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Con calma, Karma dio el gran paso

  • La Gaceta de Tucumán
  • 30 junio, 2007

Los tucumanos dieron su primer show propio en Buenos Aires. Ésta nota detalla cómo fue el viaje, sus espectativas, el recital y las conclusiones. La nota de Facundo Pereyra y Franco Vera, para La Gaceta.

La consigna es la misma desde hace más de 10 años: ir despacio, midiendo fuerzas para entrar a cada lugar en el momento justo. Así fue que Karma Sudaca decidió que era el momento de desembarcar en Buenos Aires con su primer recital propio, con las luces enfocadas sólo en la banda, y no como telonera de otra.

Ese trabajo fino que Karma hizo durante largos años, acompañando a bandas o participando en festivales, fue el que abrió el camino.

«Era un paso que teníamos que dar, teníamos que jugarnos y esto fue una cuestión de pálpitos, sentimos que era el momento», dice Tony Molteni, el cantante, con la cabeza más fría, 24 horas después del show en El Teatrito. La tarea está mecanizada por Karma, a partir de los buenos frutos que dio su trabajo en Tucumán primero, en el norte después, y en provincias tan lejanas como Mendoza y Santa Cruz, finalmente.

Relajado en la butaca del ómnibus que lo trae de regreso a Tucumán, Tony explica que antes del show estaba ansioso, al igual que sus compañeros Calavera Maidana, Colo Vernieri y Cacho Palomino (y las otras 13 personas que formaron parte de la comitiva). «Era nuestro primer show solos, y aunque sabíamos que veníamos sumando de a poco, no sabíamos cómo nos iban a recibir», confiesa.

Todo bien

El balance de Tony es sumamente positivo. «Es raro… quedamos muy conformes, nos fue mejor de lo que pensábamos tanto en cantidad de gente como en onda, porque conocían las canciones y vivieron el show casi como se los vive en Tucumán… fue impresionante», asegura el cantante. Una de las cosas importantes es que el nombre de la banda empieza a estar más presente en la escena porteña y nacional. «Apostamos mucho al boca a boca, que fue lo que nos ayudó a crecer cuando empezamos y tocamos para cinco personas; acá empezamos con más de 300 que se fueron contentas y van a hablar de Karma. En nuestro próximo recital van a ser el doble… bueno, eso espero», dice y suelta una tímida sonrisa. Esa cadena está apoyada por la presencia que Karma tuvo la semana previa al show en diarios, radios y canales especializados de Buenos Aires. Este recital, según Tony, estaba planeado como para saber dónde está parado el grupo. «Necesitábamos saber si la gente que salta, hace pogo o canta cuando tocamos con otra banda nos hacía el aguante o se entretenía mientras esperaba al grupo principal… Y si, nos hacen el aguante a nosotros», señala contento. Por eso, ya están preparando un nuevo encuentro con los porteños en el mismo escenario, tal vez en julio.

Una demostración

Más allá de los objetivos artísticos de la banda, hay uno que para sus integrantes no es menos importante: demostrar que en el interior hay buenas propuestas, y que no hace falta vivir en Buenos Aires para que las cosas funcionen. «Yo, personalmente, no tendría problemas en quedarme tres meses o un año en Buenos Aires. Pero no me radicaría ahí porque integro una banda tucumana que puede tocar allá, y a eso voy a defenderlo siempre», dice con seriedad, como si estuviera firmando un compromiso público con el público local. Tony está engripado, cansado por el ajetreo (estuvo 12 días en Buenos Aires dando entrevistas, tocando con Kapanga y luego en El Teatrito, entre otras cosas). Llega a la terminal de Tucumán, se cuelga la mochila al hombro y sale para su casa. «Voy a dormir una semana, no me llamen», les dice a Chimpi, Charlito y Francis, tres de los miembros de la «familia» que viajaron con él de vuelta.

Expedición por la fría ciudad de Buenos Aires

Cruzar la avenida Corrientes puede convertirse en un desafío tipo «Expedición Robinson», y más si quienes lo intentan no son porteños de ley, sino 19 tucumanos en plan de paseo y producción de fotos.

El Colo Vernieri está obsesionado con las elecciones porteñas (que finalmente dieron como ganador a Mauricio Macri), y ante cualquier pregunta dispara «yo estoy con Filmus». Tanto es así, que le pide al fotógrafo de 4 AM que lo retrate junto al afiche del candidato oficialista. «La verdad es que me molesta la campaña que hicieron con la foto de artistas, es muy dura, dice ‘yo estoy con Filmus’, como si fuera una orden», explica después. Pero se niega a sacarse una foto junto a un afiche callejero Macri.

El frío porteño cala los huesos de estos provincianos que, en medio de la avenida más ancha del mundo, se acomodan para que el Obelisco no quede en primer plano. Tony Molteni está decaído, la gripe está en su pico, y en unas horas tiene que cantar en El Teatrito. Se arropa, se cubre del gélido viento, y sigue contando chistes y haciéndole bromas a sus amigos.

Charlito Morales, el stage que se ganó un lugar del lado de adelante del escenario para tocar la guitarra acústica en «Sin olvido», se cruza ante la cámara con insistencia. «¡Casco, salí de ahí!», le gritan los demás entre carcajadas.

En la Plaza de los Dos Congresos, las palomas ponen en alerta al Colo. «Les tiene miedo», dice alguien desde el montón. «No -aclara él-, están llenas de itas», y se ríe. Nadie le cree, pero él pasa por el medio de las aves para satisfacer la inquitud del fotógrafo, que quedó obnubilado por la cantidad de pájaros que se juntan allí.

Los diputados

Frente a la Cámara de Diputados, los cuatro karma posan y tratan de pensar en qué harían si estuvieran del lado de adentro. «Y… depende de cuán armados estemos…», dice Tony. Calavera Maidana solo pediría permiso para ir al baño, y Cacho Palomino, el serio de esta excursión tipo egresados de 5º año, dice: «haría una ley para bajar los impuestos de los lugares donde se toca y se hace arte, y una buena partida presupuestaria para la cultura». El Colo hace su aporte en ese momento, para afirmar que «Filmus dice que lo va a hacer». Claro, esto fue antes de las elecciones que ganó a Macri.

El recorrido va llegando a su fin, y el portón de El Teatrito, todavía cerrado, se abre para que la banda empiece la prueba de sonido.

Las bromas y la alegría siguen adentro, mientras se va preparando todo. Nada está fuera de las previsiones, excepto el estado de salud de Tony, que habla con dificultad. Pastillas y brebajes de todo tipo no alcanzan para que levante, y a alguien se le ocurre recurrir a una medida extrema. Manzana es el encargado de inyectarle una «bomba» de Celestone. Tony se siente mejor. Todo está en calma.

Recital inolvidable

Durante una hora y media, unas 350 personas descubrieron o confirmaron que Karma Sudaca es una banda fuerte, que moviliza y lleva a saltar. Que tiene canciones pegadizas que permiten acompañar desde abajo, y transmite fuerza, energía y buena onda.

El sábado, Karma hizo su primer show autoigestionado en Buenos Aires. Fue en El Teatrito, y el balance fue positivo para el grupo (ver «Con calma…»).

Los nervios previos al recital, acentuados por el estado gripal del cantante Tony Molteni, desaparecieron cuando la banda subió al escenario con «Camaleón». No importó que Tony tuviera problemas en la voz, y a pesar de que le costó llegar a los tonos altos que son su sello personal, pudo salir adelante y contagiar al público (no de gripe, claro). Colo Vernieri, Cacho Palomino y Calavera Maidana dejaron todo, como siempre, y empujaron con fuerza hacia adelante.

El recital tuvo picos de emotividad, como cuando el público coreó a voz pelada temas que en el norte son clásicos, como «Buscándote en las sombras», «Fantasma urbano» o la versión de «Se armó la gorda», en la que participó como invitado de lujo el fiestero Mono, de Kapanga.

Charlito Morales puso lo suyo con la guitarra acústica en «Sin olvido», uno de los temas nuevos, y Alfredo Díaz hizo lo mismo con el charango, en «Corazón de carnaval».

Un show inolvidable, por lo que significó para el grupo, y por cómo sonó.

Después fue la fiesta, en la casa de la Kolo (la agente de prensa en Buenos Aires), con muchos amigos e invitados. Abrazos, emoción y brindis a lo grande.

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