Desde una página de Facebook, Martín Pepe Acosta lleva compartidos más de 60 films y documentales relacionados a la cultura punk. Además traduce libros al castellano.
Cuando el 20 de marzo el presidente argentino anunció el comienzo del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO), nadie imaginó que la medida llegaría para quedarse hasta esta altura del año. Para los amantes de la música, hacedores y público, la actividad se redujo a shows y entrevistas por streaming a través de redes sociales, y hasta se improvisaron «festivales» online.
Por fuera del circuito mainstream, un fenómeno fue creciendo desde una cuenta de Facebook y llegó incluso a trascender las fronteras argentinas. Martín Pepe Acosta, creador y administrador del perfil Báez Récords, comenzó a compartir links de documentales y películas vinculadas al punk rock para ver online o descargar gratuitamente.
«Al principio fue poder brindar entretenimiento en medio del aburrimiento y la incertidumbre de la cuarentena y por eso tuvo su éxito. No estaba con ganas de seguir en Facebook porque no lo veía como un medio que estuviera rindiendo frutos para lo que yo hacía con el Báez. Pero bueno, pasó esto y ahí empezaron a salir las películas», cuenta Martín desde Rosario.
Esta experiencia que hoy es virtual había tenido como antecedentes un ciclo de películas que organizó en la Sala Mitre, y otro de documentales en El Diablito Bar. «Lo bueno es recuperar eso, ver una película con un grupo de gente, prestarle atención a lo mismo, que cuando termine iniciemos charlas. Estuvo buenísimo«, recuerda Pepe.
Ese encuentro que antes era cara a cara hoy se da a través de comentarios de los usuarios en el posteo de cada película, y Báez Récords aparece como un lugar de intercambio que, según confiesa Pepe, temió que en algún momento cayera en el grietismo que hoy se expresa en las redes sociales.
«Lo más lindo es que habiendo tanto nivel de odio en las redes sociales sea un lugar donde no han habido bardeos o disputas. Esa es la satisfacción más grande, y me ha tenido medio atajado porque tenía medio de que se pudra –se sincera Martín-. El espíritu del Báez quedó en eso, un lugar donde la gente va, baja películas, las ve, conversa un poco y no hay mala onda. Había un cómic que se llamaba Ciudad. En el centro de la ciudad había una plaza donde no había forma de hacer daño al otro. Y en el Báez pasa un poco eso», cuenta satisfecho.
En el listado de más de 60 películas que lleva publicados figuran clásicos como «The future is unwritten«, sobre Joe Strummer, cantante de The Clash; y «The filth and the fury«, sobre los Sex Pistols. Pero también aparecen algunas más difíciles de conseguir como la serie producida por la BBC «Punk britannia«, y rarezas como «My buddha is a punk«, sobre un grupo de Birmania que busca crear una escena punk en medio de la dictadura.
Además de los documentales, el catálogo incluye films de ficción como la conocida –pero no tan vista– «Rock and roll High School«; «Green room«, donde una banda punk es testigo de un homicidio; o la de animación «Rock & rule«, con música original de Debbie Harry, Lou Reed, Iggy Pop, Cheap Trick y Earth Wind & Fire.
La selección de las películas que comparte Báez tiene que ver con el archivo personal y las sugerencias de los propios seguidores, aunque admite que previo a la publicación deben pasar por un filtro de gusto personal. «Hay películas que yo las pongo por gusto y no creo que vayan a gustar. Y el otro día alguien me escribió: ‘Podés poner ‘La novicia rebelde’ que igual la voy a bajar’ «, cuenta Pepe entre risas.
Las traducciones y subtitulados son hechos por él en un lenguaje los más argentinizado posible, y muchas veces son producto del trabajo colaborativo. La movida de Báez Récords le valió el reconocimiento y atención de países como México y España, en donde en Madrid organizaron un ciclo para proyectar las películas que viene subiendo. Escondido bajo el anonimato de la página, Pepe se sorprende del alcance que tuvo la iniciativa: «Me ha pasado que amigos amigos eh, me han preguntado si conozco Báez Récords«, afirma.
EL PUNK ES CULTURA
La relación de Martín con el punk se inició en su adolescencia, cuando intrigado por la estética y el sonido de aquel movimiento le dijo a su mamá que iba a lo de un amigo y viajó de Rosario a Buenos Aires para ver a los Ramones. El viaje que había hecho le iba a durar toda la vida. A la vuelta, consiguió una caja de cassettes con los discos de los neoyorquinos y pasó toda la tarde grabando lo que podía.
«En otro momento pesaba mucho el sentido de pertenencia a un lugar, a un espacio, y en el momento apropiado el punk para mí fue eso. No había diferencias de clases sociales, estábamos el hijo del juez con el hijo del albañil, el hijo del policía con el del ladrón, todos juntos ahí porque éramos pibitos, porque veníamos de un momento político y social bastante duro donde la juventud estaba vista de otra forma –repasa Martín–. Nosotros no éramos personas de consumo, a los que les importase vendernos algo, la tele. Enganchábamos por otro lado, tenía que ver con la calle, con lugares que no estaban tan ocupados», analiza hoy, habiendo pasado los 40.
Uno de los pilares de aquella filosofía punk era el «hazlo tu mismo», y Martín tomó nota de eso casi en forma natural. Comenzó editando el disco de la banda Ácido Guaraní, que estaba en Bandcamp pero no tenía formato físico. Él hizo una tirada de CDs y se encargó de hacer el arte, que terminó impreso en cartones que encontró en una calle. Eso, y el recuerdo de la frase de Maradona sobre Mauricio Macri, definieron el sello como Báez Récords.
Desde aquél disco, Báez comenzó a sumar parches, remeras, stickers y hasta traducción de libros que estaban descatalogados, como el clásico «Rastros del carmín» de Greil Marcus, y biografías de Steve Jones, Dee Dee Ramone, NoFx y The Misfits, entre otros.
«No sé cómo será con los chicos más jóvenes, pero en la gente de nuestra generación estaba muy metido. Tenés ganas de hacerlo, lo hacés. De no encontrarlo y hacerlo vos mismo, desde un parche o una remera o la música que hacías, la tapa de un disco, recopilar canciones en un cassette y hacerle las tapas, la cultura del fanzine, y de ahí viene después lo gráfico, el cortar y pegar, el collage. Tiene que ver también con una filosofía de ruptura, de corte. Las cosas son así, vamos a tratar de hacerlas distintas«, explica Martín Pepe Acosta.
Aunque le cuesta admitir que en su trabajo hay algo de visionario, reconoce ese impulso a ocupar lugares que ve o siente que nadie va llenar si no lo hace él. El «culo inquieto» entra en acción y nacen los proyectos. «Me pasa muchas veces que me sorprende que alguien no haya visto antes el hacerlo. Gente con mucha más cultura o academia o conocimiento, y no lo está haciendo. Me pasa con el tema de los libros. Yo no soy traductor, tengo el secundario completo y no mucho más conocimiento. Lo que aprendí lo aprendí en los discos, en las películas, y lo hago, y me pasa que digo ‘hay otra gente que lo podría hacer y lo haría perfecto’ «, cuenta Pepe.
Aunque dice que le gustaría «tener más colegas», confiesa que en los que ha encontrado no ve la «dedicación» qué él le pone a sus trabajos. «Yo soy una persona con familia, con un trabajo, pero si tengo que dormir dos horas porque me quedé hasta tarde haciendo un texto o un subtítulo, duermo esas dos horas, al otro día hago mi vida normal y no me quejo, porque me quedé haciendo algo que me gustó. ¿Me entendés? Como cuando nosotros éramos chicos e íbamos a un recital», explica su «trinchera contra la locura diaria», que por estos días incluye la traducción de un libro sobre Beastie Boys y el clásico sobre el punk «Please kill me«.
EL FUTURO NO ESTÁ ESCRITO
Hace algunos días, Eugenio «Cala» Calamari de Invasión Argentina planteaba ciertas dificultades de la escena punk argentina para lograr una renovación, considerando que bandas y público tienen ya 15 o 20 años de permanencia.
En ese sentido, Pepe arriesga una teoría relacionada a varios factores. «Yo creo que en un momento el punk, sobre todo acá en la Argentina, se convirtió en un estándar. Nosotros venimos de una época en la que el punk era repudiado por el resto del rock. Se generó una cuestión de lucha, de ser más reconocido, reseñas de discos en revistas, etc. Cuando después del 2000 el punk llega a ser más reconocido, creo que se llegó a ese lugar y se quedó ahí. No generaba un lugar de desafío para los más pibes», analiza.
Con los «lugares» ocupados es difícil que las bandas del under –siempre activo– logren emerger. «Los que ya se han establecido y permanecieron y te ponen un afiche que dice 25 años, 20 años… no sé si está tan bueno eso. Vivimos en un mundo muy acelerado en esta época, y las cosas no duran lo que duraban. Ya no sé si es un mérito que una banda esté 20 años junta. El problema es el acostumbramiento del punk como algo establecido que no generó que haya cosas nuevas y mejores«, insiste el Pepe.
Una realidad que deben enfrentar muchas bandas es tener que ser víctimas de «productores» que arman fechas con una banda reconocida como cabecera, y son los soportes quienes deben pagar el espacio para poder compartir escenario y de esa manera intentar captar público o sumar a su currículum el «tocó con». Este lucro es algo que los consagrados no pueden desconocer.
«Esa cuestión de vernos a nosotros mismos como algo inamovible o incuestionable, y lo digo yo como parte del punk viejo, genera que al no haber ese repudio a la gente vieja los chicos nuevos no armen bandas o por ahí no se les dé lugar, y si se les da lugar no se los escucha«, advierte Pepe.
Otro de los puntos que pone en cuestión el hacedor de Báez Récords es la profesionalización de las bandas y la falta de complementos que hagan un engranaje cultural que permita la difusión de la escena.
«Cuando yo hablo de llenar lugares tiene que ver con eso. Una banda necesita alguien que le haga las tapas, las remeras, que labure el sonido, las luces. Se ha visto mucho en este tiempo que los artistas han tenido que salir a tocar en un zoom, mal iluminados, con la ropa tendida atrás. Hay muchos puntos intermedios que hacen falta. Una buena prensa, tipos como los que nosotros hemos crecido escuchando. Hace falta que toda esa información musical, artística, la canalice, la lleve a un lugar, bajarla al público; que la gente le pueda prestar atención a través de un canal, de una radio, en youtube. Es muy necesaria una buena prensa musical para el crecimiento de una banda«, afirma.
A pesar de esas dificultades en la Argentina, Pepe sostiene una luz de esperanza en lo que pasa en otros países y que puede ver gracias al trabajo que realiza con Báez. Cuenta que hay lugares que están más «vírgenes o permeables» al punk «o lo que se le parezca al punk o lo que fue el punk para nosotros».
En Latinoamérica, en países como Perú, Bolivia, Venezuela, y también en Centroamérica. «Se ve en los documentales, en lugares del sudeste asiático como Camboya, Nepal, movidas chiquitas pero bien fuerte, aguerridas. Me parece que viene por ese lado donde se está resistiendo y puede venir lo nuevo», se ilusiona. Mientras tanto, desde Rosario, sigue trabajando para difundir sus residuos de cultura punk.