La banda santafesina grabó en Mendoza las bases del que será su quinto disco, mientras prepara la salida del cuarto: el acústico Intraural. La entrevista de Laura Araujo, para el diario Los Andes.
Este es el año del renacimiento de Cabezones. La banda de Santa Fe volvió de su exilio mexicano de casi un año con un acústico de belleza despojada, «Intraural» y con la grabación en nuestra provincia de un nuevo disco, el quinto, que aún no tiene nombre pero que, según César Andino, su cantante, «tendrá un título que conecte con nuestro estado de ánimo, un volver a empezar».
El plan, después de editar el elogiado «Eclipse (sol)» en 2003 por el sello Pop Art, era grabar su continuación, «Eclipse (luna)», pero las circunstancias torcieron el destino. Apareció un nuevo integrante, el guitarrista mendocino Leandro Aput (ex In Puribus) quien, según Andino, «era una energía nueva que queríamos incorporar» y, por otra parte, «no queríamos que se nos asociara con los discos de los mexicanos Maná («Eclipse», «Sol» y «Luna»), ya que tenemos estilos diferentes. Lo nuestro es algo que podríamos definir como ‘power dark alternativo'», explica Andino.
Las bases de las canciones del nuevo disco, que en agosto estará en la calle, se registraron en el estudio mendocino Fader Records. Sólo los guitarristas Esteban Serniotti, también productor, y Leandro Aput, junto al baterista Alejandro Collados, pasaron por nuestra provincia. Los Andes estuvo durante una de las jornadas de grabación -le dedicaron cinco días- para adelantar los nuevos sonidos de la banda. El líder y letrista de Cabezones, César Andino, completó conceptos en una posterior entrevista telefónica.
En el estudio
Es mediodía. Todavía no llegan Esteban Serniotti y Alejandro Collados. En la laptop que atesora el ingeniero de grabación de Fader, Carlos Beguerie, están las guitarras y las baterías que los músicos han registrado. Allí se leen nombres como ‘Mar’ o ‘Héroe’ y también, algunos que sirven como guías, «Smashing», «The Cure» o «Stone». Quizá algunas influencias que los músicos no están demasiado seguros de confesar, pero que algún oído aguzado puede descubrir detrás de no pocos acordes.
El sonido es arrollador y ya se puede adivinar, a pesar de la precariedad de los arreglos, que los nuevos temas pondrán eufóricos a los fans de la primera hora. «Este disco se viene más roquero, más para adelante, para saltar, para moverse. Es… alegre, dentro de lo ‘alegre’ que puede ser Cabezones», explica Serniotti. Para Andino además, «está más cerca de «Alas» (trabajo de 1999). Tiene su energía cruda e inocente».
-Ustedes tienen un estudio propio en Buenos Aires ¿Por qué vinieron a grabar a Mendoza?
E. S.: En realidad, el estudio que tenemos en Buenos Aires es muy chico. Y la última vez que vinimos a Mendoza, Carlos nos mostró el lugar y nos sentimos muy cómodos. Estuvimos muy contentos con el sonido que logramos. También porque escuchamos lo que grabó Karamelo Santo y nos gustó.
A.C.: Por otra parte, aprovechamos la sala que es muy grande. Hay pocas así en Buenos Aires. Logramos otra amplitud y dimensión en el sonido. No hay efectos, y la batería suena grandota. Aparte, salís a la calle y ves los piquitos nevados de la montaña. Es algo increíble. Me imagino que para los mendocinos debe ser recomún pero para nosotros es un respiro diferente y una fuente de inspiración.
-En este disco estará Leandro Aput ¿ cuál fue el aporte del músico mendocino?
E.S.: nos renovó porque él es repositivo. Puso muchas ganas y entró en una etapa en que la banda lo estaba necesitando. Además, tenemos cosas en común. Él también es del interior y tuvo que lucharla igual que nosotros, nos sentimos hermanados por un montón de experiencias. Con respecto de lo musical es buenísimo, se duplicó la fuerza y en vivo es otra cosa.
– «Eclipse (sol)» tuvo muy buena recepción. ¿Es difícil igualar esa experiencia?
A.C.: Pero «Eclipse» fue muy arriesgado, tampoco fue fácil. Volvíamos de México y tuvimos que empezar de nuevo. Y aunque ahora muchos están esperando este disco, algunos ya nos han olvidado.
-¿Por qué se fueron a México?
E.S.: Nos fuimos con todo el problema De la Rúa. También porque ya habíamos exprimido «Alas». En Buenos Aires ya no podíamos hacer mucho. Surgió la posibilidad de hacer un disco allá y lo aprovechamos. Ahora queremos volver para presentar «Eclipse».
-Da la sensación de que manejan dos tiempos, los de su aparición oficial en Buenos Aires y los de su historia como banda del interior.
E.S.: Sí, es así. Nos damos cuenta cuando tocamos en el interior. Ahí nos conocen desde antes. Siempre te dicen que tenés que ir a Buenos Aires para que pase algo, pero nosotros no seríamos lo que somos si no fuera por la gente del interior. Hicimos el camino al revés.
-Esteban, ¿cómo es producir a tus propios compañeros?
E.S.: En realidad, se dio como algo natural. Siempre estuve ligado a la composición. A partir de nuestro alejamiento de Sony, decidimos hacer todo solos. Como ahora tenemos un estudio propio podemos experimentar las cosas que nos quedaron pendientes de la época de «Eclipse».
-¿ Y cómo es la relación con los otros músicos?
E.S.: (le da una risa tímida) Es difícil porque tengo que cumplir dos funciones. Al haber tanta confianza se permiten cosas que no tendrían que pasar. Pero como somos una familia nos decimos todo lo que haga falta. No es fácil, pero así decidimos trabajar. Nosotros tenemos una visión clara de lo que queremos hacer. Llegó el momento de hacerlo solos y acá estamos.
«Intraural»: desenchufado y mínimo
Escuchar «Intraural» es como espiar a César Andino cuando se impone la tarea de la composición. Tiene ese sonido despojado que suele dar un poco de pudor a quién lo escucha delante de otro. Es pura intimidad. Este acústico, con seis temas de «Eclipse (sol)» -«Abismo», «Irte», «Lejos es no estar», «Globo», «Lunes» y «Silencia»- «representa las canciones que más nos conmueven», dice Andino y continúa, «y que por estar en formato acústico fluyen más. Por eso lo que uno dice llega de otra forma. ‘Lejos es no estar’ está dedicado a mi hija Sofía. Eso hace que se me llenen los ojos de lágrimas muchas veces y son cosas que no puedo comunicar de otra manera.»
-¿Cómo surgió la idea de hacer «Intraural»?
C.A.: De casualidad. Estábamos ensayando para una gira en la costa y sólo quedábamos Esteban y yo. El resto de los chicos estaban de viaje. Empezamos a experimentar con diferentes sonoridades. La voz tan nítida fue algo que nos gustó. A la vez, esto era un desafío.
«Son dos voces y tres guitarras -explica Serniotti-. Es algo que se puede reproducir en vivo. La idea era lograr intimidad, hacer mucho con poco. Se escucha todo lo que pasa y pasa de todo».