El sábado presentarán su nuevo disco, producto de extensas giras y sesiones de estudio. Ellos mismos nos relatan cómo fue el proceso.
Sábado a la tarde, día soleado. Estuvimos con Diego Frenkel, Sebastián Schachtel y Colo Belmonte, integrantes de La Portuaria y responsables de uno de los discos más interesantes del año.
– El disco anterior de ustedes («Me mata la vida») salió en el 2001. En solo dos años la situación del país cambió radicalmente. ¿Qué expectativas tienen con el nuevo disco?
Sebastián: todo el proceso político del país fue para nosotros como un caldo. Seguimos tocando, componiendo, seguimos siendo músicos. De alguna manera, seguimos haciendo lo que más nos gusta y trabajamos en lo que es este disco.
¿Creen que se traduce algo de la situación del país en el disco?
Diego: no de manera literal porque no somos, en relación a las canciones, tan literales. Pero seguramente no hay ningún elemento socio – cultural que se separe a la hora de hacer una canción. No estamos desconectados personal ni receptivamente de lo que pasa en el mundo e influye permanentemente. No se bien porqué, en los últimos años, está la idea de que debe haber una respuesta literal a las coyunturas sociales pero para mi es casi empobrecedor.
Sebastián: por otro lado, la coyuntura social es un entramado complejísimo. ¿De qué se puede hablar? De la corrupción, de diputados coimeros… uno convive con eso aún hora.
Diego: además que angustia, terminás de ver las noticias y ponés una canción y escuchas las noticias otra vez. Sería como un mundo sin salida, casi un entorno totalitario. Creo que la posibilidad que tiene cada expresión artística es de metaforizar la vida y abrir algunas puertas a cosas que están vivas todo el tiempo. La realidad no es una sola.
Colo: Uno refleja en la obra lo que pasa externa e internamente. Vos después hacés tu propio cocktail con las sensaciones que tenés, con tu propia evolución, con tu trayectoria y los vas volcando en lo que estás haciendo. Durante el EP, con una Buenos Aires llena de cubiertas prendidas y de toda esa convulsión social, obviamente nos pasaba por adentro por ser parte de lo mismo pero tampoco lo reflejamos en la obra literalmente porque no es el modo. En este disco nos sucedieron un montón de cosas internas, como banda, que hicieron que este disco tenga estas características tan para afuera.
– Hay cambios de sonido y estilo bastante notorios entre disco y disco, ¿creen que esto sucede intencionalmente o sale sin premeditación?
Sebastián: en verdad, los que componemos la banda somos bastante inquietos musicalmente y La Portuaria no es una banda de estilo, sino que está impregnada de un montón de influencias. Es cierto que antes de empezar un disco uno descarta un montón de cosas y deja pasar otras y en eso hay una elección estética. Sabíamos que este disco iba a tener cosas que no tuvo el EP, que fue muy tranquilo. Queríamos que tuviera un componente más rítmico y fuerte, esa premisa la teníamos antes de grabar. Después pasa que en el trayecto hay cosas que van apareciendo.
– ¿Cómo fue el proceso de grabación y composición? ¿Cómo fue la dinámica entre ustedes?
Diego: entre giras y tardes de Buenos Aires, de estar armando temas en una combi, una prueba de sonido, seguirlos en un hotel. Entre esa mezcla de ámbitos que suscribieron la creación de «10.000 Km». después decidimos volcar todo ese material en un estudio mediano donde se hizo la pre producción. De un repertorio de veinticinco temas quedaron trece y ese fue un laburo intensísimo de dos meses. Después grabamos las bases y mezclamos; todo esto con la producción de Diego Vainer que fue nuestro compañero y el que dirigía la ruta de la cual nosotros éramos los actores, iba como organizando nuestros deseos.
– ¿Qué tipo de influencias hubo durante la grabación de este disco?
Colo: hay temas que tienen características entre lo acústico y programación. Hay otros temas que tienen un balance diferente donde aparece el acordeón y donde lo acústico tiene un peso mayor. La verdad es que el material es muy diverso y tiene como zonas más íntimas y otras como que van directamente disparadas. Lo que nos fue sucediendo, que tiene que ver mucho con el tránsito y con el viaje, es que fue influenciado por muchas zonas y muchas cosas que nos fueron pasando tanto en casa como afuera. No se si hay directamente un artista o estilo, tuvo mucho que ver con la convivencia interna la cuestión de las influencias.
Diego: si ves el disco que se llama «10.000 Km.» como un viaje, lo podés ver como un viaje en el tiempo, en el espacio, como un viaje hacia adentro, hacia fuera, como un viaje psicodélico y lisérgico; lo podés ver con todos los términos que la palabra viaje tiene. Y en todo viaje hay muchos estados y los estados de ánimo son los que van determinando el disco. Las influencias son más que nada lo que va pasando en el viaje; algún disco que apareció y fue disparador de alguna idea, algún ritmo que estaba guardado en el archivo de la mente desde hace muchos años y se lo recicló.
– ¿Vienen de familias de músicos?
Sebastián: mi mamá tocaba el piano y el acordeón pero no era música profesional. Pero si vengo de una familia que le gustaba mucho la música, había muchos discos en casa y muchísimos conciertos. La música estaba muy presente en casa.
Colo: mi papá un día fue a buscar a mi mamá para que cante en su orquesta, se conocieron arriba de un escenario. Mi hermana también es música y formamos una banda toda la familia. Ese fue mi inicio.
– Qué conflictivo eso…
Colo: Si, de todo. Fue como aprender, desaprender, amarse, separarse… todo junto arriba de un Cadillac.
Diego: claro, nunca lo había visto eso. Te da toda la experiencia para un grupo después. Si tu primer grupo es tu familia después no podes tener muchos quilombos.
Colo: estuvimos de gira durmiendo toda la vida en el auto, en los hoteles y en un Cadillac ’47, una cosa muy pintoresca.
Diego: mi papá laburaba tocando el contrabajo con cantantes y tocaba mucho jazz. Después dejó de ser músico profesional y se dedicó a la economía a los veintidós años, cuando yo nací más o menos. Después él tocaba canciones en la guitarra, me enseño a tocar flauta. Y mi mamá siempre fue muy melómana, escuchó muchísima música y mucho más rock. Y también una influencia familiar fue mi tío, la primer banda que vi en vivo fue la de mi tío que tocaba covers. Me acuerdo que tocaban un cover de Creedence, «Walking on the street» y que me quedó tan impregnada hasta el día de hoy que toco ese tema y me emociono.
– A lo largo de La Portuaria han pasado varios integrantes que luego devinieron solistas, ¿por qué creen que se dio eso?
Diego: porque tienen personalidades muy fuertes y mucho caudal artístico. Personas como Axel (Krygier) o Christian (Basso) podrían perfectamente formar parte de una banda pero sin duda tienen una gran necesidad de reafirmarse como compositores ellos mismos.
– ¿Estuvieron grabando un video por estos días?
Diego: si, de «10.000 Km.». El tema habla un poco de la aventura, del trayecto, y siguiendo con esta idea del viaje, decidimos hacer del clip todo un viaje a caballo en el campo personajeados de lo que a cada uno le hubiera gustado ser, mezcla de superhéroe y lo que uno es.
Sebastián: si, pero francamente muy fuera de nuestros atuendos de músicos en el escenario, como unos personajes inventados.
– ¿Qué se puede adelantar del show del sábado en el Ateneo?
Diego: el sábado vamos a tocar como el ochenta porciento del disco, muchas canciones que venimos tocando de giras del interior y en Buenos Aires no y muchas canciones que no habíamos tocado desde que La Portuaria se volvió a reconformar y que la gente viene pidiendo show tras show y que hemos decidido incorporarlas con mucho placer y satisfacción para nosotros porque las queríamos tocar. Así que es un show múltiple musicalmente con material nuevo y de antes.