Con casi 15 años de trayectoria, es uno de los mejores secretos de Buenos Aires. Cruzan Nick Cave con el tango y hacen un culto de Poe, Baudelaire y la angustia. La entrevista de Mariano del Mazo para Clarín.
Ser melancólico en Buenos Aires es casi un subrayado. Ahí andan, bordeando estéticas portuarias que de tan amplias se disuelven (en un abanico que puede ir del folclore balcánico al tango), bandas o solistas como Pequeña Orquesta Reincidentes, Cristian Basso, Me darás mil hijos, Falsos Profetas, Adamantino y más, muchos más. Como Angela Tullida, un grupo que hace un culto de los climas opresivos, de la angustia existencial y de poetas como Poe y Baudelaire.
Con casi 15 años de trayectoria y apenas un casete y dos CD editados, los Angela Tullida nacieron por aburrimiento y casualidad en un departamento porteño de estudiantes universitarios. Pero existe una prehistoria y hay que rastrearla en Bariloche. De esa ciudad son Franco Varise y Pablo Pérez, que ahora fuman y beben un mediodía de placita de San Telmo. «Eramos como montañeses que escuchaban Joy Division —dicen—. Nada de ropa oscura. Nos gustaba esa densidad pero nos vestíamos como hippies. Y nos matábamos con Sisters of Mercy».
Varise y Pérez vinieron a Buenos Aires a estudiar Comunicación Social. Se hicieron amigos de gente que compartía la romántica apología del desgarro y tocaban en departamentos. «Se fue formando la banda. ¿De dónde viene lo de Angela Tullida? No nos podemos acordar. Fue un juego de palabras, pero las circunstancias quedaron en la bruma».
El anís de hoy me cayó mal y volví, cargando y trepando… /Me comí tu cara de felicidad y cantamos / el último vals en soledad, dicen en El anís, del disco Misería que acaba de salir y que presentarán los jueves 14 y 21 en El Club del Vino. Los instrumentos definen a Angela Tullida: violín, guitarra, piano, farfisa, acordeón. Imposible, igual, no pensar en la Pequeña Orquesta Reincidentes. «Bueno, sí, tiene que ver. Empezamos casi juntos. En los 90 compartíamos shows en La Luna. Ellos eran los Reincidentes y nosotros ya valorábamos esa elegancia, ese profesionalismo. Nos dimos cuenta que había forma de hacer otra música en Buenos Aires.» Las netas influencias de artistas como Nick Cave, Sisters of Mercy, Tindersticks, fueron completadas por la música francesa. Y el tango. «Nos redondeó la idea —dicen—. Siendo del interior, nos pusimos a indagar en el tango. Un universo notable».
Fuman, explican, se interrumpen. Es Pablo Pérez quién defiende lo que él llama «la militancia romántica». ¿No corren el riesgo de caer en la impostura? Varise susurra un «puede ser… El riesgo existe. Pero finalmente no estamos apostando nada. Somos un grupo de amigos comprometidos con una estética. Nadie gana dinero aquí. Nuestro mayor triunfo es cuando escribimos una buena canción. Y ser consecuentes: aspiramos a conmover, no a divertir. Cuando nos salgan temas alegres será la perdición».