Algunos shows salen mejor que otros, pero ya no lo controlo yo”.
El setlist de hoy, una de sus últimas fechas por Europa, incluye canciones de Queens of the Stone Age, como “Autopilot”, “Gonna leave you”, “Six shooter” y “You think I ain’t worth a dollar, but I feel like a millonaire”. De alguna manera, son la columna vertebral del show. También toca “Green machine” y “Love has passed me by”, de Kyuss. Y obviamente, no faltan temas de Mondo Generator.
“Para esta gira en particular, vi que había muchas canciones buenas. A ‘All I’ve got’ no la tocaba desde hacía bastante. La última vez fue hace seis años, y ahora un amigo me recomendó que la rescatara. Por eso me perdí un momento, durante el puente (se ríe). Pero fue divertido, y le cambié un poco la cara al show”.
-En una entrevista dijiste que para sumar covers -como los de Roky Erickson-, realmente tenés que sentirlos. ¿Qué hace que te conectes con ellos?
-(Piensa). Creo que los puedo interpretar con un poco de convicción, y que los puedo cantar. No soy muy bueno con la viola, pero me rompo el culo para dar el 100%. Al bajo lo toco mejor, o al menos eso creo (se ríe). Pero me gusta rasguear la guitarra, y a varias de las canciones de hoy las escribí con una acústica.
-¿A ”Autopilot”, por ejemplo?
-Sí. Pero otras, como “Tension head”, fueron hechas con la banda completa. O quizás arrancaron desde una eléctrica.
-¿Hubo alguna que hayas intentado sin éxito?
-Sí, un montón. Es loco, porque temas de Ramones como “Endless vacation” funcionan acústicamente. “F.Y., I’m free” y “So high, so low” se adecúan, pero con “Girl’s like christ” no pude. Por otro lado, “Feel good hit of the summer” no es acústica y tiene sólo dos notas, pero es divertida y muchos se suben al escenario a cantar. Hace que todos sean partícipes. Cuando alguien toca un tema y no lo siente, me doy cuenta. ¡Parece como si tuviera una pista de fondo!
LA DURA TAREA DE VENDER DISCOS
-Sé que tu novia trabaja con cuero, y que sacaste algunos álbumes forrados así. ¿Cómo se te ocurrió?
-Sí, a esta campera la fabricó ella -se señala lo que tiene puesto-. Hace cosas muy buenas, y cada ejemplar se crea cuando la gente lo ordena: yo corto, y ella arma. Recién pusimos a la venta otro LP con ediciones numeradas, y los haremos a medida de que lleguen los pedidos. Como no estoy en casa ahora, no me fijé. Me olvidé de poner un cartelito avisando que no estaba (se ríe). No tengo la más puta idea de cómo llega la gente a mi sitio, pero por lo general posteo en Facebook y alguien lo ve. Cuando mi novia tiene tiempo libre, me dice: “¡Hagamos unas tapas!”. Hay una edición especial en cuero de “No Remorse” (1984), de Motörhead, que la amo. También hicimos otras con telas de ciervo. Si eso le duele a la gente, les pido disculpas. ¿Pero qué pueden hacer?
-¿Cuántos fabricaron en este tiempo?
-No recuerdo. Había veinte de un vinilo negro, otros veinte de uno blanco… y lo mismo con los CD’s. También tenemos una versión con una portada diferente, pero sólo la compró uno, y tuvimos que hacerla específicamente para él. De algo tengo que vivir, ¿sabés? Para el que lo recibe, es un valor agregado. Creo que vale la pena y que está muy bueno, y todo se hace sin una compañía. Es un pedazo de cuero al que se le imprime algo encima. El sello que sacó el “Best of” de Mondo Generator, en Italia, cubre a Europa y a Australia. Pero en cuanto a los Estados Unidos, no sabía cómo vender los discos. Si ofrecía las versiones normales, cada tanto aparecía una compra. Pero si les agregaba el cuero, se iban al toque. Quiero que la gente reciba mi música, y esta es la forma que encontré. Mondo Generator es una banda chica, así que no puedo hacer otra cosa. Trabajo muy duro para vender discos: aparte del cuero, meto trucos y bailo como un payaso de circo.
-¿Qué trucos?
-Tocar sin una banda, como esta noche. A veces hago más guita de la que podría imaginar, y otras estoy pobre como la mierda. Algunas salgo empatado, pero me divierte. Quiero que la música sea mi trabajo estable… y lo fue por un tiempo (se ríe). No quiero volver a Estados Unidos y tener que vaciar una casa. ¡No me gusta robar! Así que mejor salgo y toco acústicos. Fui parte de cinco bandas, y tengo material. Como nunca fui papá, ocupo mi tiempo en tocar.
KYUSS… ¿VIVE?
-¿Nunca pensaste en sumar a un músico a la gira, así podés agarrar el bajo cada tanto?
-Es difícil. Estaría bueno, pero si voy a hacer eso, prefiero directamente traer a una banda. Porque es casi lo mismo…
-John García está girando con un guitarrista, por ejemplo.
-Sí, pero porque él es un vocalista, y necesita a alguien que toque. A mí no me hace falta, porque sé cantar. No sé si lo hago bien, pero intento como un hijo de puta (se ríe de nuevo).
-Sé que compartís el tour manager con Brant Bjork. ¿Hay chances de que grabes con él?
-No lo creo. Él tiene su propia banda, y yo lo mío. Hicimos Kyuss Lives juntos, y después Vista Chino. Ahí se terminó.
-¿Volverías a colaborar con Queens of the Stone Age?
-Si me lo pidieran, sí. Y creo que Kyuss nunca se va a reunir. Josh –Homme- y Scott –Reeder- no quieren, así que todo se acabó. Como fan, pienso que el nombre debería pertenecerle a los seguidores. Que ellos se peleen por eso, para mí, es ridículamente absurdo. La idea de hacer un tributo, como Kyuss Lives, surgió porque hubo mucha gente intercambiándose nuestros bootlegs por un montón de años. Ellos mantuvieron el nombre, y para mí la banda es de los fanáticos. Es feo que, teniendo a tanta gente que quiere vernos, no podamos hacerlo. Creo que el grupo está más arriba que cualquier miembro. Cuando existía, tocaba en lugares para 300 personas, como en el club Bottom of the Hill, de San Francisco. Yo ya no estaba en la banda, pero fui el telonero y me subí a cantar “Allen’s wrench”. Repito que los que crearon esta cosa enorme, y hermosa, fueron los fans. Yo no soy el dueño de nada. Sólo quiero tocar.