Javier Herrlein tenía 8 años cuando tuvo su primer contacto con un instrumento. Su hermano estaba por formar una banda y necesitaba un baterista, por lo que decidió armarle una batería a base de un tacho de dulce. El encuentro de Mariano Durand con la música, también tiene que ver con su infancia. Estaba enamorado de una compañerita de quinto grado y ella estudiaba guitarra. Por este motivo, insistió en su familia, hasta que después de un tiempo le terminaron comprando una viola.
Un par de años después, sería su pasión por la música, lo que los llevaría a conocerse. «Fue en el año 98, en el conservatorio Julián Aguirre. Todos le decían Catupecu, Catupecu. En ese momento sacaron el video de «La Polca». Yo no tenía ni idea de quién era y me juntaba con él», contó Mariano.
Un día, Javier invitó a Mariano a que fuera a conocer su estudio de grabación. «Vinieron a grabar el disco de la banda que Mariano tenía con su viejo, La Lechera. Después de las sesiones nos quedábamos con él zapando. Finalmente armamos un grupo que se llamaba Cuadros Invitados. De hecho Marian la siguió hasta hace 3 años. Siempre fuimos amigos, siempre estuvimos en contacto», afirmó Javier.
De esta forma comenzó una amistad que a finales del 2011 dio como fruto su banda actual, El Mundo de las Azcuénagas, que se encuentra presentando su disco debut, «Sueños».
¿De dónde salió el nombre del grupo?
J: Algunos meses después de que nos juntamos a componer canciones y de que nos dimos cuenta que fluía bien la cosa, dijimos bueno hay que buscar un nombre para este proyecto. Teníamos varios que nos identificaban, hasta que llegamos a El Mundo de las Azcuénagas. Es una frase que decía mi hermano de chico. Cuando sea aburría de una situación, decía: «yo me voy a el mundo de las azcuénagas». Era como un punto donde se encontraba, un lugar de fantasía. Y con Marian creo que de alguna forma, lo que armamos con la banda es ese espacio de fantasía para nosotros.
¿Por qué decidieron ponerle «Sueños» a su primer disco?
M: Pensamos muchos nombres, yo me acuerdo que un día charlando con Javi le dije que me gustaba sueños. Es como el anhelo, desear tal cosa. En la fantasía del nombre del grupo que Javi decía recién, se mete todo adentro de un sueño. Así que quedó por eso.
¿Cómo fue el trabajo de composición juntos?
M: siempre fue bastante chistoso, porque en un principio los temas los hacíamos cada uno por separado. Ahora nos estamos juntando más a componer. Antes yo lo hacía en casa, le mandaba los temas a Javi por mail, él tocaba arriba, me lo pasaba y así armábamos las canciones. Era un ensayo por mail.
J: Estaba muy bueno porque no hay reparo de nada. Queda solo la devolución del otro. Cada uno da su opinión, fluye y después el otro devuelve.
M: Lo genial de esa época, fue particularmente como armamos una canción que todavía no pudimos terminar. Yo no soy pianista y Javi toca muy bien el piano. Le mandé una canción con 16 compases libres. Cuando me lo devuelve lo escucho y pienso que está buenísimo.
J: Es un tema que va a salir en cualquier momento. Viene siendo trabajado pero aún no está terminado, se llama «A través de la ventana».
Javier ¿Cómo te ves en tu nuevo rol de tecladista/cantante?
J: en realidad es mi nuevo rol a la vista del público. Yo empecé a tocar la batería a los 8 años. Pero a los once, mi hermano tenía un sintetizador en casa y yo le preguntaba cómo se armaban los acordes. A partir de los doce, trece años, cuando entendí cómo se armaban las cosas, me ponía a grabar en un cassette. Compongo desde muy chico, para mi no es nada nuevo tocar el teclado. Cantar en parte, no se si es nuevo, quizás es nuevo para lo nuestro, pero me gusta mucho y la paso muy bien. Disfruto armando los coros con Marian, las voces de los discos. La batería me encanta pero ahora no estoy tanto con eso.
¿Por ese motivo se buscaron a un gran batero como Fito Messina?
M: Yo a Fito lo conocí hace muchos años. Siempre lo tuve en un pedestal. Cuando empezamos con este proyecto, Javi que es muy amigo suyo me dijo que iba va a tocar con nosotros. Me agarró un poco de cagazo. Es un señor baterista y una persona re copada. Así que todos los nervios que pude tener cuando toqué la primera vez con él, se fueron yendo al conocerlo, porque es un tipazo.
M: Por el otro lado a Mariano Juárez, el bajista, lo conozco de tocar. Estuve siete años con él, es un músico de puta madre. Cuando hablamos con Javi sobre a quién llamar para el bajo, los dos pensamos en él.
¿Cómo plantearon las temáticas de las canciones?
J: Somos bastante espontáneos en la composición. Cuando nace la idea de una canción y nos gusta, vamos por más y le terminamos dando la forma. Creo que tratamos de ser lo más honesto posibles con nosotros en cuanto la escritura de las letras y el armado de las melodías. Es mostrar lo que somos nosotros en ese momento.
¿Qué planes tienen para este año?
M: tocar mucho, mostrarnos más. Creo que básicamente es eso, uno no toca para quedarse encerrado en su casa, queremos mostrar lo que tenemos.
¿Por qué dejaron sus proyectos para hacer El Mundo de las Azcuénagas, qué les llamó la atención?
M: Siempre tuvimos nuestra amistad intacta, por más de que no nos vimos por años. Lo que me tentó de esto era tocar con él, una materia pendiente que teníamos. En un momento bastante heavy mío, salimos con Javi me dijo yo un día voy a armar una banda con vos, devuelta. Fue la amistad, el amor, lo que me atrajo a esto.
J: Primero y principal lo que dice él. Que hayamos vuelto a tocar juntos, es una cuestión de química, lo que mueve a los grupos de personas. Cuando hay esa conexión las cosas se acomodan y fluyen.
¿Qué te llevó a irte de Catupecu Machu?
J: Creo que las relaciones humanas tienen un punto de corte cuando la química no fluye, cuando no hay nada en común. Fue una cuestión de incompatibilidad de la convivencia, porque en Catupecu yo disfrutaba mucho la música, disfrutaba tocar, las giras. No me quejo de nada, porque es el tipo de vida que a mi me gusta, sino lo lógico hubiera sido que después me arme un negocio de zapatillas, ponele.
J: Hubo una incompatibilidad personal, fue eso lo que nos distanció. Me parece que las relaciones humanas cuando no conviven están bien que se separen, como así está bien que se junten, que eso nos pasa con Mariano.
El grupo estrenó el videoclip de «Te sigo al lado», el primer corte de la banda. Grabado en la parte subterránea del teatro el globo con Lisandro Olivera como cámara.