Entrevista Miguel Vilanova, a pocos días de festejar 30 años con la música. Por Nicolás Ramos.
Miguel «Botafogo» Vilanova estará festejando este sábado sus 30 años de carrera junto al blues en el Teatro N/D Ateneo. Nació el 7 de febrero de 1956 y comenzó a tocar la guitarra clásica a los 9 años. Sus comienzos estuvieron marcados por la incursión de Norberto «Pappo» Napolitano, una ayuda constante en su vida y su carrera. Tocó con todos los grandes del blues nacional e internacional y realizó giras por Japón, Australia, Brasil, Chile y Latinoamérica, entre otros países. Escritor y maestro, editó seis libros de enseñanza sobre guitarra, tiene en su haber seis discos solistas (Trío -1995-, Botafogo y Amigos -1997-, Cambios -1998-, Solo acústico -1999-, En vivo en Hollywood -1999- y En vivo en Japón -2000-) además de haber colaborado en muchísimos más de otros artistas.
¿Cuándo fue la primera vez que escuchaste la palabra blues?
Fue por boca de mi mamá. Yo estaba escuchando a Louis Armstrong por la radio y ella me dijo que ese era el rey del blues y que nosotros también teníamos uno que era chaqueño y se llamaba Oscar Aleman. Después me describió todo, como tocaba con la guitarra en la espalda, como bailaba y no sé que más, hasta que un día, ya más grandecito lo fui a ver a Oscar Aleman al teatro Margarita Xirgu y ahí empecé a interesarme por el blues, tendría unos 9 o 10 años.
¿Debutaste en una banda casi por casualidad?
(Risas) Sí, no sé si fue suerte, coincidencia o casualidad de la vida, pero debuté tocando el bajo con Pappo. El en esa época estaba en Pappo´s Blues y en uno de esos recitales a él le faltó el bajista, entonces me encaró y me dijo: «¿Vos no tocas la guitarra y te sabes todos los temas míos?, bueno, entonces toca el bajo». Yo le dije que nunca lo había tocado y el me respondió que «era lo mismo que la guitarra pero sin las dos cuerdas de abajo». Y así empezó, probamos y ahí tuve mi incursión y mi debut profesional.
¿Se puede decir que Pappo fue algo muy importante en tu vida y en tu carrera?
Pappo siempre me ayudó en todo y lo mismo hice yo, por mi parte. Para él no fui un bajista más porque nos tenemos un cariño mutuo que a lo largo de los años se fue cultivando y también fortificándose, pero para mí era hiper especial y lo sigue siendo y lo seguirá siendo siempre. Aparte con Pappo siempre estuve como intermitente, el me llamaba para hacer colaboraciones, ir a alguna radio a hacer algo acústico, a la tele o para hacer un show internacional, siempre me ha llamado y el también acostumbra a tocar un montón conmigo.
Aparte tocaste con todos los grosos de la música mundial…
No… todos no, pero me toco en suerte abrir los shows de muchos grandes y compartir escenarios o grabaciones con otros… son recuerdos imborrables, como premios de la vida… que sé yo, estuve con Santana, B. B. King, Eric Clapton, James Cotton, Guns & Roses, Jeff Beck, Taj Mahal, Deacon Jones, Bruce Ewan… sí, la verdad que son grosos.
También estuviste en los comienzos de la carrera de Joaquín Sabina…
Yo prácticamente lo vi nacer a Sabina, porque en ese entonces el salía de ser un fenómeno de los pubs madrileños y buscaba una banda para tocar. Yo estaba tocando con Antonio Flores, el hijo de Lola, pero habíamos quedado a la deriva porque el pibe se tuvo que ir a hacer la colimba, entonces apareció Joaquín y nos pide tocar hasta que Antonio volviera. Así que le versioné algunas canciones y le junte unos músicos, a él le gustó la idea y salimos a tocar, de ahí nació la idea de Viceversa, el primer disco eléctrico de Joaquín y su primer gira con una banda.
Aparte de los internacionales también te diste el gusto con la mayoría de los locales… tocaste con Las Blacanblues, con Hilda Lizarazu, Juanse, Spinetta, Melero, Miguel Cantilo, Vitico, Los Guarros…
A mi me gustaría tocar con todos…
¿Y ahora con quien te gustaría?
(Risas) Ahora me gustaría ser el guitarrista de Intoxicados…
¿Te encanta participar en bandas, no?
Sí, las bandas siempre me gustaron y lo disfruto muchísimo. Por ejemplo, cuando me llama Bluesmotel, que es una banda que yo la amo y que los conozco desde que son chiquititos y los he visto crecer y crecer, cuando toco con ellos lo hago con una gran emoción y me vuelvo loco… y ellos siempre se acuerdan y me llaman. También me llamó Burgos el otro día y yo lo disfruté un montón, y después los Barón Rojo cuando vinieron hace unos meses también me llamaron y toqué un tema con ellos y fue una cosa espectacular. Yo lo disfruto un montón, aparte si a veces me dan cierto margen es como que me gusta colaborar un poco mas. Ahora hay unos chicos que están creciendo mucho y que se armaron acá, en esta mesita, se llaman Pier, y la otra vez me invitaron a grabar al estudio. El cambio de verlos acá que luchando con un Bi Menor y verlos dirigiendo una grabación de un disco y saber que tocan en todos lados… esas son cosas hermosas.
¿Qué te parece el rock nacional?
Creo que la puesta en escena del rock argentino, en general, es brillante. Lo digo en un todo, artístico, producción, todo junto. Igual yo soy más de la camada de Manal, Spinetta y todo eso…
De los Redondos…
No, los redondos son un poco más modernos para mí, ellos son los subproductos de esa camada inicial, pero reconozco que es uno de los fenómenos más interesante que hay directamente en el planeta, ni siquiera argentino, es un fenómeno en el planeta. Esto es la punta de un ovillo que yo siempre tiro, y si lo hago de otro lugar llego siempre al mismo, que es la grandeza del público argentino. El fenómeno de los redondos no pasa con ningún otro grupo en cualquier lugar del planeta en este mismo momento, alguna vez pasó pero no ahora, que 20.000 monos sigan a un grupo por todo el país… hace mucho tiempo que no pasa, eso es un fenómeno para el público. Igual un poco la obra se comió al artista, pero acá es el único lugar del mundo, por decirlo, donde los Rolling Stones tocan diez veces en un estadio como el de River mientras que en otros lados tocan en uno, y donde tocan no tocan mas. Vos le podés preguntar a Eric Clapton que recuerdo tiene de la Argentina y el tipo te va a decir que en ningún lugar del mundo 60.000 monos le corearon Cocaine. Entonces es una cosa muy curiosa que pasa con la gente, y hasta incluiría a la Mona Jiménez, esa torta humana que va girando de cuatro mil o cinco mil tipos… los cantantes tienen una química con el público argentino que el público de afuera no tiene.
Pero vos no tocás en una rama musical muy popular…
A no, claro, a pesar de que cualquiera que lo escuche siente que hay algo, obviamente hay otras músicas que ganan mayor popularidad de una forma natural, siempre fue así. Igual yo estoy muy contento, muy feliz, pero obviamente uno sabe que si hay un éxito comercial de cierta envergadura mejoraría ciertas cosas que a mi me gustarían, si fuera por mi viviría en una camioneta llena de equipos viajando por todo el país, tocando con todos los pibes que andan por ahí y con los músicos de las provincias que se sienten abandonados, descuidados. Me encataría vivir así, algún día quizás lo logre, y por algún éxito comercial voy y cobro en SADAIC y digo «dame esa camioneta que esta ahí, cuanto vale, tomá», eso mataría…
¿Vos consideras que tocas para un público selecto?
No, yo creo que el blues es una música que se deja escuchar… por ahí es selectivo con el valor de la entrada, pero me parece que en general me encuentro con un público bastante lastimado. Lo digo porque muchas veces por ahí van grupos que se creen que todo pasa por su sala de ensayo, su oficina, cuantas veces salieron en MTV o en MuchMusic o cuantas veces Mario Pergolini los nombró, entonces van a la Argentina que es el país real, no el living de un clase media en tu casa, y llegan, tocan los 15 temas del compac en el mismo orden del disco, no firman un autógrafo, no le dan la mano a alguien, si hay un grupo soporte ni lo saludan ni se toman un mate con ellos, entran por un cordón especial que les pusieron… no sé, se creen que son Michael Jackson… encima tocan a un volumen descomunal y por ahí tiene que tocar a un tercio del que están usando y entonces el público queda lastimado… se va resintiendo la gente. Y cuando me toca el turno a mí dicen: «a este que no lo conoce nadie por ahí se la cree más que los otros…» y es al revés y se asombran, no solo en ese sentido. Entonces como que voy sanando algunas lastimaduras por ahí. Ellos, por ejemplo, dicen «guau, pensamos que nos ibas a aturdir…» y nosotros tocamos a un volumencito súper chiquito, vamos haciendo un show de menor a mayor para que si en algún momento hay alguna gran emoción de estar tocando muy fuerte es en los últimos dos o tres temas. Yo, por lo menos, tengo que tener ese cuidado para no andar espantando a la gente que compra una entrada para mí, además es muy grato después recibir como un cambio de opinión con respecto al blues.
¿En la Argentina vos sos «EL blusero» por excelencia?
(Risas) No… esos son títulos que no sé de donde provienen, yo solo me siento un estudiante del blues… Para mí el único título que existe lo tiene B. B. King y ahí se terminaron todos los títulos.