El músico El Soldado, quien en sus inicios alcanzó reconocimiento público por haber sido el asistente de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, consideró que ser un artista «independiente» es una situación «de conveniencia».
Con una trayectoria de más de 20 años que le permite tomar distancia de su pasado junto a Los Redondos, El Soldado rompió un silencio discográfico de casi ocho años con un compacto trabajo que reúne diez composiciones originales, que se caracterizan por la efectividad en sus líricas y un estilo musical en el que conviven el rock, el folk y el country.
«Nunca tuve la experiencia de estar en una compañía, pero no sé si es tan malo o es tan heroico. Hoy en día, ser independiente es una cuestión más circunstancial que heroica», manifestó a Télam el artista, que acaba de lanzar «Potros», su séptimo disco de estudio, que será presentado el sábado 22 en la sala Caras y Caretas, ubicada en Venezuela 370, de esta ciudad.
Para esta placa, el músico contó con la colaboración de destacados colegas como el bajista Martín Aloé, ex Cienfuegos; el legendario Juan Rodríguez, en batería; el productor Tino Moroder, en guitarra; Fernando Rusconi, en teclados; y Federico Goglia, en guitarras.
También hay invitados de lujo, tales los casos de Hilda Lizarazu; Tito Losavio; el violinista Sergio Poli, recordado por sus colaboraciones con Los Redondos; Pedro Conde; y Lucas Herrera.
Entre las nueva composiciones, en donde El Soldado saca a relucir su estirpe de trovador rockero, hay una canción dedicada a Luis Alberto Spinetta («Sonriente») y otra en homenaje al periodista Jorge Pistocchi («Su eterno retorno»).
Con una agitada agenda en los últimos años con presentaciones casi semanales en distintos puntos del país, El Soldado encarará su show en Caras y Caretas acompañado por su habitual banda, integrada por Moroder, Aloé, Rusconi y Juanito Moro, el hijo del recordado Oscar Moro, en batería.
En diálogo con esta agencia, El Soldado habló de «Potros» y los motivos por los cuales se tomó tanto tiempo para editar un nuevo trabajo; recordó su pasado junto a Los Redondos y analizó el panorama actual de la música.
-Télam: ¿Cómo fue el proceso de grabación de «Potros» y por qué tardó tanto tiempo en editar desde su último trabajo?
-El Soldado: Fue un proceso largo, tenía las ideas de las canciones pero no me puse a trabajar hasta que me di cuenta que había pasado mucho tiempo sin tener novedades. Así fue que rompí con la inercia de no hacer. Tenía bocetos, el génesis de las canciones, y sólo tenía que ponerme a trabajarlas. No se trató de una cuestión de falta de voluntad el no haber editado en tantos años. El ejercicio hace al hábito.
-T: Se nota un particular cuidado en las letras. ¿Cómo aborda esa labor?
-E.S.: Es importante el cuidado en lo que vas a contar. Puede ser una historia simple, pero me interesa ese cuidado. A mí me gustaría ser otro, porque uno está atado a algunos rasgos que lo hacen a uno, aunque quisiera escapar de esas ataduras, tomar distancia.
-T: ¿Qué podría comentar sobre su estilo musical?
-ES: Yo abrevo en la música que escucho, trato de cultivar ese estilo pero hago lo que mejor me sale.
-T: ¿Qué cosas siente que se perdieron de la escena de los ’80?
-ES.: Las cosas mutan. En esa época hubo una efervescencia y una diversificación musical que se extraña. Había una cosa de frescura que ya no está porque eso pasó como a oficializarse en los ’90. Se produjo una masificación que hizo que todo cambie. Pero en los últimos años hay un resurgimiento de una nueva escena.
-T: ¿Qué aprendizaje de sus años con Los Redondos aplicó a su carrera?
-ES: Más que nada en lo logístico. Aprendí, incluso, de sus fallas. Aprendí todo lo que tiene que ver con montar un show, qué cosas se tienen a favor, cómo utilizarlas, y cómo acomodarse cuándo no se tienen esas cosas. También me sirvió para tomarme con naturalidad el hecho de subir a un escenario. Yo nunca sentí pánico escénico, que no es poca cosa.
-T: ¿Cree que ya logró sacarse de encima el peso de Los Redondos?
-ES: A esta altura, sí. Antes había una confusión, me preguntaban cosas como si estuviera atado con un cordón a ellos y tenía que aclarar todo el tiempo que no tocaba con ellos. Los pibes también me tomaban como un nexo entre ellos y la banda. El contar con El Indio (Carlos Solari) y Skay (Beilinson) de invitados en mis discos alimentaba todo eso, que duró bastante hasta que hice un trabajo de tamizar la cosa.
-T: ¿Qué visión tiene de todo lo que se generó alrededor del show del Indio en Olavarría?
-ES: Hubo mucha confusión y las redes sociales a veces son más jodidas que los medios porque genera un universo que luego se traslada a los mismos medios. Las opiniones pueden ser válidas pero no mueven la aguja de nadie, sino el fiscal tendría que preguntar la opinión de todos y sacar de ahí una conclusión, y no es así. Hay condenas, censuras, incluso de gente del rock, lo cual es extrañísimo. La cultura rock es libertad y amplitud de conciencia, así que si un colega cae en eso, le diría que, por favor, cambie de canal. De todo modos, el Indio y su producción van a tener que rever algunas cosas. Es imposible que no lo hagan. El Indio se apoyó en algo que después no llega a consolidarse por parte de la producción. Un espectáculo tan grande es muy difícil de abarcarlo, pero estoy a favor de que El Indio siga haciendo shows porque le hace muy bien al rock, más allá de las revisiones que va a tener que hacer sobre cómo llevarlo a cabo. Pero, como dije antes, lo que yo pueda decir no aclara nada. Es sólo una visión.