El cantautor rioplatense presenta «Los prohibidos», una afromilonga bailable y reflexiva que mezcla beats, tambores y guitarras criollas.
“Tiene que ver con la admiración de ver a alguien bailar, de no poder sacar la mirada de ahí, y a la vez abre la pregunta: ¿qué es lo que nos mueve? –explica Julián Mourín sobre su nuevo single- Por otro lado, la canción busca hacer un puente entre ‘los pasos prohibidos’ de ahora y los de antes. Cuando empezaba a surgir el baile de la milonga a mediados del 1800, causaba admiración en la gente y, a la vez, en ciertos sectores se prohibía por indecente e inmoral. En Buenos Aires existe el registro de la detención de cuatro varones y dos mujeres en 1862 por estar ‘bailando y tirando cortes’. Más tarde, cuando el tango hizo furor en Europa, alrededor de 1910, algunos sectores más conservadores también lo prohibieron. Incluso el Papa Pío X lo prohibió por provocativo y pecaminoso”.
¿Cómo llega a vos la inspiración para componer esta “afromilonga”?
Desde hace tiempo que tengo un interés grande por el tema de los afrodescendientes en estas latitudes. Siempre me pareció que hay una desproporción demasiado grande entre el enorme aporte de la comunidad afrodescendiente a nuestra sociedad y el inmenso desconocimiento que hay sobre esto. En 2017 compuse y grabé un tema que se llama “Lindo quilombo (África en América)” que hace esta pregunta: ¿Contame qué estaríamos bailando hoy si no fuera por África en América? La idea con estas afromilongas es reivindicar esa herencia africana de la milonga, a través de la presencia de tambores y de las temáticas, entre otras cosas.
¿Cómo viviste la jornada de grabación del videoclip?
El video se dio de una manera muy fluída y rápida, sorpresivamente. Es un plano secuencia o sea que es una sola toma, sin cortes. Que haya sido en la Costanera Sur es una síntesis muy piola, está de un lado la Ciudad y del otro el río. Hay sillas de balneario, un chiringuito, un aire medio de verano como el que tiene el tema y a la vez medio porteño. Todo eso tiene que ver con mi música. Lo filmó y dirigió Ivo Ferrer. Su llevada y sus directivas fueron clave para que salga fresco y que tenga dinámica.
Tu último disco fue en 2020 y luego lanzaste singles, ¿te sentís más cómodo con este mecanismo que impone la inmediatez de la industria o estás pensando en lanzar un álbum en algún momento?
Estos singles son parte de un nuevo disco que saldrá entero el año que viene seguramente. Las portadas tienen esa coherencia en el diseño. Grabar un disco todo de una, como siempre se hizo, tiene muchas ventajas. Sobretodo para lograr una coherencia en el sonido y para que haya una idea o concepto de fondo que hile las canciones. El proceso de mi último disco fue muy intenso y me llevó a aislarme mucho de tocar y de lo social para poder terminar de componerlo, grabarlo y lanzarlo. Encima cuando casi lo tuve listo y era el momento para salir hacia afuera vino el 2020. ¡Fue un montón! Trabajar de a un single permite una fluidez que me vino bien. Poder seguir tocando, trabajar de distintas maneras para cada tema. Ahora el desafío es que los temas logren convivir estéticamente y se sienta como un mismo disco. Me gusta experimentar. Después sacás tus propias conclusiones. Los músicos hacemos lo que pueden con lo que hay. Si te da para un disco, genial. Si te da para un EP o un solo tema, también genial. Ya es un montón poder seguir grabando y sostener un proyecto artístico en el tiempo, a pesar de los miles de desafíos de la vida. Pensar en cuestiones de pro industria o de anti industria creo que es mucho para el tamaño de nuestras mini pymes. Corre el eje de lo importante.