La joven artista irrumpe en la escena local como una bocanada de aire fresco. Belén Conte lanza en formato digital y CD su segundo trabajo discográfico «Las partes separadas». Música urbana con un sonido acústico, una batería bien percusiva, un bajo redondo y claro, y una guitarra de cuerdas de nylon como trío.
«Las partes separadas» es un disco íntimo, climático, suave y despojado pero completo en intensidad. Podría decirse que es la banda de sonido que elegimos cuando comienza el día o cuando cae la tarde y nos disponemos al descanso. En cada canción hay una historia que nace a partir de un hecho absolutamente cotidiano que viene acompañada de alegres melodías o sonidos melancólicos.
En este disco, Belén nos revela una veta absolutamente personal. La artista deja paso a la persona y así vamos conociendo las diferentes épocas de su vida definidas en cada canción.
Con producción artística de Pelu Romero, Ariel Lavigna en ingeniería de mezcla, grabación y mastering y el asesoramiento artístico de Diego Baiardi la acompañan Mario Gusso en batería y percu; bajo y guitarras de nylon Broder Bastos, piano Ricky Proz y guitarra flamenca de Martin Morales. La letra y la música de todos los temas son de Belén.
Con más de 10 años como cantautora e instrumentista, Belén es musicoterapeuta; estudió piano, canto y también audioperceptiva y composición. Comenzó a los 7 años con la guitarra, ensayando algunos tímidos acordes y tomando esos momentos como sagrados y de mucha intimidad. Su primera banda de rock la formó a los 11 años con tres amigas y se mantuvieron hasta los 15. En 2015 lanzó su primer disco «Mujer sin cara» bajo la producción de Pelu Romero y editado por el sello Ultrapop.
Acabás de lanzar tu segundo trabajo discrográfico «Las partes separadas» que, a diferencia de «Mujer sin cara», es álbum aún más personal en donde cada canción define algún momento de tu vida. ¿Cómo fue el proceso de composición y grabación?
Fue un proceso muy íntimo y muy lindo, en el que me sentí acompañada y muy bien de compartir y crear, junto a los músicos, una atmósfera para cada una de las canciones. Fue interesante abrir la música con ellos y contar en las canciones los distintos modos de ver un proceso tan íntimo como el de la composición, y en este caso, de algo tan íntimo como lo es el de un proceso de separación, entre otras cosas. Nos la pasamos muy bien adentrándonos en cada una de las canciones y estamos muy contentos con el sonido que logramos. Este disco, a diferencia de «Mujer sin cara», fue más conceptual, en donde me dediqué a que las canciones se entrelacen y adentren al espectador en un relato de 9 canciones con principio y final.
Recientemente lanzaste el videoclip de «Nubes» y adelantaste el disco en el Club Lucille. ¿Cómo continúa la presentación? ¿Qué planes o proyectos tenés en mente?
En marzo habrá una fecha en Café Vinilo para un público reducido y tenemos idea de filmar un nuevo video para seguir difundiendo este disco. Si algo hemos aprendido con la pandemia, es que es muy difícil la proyección en este contexto, para pensar en giras y conciertos presenciales. Pero la idea es continuar difundiendo este trabajo del modo que sea posible, teniendo en cuenta a las canciones y a la música como un hermoso lugar de juego y conexión.