Iván Noble acaba de editar «Intemperie», un disco intimista, lejos del rock y más cerca de la canción «a secas» que los anteriores. La madurez y su hijo, razones principales del viraje. La entrevista de Pablo Leites, para La Voz del Interior.
Dicen por ahí que la experiencia no consiste en la cantidad de cosas vividas sino en la cantidad de situaciones sobre las que se ha reflexionado, conclusión ésta a la que de todas maneras se llega más tarde que temprano. Debe ser por eso que Iván Noble se muestra hoy, en sus canciones y en sus palabras, más lejos que nunca del estereotipo rockero y hormonal que gastaba en su época de Caballeros de la quema.
Casi 40 años de vida, esposa e hijo (Benito, nacido el año pasado) y tres discos como solista, el último de ellos Intemperie, todavía calentito, se erigen como testimonios de esa madurez a la que él mismo afirma haber llegado. «A los veintipico no tenés mucho para confesar, sos inmortal y no te importa nada. Ni hablemos de mirarse al espejo y poner eso en canciones. Ahí la cosa es salir a llevarse el mundo por delante. Después, el mundo te pega un par de sopapos (y también besos) e intentás escribirlo», arriesga para justificar el tono confesional e intimista de Intemperie, su disco más «sabinesco». Es que si bien ya era posible establecer un link entre el esposo de Julieta Ortega y el autor de Y nos dieron las diez, es en el último disco de Noble donde las letras, los arreglos y la intención se ponen al servicio de una sola cosa: la canción lisa y llana. «A secas», según él músico. «No tenía ganas de hacer otro disco de rock y me parecía hasta cobarde no hacerme cargo de que si me gustan las canciones tenía que hacer esto. El rock es hormonal, le tiene mucha fe al volumen. Para mí, el poder de la canción se expresa en un tipo sentado al piano o con una guitarra y muy poca cosa más. Por eso se llama Intemperie, porque las canciones están muy desabrigadas».
-Le pasó a Vicentico, a Ariel Mínimal y hasta a Calamaro. ¿La canción es una evolución lógica en un rockero?
-Si me dieran un iPod y me mandaran a algún lugar lejos, elegiría llevar canciones. Leonard Cohen, Frank Sinatra, Tom Petty, Chico Buarque, Tom Waits, Bob Dylan y mucho tango. Creo que los que venimos del rock estamos haciéndonos cargo recién ahora de que a la canción no hay con qué darle.
Es cierto: hay referencias muy concretas a cada uno de los nombrados en el disco: mucha guitarra con slide, atmósferas despojadas y un clima de entrecasa en el que cabe perfectamente un hijo pequeño. Como que la mano que aparece en el arte de tapa es de Benito.
«El tono confesional tiene que ver con circunstancias personales concretas y con la edad. Este disco es un reflejo de mí, hoy. Una cosa es ser pendejo y salir de cacería todas las noches a ver qué pasa, y otra es hacer un disco de canciones escritas sentado en el sillón mientras cuidás a tu hijo que está gateando. No tiene un clima, es un disco de entrecasa», enfatiza Iván.
-En una de las letras decís que cada cual es cartonero de su suerte. ¿Te fue bien cirujeándole a la fortuna?
-Sí, seguramente mejor de lo que merecía. Trato de no perder de vista que me dedico a un oficio muy gratificante y que mucha gente que es mucho mejor que yo no puede hacerlo, justamente por no tener suerte.
-Eso en lo laboral, ¿y en lo personal?
-La vida me ha tratado bien, a la fecha, pero el destino es un cabrón. Hoy estoy en un momento luminoso, pero uno no sabe de qué lado va a caer la taba.