El músico presenta Tangos bajos, un documental y álbum con nuevas versiones de su repertorio, acompañado por artistas como Andrés Calamaro, Vicentico, Fito Páez y Dillom.
Daniel Melingo, un artista en constante movimiento, está transitando una etapa de revisión y resignificación de su obra. En los últimos meses, ha presentado adelantos de un ambicioso proyecto que combina cine y música: Tangos bajos, un documental y disco en el que repasa su repertorio con la participación de diversos músicos. Entre los adelantos ya publicados, se encuentran nuevas versiones de Pesar, con Pity Álvarez; Narigón, con Pablo Lescano; y Anda, junto a la cantante francesa Ryukin.
Desde Buenos Aires, donde disfruta del verano porteño antes de retomar sus giras, Melingo cuenta que pasó cuatro meses recorriendo Europa y que en marzo volverá a viajar al viejo continente. Además, en julio abrirá su circuito de conciertos a África, con presentaciones en Egipto y Marruecos, además de Turquía y Grecia. Su música se mueve por festivales de world music y cine, y recientemente ha sumado un nuevo proyecto: una línea de vinos en Mendoza, lo que lo ha llevado a participar en eventos que combinan música y enología.
El documental Tangos bajos, que él mismo dirige, tendrá dos líneas narrativas: una recorrerá su repertorio a través de versiones de distintos artistas, y la otra abordará la evolución del tango desde sus orígenes afro en 1860 hasta la actualidad. Para esto, ha reunido testimonios de historiadores como Felipe Pigna, cineastas como Lucrecia Martel y Luis Ortega, y músicos como el Tata Cedrón. «Es un trabajo casi etnomusical», explica Melingo en una entrevista con Daniel Flores, y destaca el valor cultural del proyecto más allá de la industria discográfica.
Mientras avanza con la película, que se estrenará en marzo de 2026, el músico sigue lanzando singles con artistas de diversos géneros y generaciones. Además de los ya publicados, adelantó que en los próximos meses saldrán colaboraciones con Andrés Calamaro, Fito Páez, Vicentico, Juli Laso, el Tata Cedrón y figuras de la escena urbana como Dillom y El Doctor. «Me parece un personaje entrañable y muy original», dice sobre este último.
Uno de los momentos más significativos del proceso fue su acercamiento al Tata Cedrón. Aunque compartían muchas conexiones en el ámbito musical, nunca se habían conocido en persona hasta que el propio Cedrón lo llamó. «Yo tenía demasiado respeto como para animarme a contactarlo», reconoce Melingo, quien recuerda con admiración el primer encuentro. Desde entonces, han forjado una estrecha amistad y grabaron juntos Piove en San Telmo, con letra de Luis Alposta.
El proyecto también incluye colaboraciones con artistas franceses como Clara María, Ryukin y Juliette, la última gran representante de la chanson francesa, además de Philip Cohen Solar (Gotan Project) y el italiano Vinicio Capossela. Melingo aclara que él no impone ninguna canción, sino que cada artista elige qué tema versionar, lo que ha dado lugar a interpretaciones múltiples de algunas composiciones. «Es fascinante ver cómo una misma canción puede resignificarse con cada voz», señala.
Si bien nunca había hecho un repaso de su carrera, considera que era el momento indicado para hacerlo. Desde La ópera del linyera en 2022, empezó a mirar hacia atrás con una nueva perspectiva y siente que este proyecto le permite revisar y resignificar su legado. Sin embargo, no descarta que el próximo año vuelva a enfocarse en material inédito: su último álbum de estudio, Oasis, se editó en 2020.
Dueño de sus propios masters, Melingo tiene en su poder un extenso archivo de grabaciones inéditas y proyectos que puede retomar cuando quiera. En el ámbito cinematográfico, se apoya en cineastas como Luis Ortega y Lucrecia Martel, además de su hijo Félix, quien estudia cine y trabaja con él como asistente de dirección y producción. «Siempre la amistad y el compañerismo le dan un valor agregado a la obra», concluye Melingo, quien sigue sumando caminos a su inagotable búsqueda artística.