El conjunto de Necochea El Plan de la Mariposa presenta su brillante cuarto disco, «Devorando Intensidad», en el cual arriesga a un sonido más electrónico y pop siempre con el rock, el funk, la psicodelia y los ritmos latinos como base.
Para este flamante material, el septeto compuesto por los hermanos Andersen (Sebastián y Camila en voces, Valentín en guitarra, Máximo en teclados y Santiago en violín), Andrés Nör en bajo y Julián Ropero en batería convocaron al ex Árbol, Edu Schmidt, para la producción cuando, tras largos años de conocerse, los planetas se alinearon y él se encontraba de gira por la Costa y ellos craneando las canciones en su ciudad natal.
«Vino de visita, le mostramos los demos que habíamos grabado y nos hizo una devolución muy interesante –cuenta Sebastián–. A la siguiente semana estábamos trabajando, fue todo muy fluido, de alguna manera se dio solo. Nos aportó provocación, una refrescada energética, llevábamos más de dos años trabajando en las canciones. Vino a desordenar y ordenar con su violencia amorosa característica y un oído muy sensible».
El grupo que el próximo año cumplirá una década de formación viene de un largo camino de tres discos previos a este reciente álbum en el que tuvieron que afrontar el desafío de superar la buena repercusión lograda con «Danza de antalgia» (2015) -los materiales previos son «Brote» de 2011 y «Trance habitante» de 2013- y lo consiguieron con 13 energéticas canciones que ubican a «Devorando intensidad» como uno de los mejores trabajos nacionales de 2017.
Para el frontman, «Danza…» fue álbum bisagra que surgió de un tiempo muy emocional, atravesando duelos y caminos de ripio en la existencia de El Plan de la Mariposa y en comparación con el novedoso larga duración agrega: «‘Devorando Intensidad’, en cambio, está cargado de un nuevo alivio de una energía pujante de agradecimiento por estar vivos. Es un impulso en el camino de El Plan. Fue creado con furia, con pasión, metidos horas y horas en el taller puliendo cada parte sintiendo muchas canciones para elegir las que más corazón tuvieran, las que más se conectaran con nuestro sentir».
¿Tomaron algo de aquellos ítems que funcionaron en «Danza de antalgia» para aplicarlos en este?
«Devorando Intensidad» es nuestro cuarto disco y sentimos que tuvimos inevitablemente en cuenta todo el camino recorrido, porque todo fue y sigue siendo parte de un aprendizaje. Es un camino tras las canciones, buscando que un sentimiento se pueda canalizar en una canción, y cada día profundizar en el viaje de hacerlo. Lo vivimos como una bendición, con mucho agradecimiento el poder estar haciendo lo que hacemos.
Muchos de ustedes son familiares, ¿cómo queda la relación en la banda una vez terminada la grabación de un disco?
Queda fortalecida, es el momento de festejar. Pudimos hacerlo nuevamente y logramos llegar al final de un proceso que siempre es tormentoso. El hecho de poner todos los criterios alineados lleva trabajos, charlas, discutir, apasionarse con ideas y soltarlas y volver a agarrarlas. Y el amor es lo más importante y lo que nos une, el amor de hermanos el de amigos y el amor por lo que hacemos.
Es interesante cuando un grupo arriesga en su sonido, y ustedes lo hicieron en este CD sumando más electrónica a un estilo bailable latino que ya tenían; se nota más presencia de teclados y sintetizadores y un sonido más pop. ¿Se piensa en cómo puede repercutir un cambio musical en el fan al componer o prefieren que sea el público el que se amolde a las creaciones de la banda?
La postura está atravesada por la intimidad creativa. El momento en el que las canciones nacen, en la pequeñez de una guitarra y una voz, nada está envuelto en especulaciones, es un momento puro y así debe ser para que luego el cuerpo de quien lo reciba sienta esa pureza y se acerque o se retire según sus sensaciones. Tiene que ver con conectar la mente con el alma o el espíritu, con generar que las emociones fluyan en el ser desbloqueando, derribando. El término «fan» o «fanático» no nos sienta muy ameno ni buscado, eso es parte de un vacío que la sociedad de consumo genera en sus integrantes, ese vacío es inherente también a nosotros y parte del trabajo es despegarnos de él. Nuestra intención es que las personas que vengan a vernos en vivo o que escuchen El Plan lo hagan sin esa carga, que puedan seguir alertas a sus sentimientos colectivos e individuales y no adormecidos por el fanatismo. Los que quieran bienvenidos son a formar parte de este viaje, que disco a disco va teniendo oscilaciones que tienen que ver con el vestido que mejor le quede a las canciones que vienen.