En medio de su ciclo versionando al músico norteamericano, Fernando Goin nos comenta sobre su disco y su forma de sentir la música.
Los domingos de septiembre Fernando Goin estuvo presentando su disco «Fernando Goin sings Dylan», en Clásica y Moderna. Editado por Acqua Records, este disco presenta versiones de temas de Bob Dylan pasadas por el tamiz propio de Goin, uno de los mayores representantes del country blues de nuestro país.
En el disco además de la banda de Goin -integrada por Luis Taboada en guitarra y Carlos Rotondaro en bajo y ukelele- participan Black Amaya en batería y Santiago García en guitarra y lap steel.
Los estuches de las guitarras sobre un piano, una camisa a cuadros, luces amarillentas y velas iluminando a los músicos delante de una pared de ladrillos, creaban un clima íntimo e ideal para que Goin, encantador desde lo leve, lo sutil, vaya dando paso a la serie de temas elegidos del disco, como One more weekend, Alberta (tema tradicional versionado por Dylan), o Abandoned love, tema poco difundido de Dylan. A ello se sumaron temas como Don´t let your deal go down, Poor Ellen Smith, This train, Hard times, Milkcow blues -que forman parte de sus dos últimos discos- y una exquisita versión del tradicional Blue moon.
Entrevistamos a Fernando Goin para que nos comentara acerca de su disco, el cual probablemente siga presentándose en el mes de noviembre en el mismo espacio cultural. Goin y su trío participarán del San Pedro Country Music Festival el 1º de octubre.
– ¿Cómo nació «Fernando Goin sings Dylan»?
Fernando Goin: Cuando terminé «Hard times» empecé a pensar en que venía después. Empecé a hacer demos de distintas canciones. Empecé a agarrar temas de Dylan que tocaba desde siempre, inclusive en los mismo shows hemos tocado temas de Dylan antes. Empecé a hacer Don’t think twice it’s allright, One too many mornings, todos temas acústicos. Y me dije: «¿por qué no hacer todo un disco con temas de Dylan?». En mi disco «Mistery train» hay dos temas de Dylan: Rainy day women y Path of victory. Y en los ensayos empezamos a buscarle la vuelta a esto. Agarrar temas de Dylan que tengan cosas de blues y de country, aunque en líneas generales casi todos sus temas tienen algo de esto.
Empecé a hacer los demos de los temas que iba a hacer acústicos o solo o con el trío. Y este año cuando volví de vacaciones me encontré con Fernando Laviz, que es el reciente dueño de Acqua, y fuimos a tomar un café por ahí. Le dije que tenía ganas de hacer un disco con canciones de Bob Dylan. Y él me dijo: «qué buena idea, nadie hizo en Argentina un disco con canciones de Dylan». Me preguntó si tenía algo grabado, le pasé los demos y me dijo que ya teníamos que hacer un disco con eso. Y así fue.
Yo no quería que sea todo acústico y se proyectó la grabación con la banda. Yo había tocado en algunos shows de Black Amaya como invitado y le dije si se animaba a grabar cinco o seis temas. Me preguntó qué iba a hacer, le dije que algunos blues y temas de la década del ’60 de Bob Dylan y se entusiasmó mucho, me dijo: «¡Sí, quiero tocar Bob Dylan!». Así grabamos con Black y Santiago García -su guitarrista-, y a eso le agregamos lo que yo tenía grabado en los ensayos, que no precisaba ni retoques.
La grabación duró un día, y el proyecto en sí no más de un mes. Fue masterizar, ordenar los temas y editarlo.
– ¿Cómo elegiste los temas?
FG: Yo no creo en los covers, hacer covers me parece una cosa aburrida. Prefiero escucharlo por el artista original. La idea fue hacer versiones, a lo que uno sabe tocar, desde mí. Ese fue el intento, y creo que fue lo que más llamó la atención en general. El hecho de escuchar por ejemplo Blowing in the wind y que no sea como lo tocó Dylan. Los temas más oscuros están tocados como tocamos nosotros, no como son las versiones de Dylan.
El ejercicio que uno fue adquiriendo tocando country blues, old time y algunas cosas de jazz, generó practicidad como para poder tocar de esta manera, hacer el arreglo de determinada manera, y lo puedo cantar como canto yo.
Los temas que grabamos son los que nos salen más o menos. Hay temas de Dylan que son medio imposibles de hacer. Primero porque son muy largos, después porque tienen alguna complejidad en el sentido de letras extremadamente largas y muy rebuscadas para la posibilidad de memoria que uno tiene. Se grabaron veinte temas, pero después entraron trece. Me gustó lo que quedó, dos o tres temitas reconocidos por la gente y el resto son temas que muchos me preguntan: «¿y ese tema en que disco está?». Y es interesante.
Cuando pusimos el disco en la página Expecting rain, que es un link en la página de Dylan donde aparece toda la gente que hace cosas de Dylan, hubo una crítica interesante. Dijeron que es un disco excelente con algunas oscuridades como Abandoned love, One more weekend, que no son temas versionados habitualmente. O sea que eso impactó bastante bien. Después un tipo de una radio de Boston pasó Abandoned love e hizo un muy buen comentario del tema. El disco pasó, a través de internet y se fue para otros lados, cosa que yo ni imaginaba. Esas valoraciones estuvieron buenas, hizo que uno tenga más confianza en el proyecto.
El disco está empezando a funcionar en un nivel interesante, no es una cosa masiva, pero hay una comprensión de que el trabajo se hizo de una manera humilde, por un lado, y que está bastante respetado el tema de no imitar. No es un homenaje, no es un tributo.
– Tiene algo nuevo.
FG: Sí, es algo distinto, es una obra que se hace a partir de sentir un gran afecto por la música de Dylan y aparte un gran agradecimiento que yo siempre tuve con él, porque él fue el tipo que me direccionó al country blues. En el primer disco de Dylan hay un tema de Blind Lemmon Jefferson que me hizo preguntar quién sería y ocuparme de conseguir un disco de Blind Lemmon Jefferson. Me llevó por ese lado, al country blanco también. Creo que fue en el ’66 o ’67 que me trajeron ese disco, y yo quedé deslumbrado con eso. Porque a lo largo del tiempo me fui dando cuenta que el tipo es un resumen de lo que es el folclore norteamericano. Ahi mete el country blues, el rythm&blues, western swing, jazz. A todos los estilos folclóricos el tipo los representa de alguna manera, con su personalidad y su actitud, sumándole a esto letras extraordinarias. Lamentablemente en vivo no se puede apreciar eso, yo se que mucha gente no sabe inglés. Pero si alguien pudiese detenerse a estudiar una letra de Dylan, entendería que es un gran poeta. Poeta en el sentido de que escribe canciones, con todo, letra y música. No es que privilegia una cosa o la otra.
– ¿Crees que el disco puede ser un acercamiento al estilo que vos hacés de parte de gente que no ha tenido contacto hasta ahora con ese tipo de música?
FG: Ojalá. Dylan en Argentina prácticamente no existe, es muy poco reconocido. No ha sido un tipo que haya tenido la difusión adecuada. El tipo empezó a grabar en el año ’61, y el primer disco que se edita en Argentina es una antología que la saca CBS Columbia, que se llama «Trovador o profeta», y salió en el ’68. Ya había grabado seis discos. No entró el tipo acá. Ahora sí, vos entrás a la Rolling Stone o a Página 12 y vos lees una crítica de «Modern times», que es el último disco de él. Pero es una consecuencia de que el tipo aparece, tiene 64 años y que está grabando, y es uno de los íconos de la música norteamericana. A ese nivel no viene nadie abajo, es lo mismo que pasó cuando se separaron los Beatles. Movimientos de tipos que generaran cambios abruptos no hay.
Ojalá que la gente conozca un poco más esto. Yo también he tratado, en mi fantasía ingenua, transmitir esta música. A mis alumnos les digo: «este es Gus Cannon, llévatelo». ¿Qué te pasa con Gus Cannon? Bueno, listo, yo te lo transmití. Te llevé al año ’27 o ’28, como para que vos indagues algo. Y esto es lo mismo, la perspectiva de que cada uno pueda retener la idea de lo que pasó y no olvidar eso. Porque en realidad toda esta música es la que sustenta a la verdadera música. Lo dijo Merle Haggard: «la música es algo del pasado». Siempre. Si ahora hacemos una canción vos y yo, una vez que la hicimos ya es el pasado, ya no es más presente. Todo eso funciona como un sostén cultural. Mirá todo lo que pasó entre los años ’20 y los ’30. Y no hablemos solamente del blues, hablemos del jazz. Apareció King Oliver, Fletcher Henderson, Clarence Williams, Louis Armstrong, apareció Carter Family en la música country. Pasaron cosas muy grosas que marcaron las músicas por venir.
Es importante que la gente sepa eso, y que se pueda conectar desde la emoción, no desde la cabeza. Pensar en qué contexto se hizo esa música, pensemos en esas épocas, cómo se grababa.
– Y lo que expresa esa gente con esa música, por lo que estaba transitando, cuál era su realidad.
FG: Bueno, las letras de Poor Ellen Smith por ejemplo. Describe un asesinato, pero ¿qué era lo que pasaba? Había ciertos códigos, ciertas conductas que eran relatadas como parte de la música popular. John Henry por ejemplo, que es la balada del hombre contra la máquina, es un relato extraído de la realidad. O Little moses, esos temas casi evangélicos y bíblicos de la Familia Carter, donde los tipos siendo muy religiosos -ni de la iglesia ni del Vaticano, sino de la Biblia- veían que en los evangelios había relatos y los transcribían. Y la gente entendía eso, porque leía la Biblia y se sentía identificada. Muchas cosas están relatadas en estas canciones. Y estos temas subsisten en el tiempo.
– Este disco significa en cierta forma un reconocimiento a tu trabajo. Te lo han editado y has tenido bastante prensa, lo que hace llegar a mucha gente que tal vez no conocía tus años de trabajo. ¿Cómo influye eso en vos?
FG: Es un halago. Me gusta sentir que la gente reconoce algo que está hecho con cierto grado de dignidad. Me parece bien, me gusta. No me vuelvo loco, pero me parece bien. Y me parece que es una consecuencia de esto que vos acabás de explicar. Yo creo que las cosas inmediatas, en líneas generales, no resultan demasiado efectivas. Y yo no soy un tipo que dice: «miren, estoy acá, sáquenme la foto». Nunca me interesó mucho eso.
Pero manteniendo un perfil como el que yo mantuve toda la vida, me parece bien que haya un cierto reconocimiento en este momento. Pero creo que es consecuencia de que hace toda una vida que vengo haciendo esto. Y de repente alguien se dio cuenta. Alguien se va a dar cuenta que vos tenés un talento determinado, en cierto momento. Por ahí nadie se enteró porque a vos no te interesa publicitar tu talento. Y por que uno es así, por ahí no me interesó golpear las puertas de un diario o de una radio para que me pasen un disco. Jamás hice eso.
Y evidentemente cuando nosotros tocamos, sucede algo. Podemos tocar Blue Moon, que es una cosa extraordinaria. Yo antes fui esquemático, tenía una época de solamente blues negro. No tocábamos un puto tema de alguien blanco. Es más, yo en esa época recuerdo no soportar el jazz de pre-guerra blanco, del cual ahora soy muy fanático. Ya perdí ese prejuicio. Bueno, también crecí un poco y aprendí cosas porque escucho discos todos los días.
Porque toda esa música nunca se desbandó estilísticamente allá. Está fenómeno hacer I love you so much it hurts, si fue un éxito cantado por Patsy Cline, que también escuchaban los tipos negros que vivían en las zonas rurales. Cuando lo dice John Jackson, que es un blues singer de Georgia: «yo en la radio escuchaba el programa de Bristol cuando aparecía la Familia Carter. Nos encantaba». Y el tipo hace temas de la Familia Carter y es negro. Todas estas cosas yo ahora las estoy poniendo en práctica desde mi interpretación. Puedo hacer Blue moon of Kentucky, Milkcout blues, Blue moon, y después hacer un tema de Dean Martin sin problemas, desde lo que uno es. Cuando te metés a investigar desde tu forma estilística se pueden unir todas estas cosas. Y también los chicos de mi banda está entrando en esa transformación, si no fuera también por ellos sería imposible hacer todo esto.
Cuando hacemos los temas y los metemos en un CD, están unidos, no hay un división. Eso me parece lo más rescatable. Y no estamos juzgando nada, estamos tocando y valorando. Y estamos hablando de los que supuestamente conocemos; ni quiero sospechar las cosas que no conozco qué misterios puedan develar en el futuro, que seguramente va a ser así.
– Me decías que cuando terminaste el disco anterior ya estabas pensando en lo siguiente, ¿qué es lo que sigue ahora?
FG: No sé todavía, estoy dando vueltas. Por ejemplo estamos buscando sacar algunas canciones de los años ’20 muy populares. Como una especie de «Hard times», volumen dos.
Tin Pan Alley es una calle de Nueva York que en la década del ’20 y del ’30 estaban localizadas todas las editoriales musicales. En los edificios de las editoriales había piezas, en cada pieza había un piano y un team de compositores: un pianista y un letrista. En esa época se hicieron los grandes temas: Blue moon, Shine on haverts moon, Polvo de estrellas, todos esos temas clásicos de jazz. Y me parece que vamos a bucear por ese lado, hacer una antología de esas canciones.