La mayoría de ellos fueron hasta hace poco músicos profesionales. Acompañaban a cantantes solistas o tocaban en grabaciones. Pero se cansaron. Quieren hacer sus propias cosas. Saben que tienen capacidad para hacerlo. Y es feo darse cuenta de eso y estar acompañando jingles o canciones falsamente románticas. A veces el dinero hace olvidar lo feo que es. Otras la falta de músicos afines para hacer «algo propio» los hace seguir allí, detrás del que canta o graba.
Por ahora están encerrados en una piecita muy pequeña, de una vieja casa de la calle Warnes. Allí ensayan todos los días a las ocho de la mañana. Allí hacen sus planes y preveen las posibilidades para un grupo «raro» dentro de la escena pop argentina. Tímidamente, sobre el bombo del baterista, en letras muy pequeñas, pintaron el nombre del grupo: Alma & Vida. Por él dejaron todo lo anterior (seguridad, dinero, etc.), pero estamos dispuestos a hacerlo contra viento y marea».
Hasta esa casa de la calle Warnes llegó un redactor de Pelo para investigar sobre las secretas versiones que corrían en torno a «un conjunto rarísimo que va a sacudir los escenarios». Ese «conjunto» no es tal cosa sino una banda, una variedad de estructura musical que fue desechada por la música pop durante la última época, obsesionada por el sonido de los grupos pequeños que utilizaban instrumentos de cuerda.
Sin embargo, las bandas han vuelto. No como las antiguas bandas de jazz, porque los músicos que estaban capacitados para ello ya no están. Pero si han vuelto con el sonido legítimo de los instrumentos de viento: el jazz. Esos instrumentos se unieron con las cuerdas en iguales condiciones. Anteriormente las bandas otorgaban mayor importancia a los saxos, trombones y trompetas relegando a los instrumentos de cuerda. Pero hoy las guitarras y los bajos eléctricos tienen su propia música, también legítima: el rock and roll.
La unión de esos dos ritmos, de esos dos tipos de instrumentos, originó las bandas de jazz & rock, que hoy son el boom, la onda, y todo lo que se quiera agregar, de Estados Unidos y Europa. Los grupos más representativos de este estilo que modifica el panorama de la música popular son Blood Sweat and Tears (editado en la Argentina), Chicago, un grupo genial conducido por Jim Pankow, y Air Force, el último conjunto formado por el baterista Ginger Baker, después de revistar en Cream y Blind Faith.
La de Alma & Vida es la primera experiencia seria que se hace dentro del pop local. Posiblemente ellos se darán a conocer en un recital dentro de este mismo mes. Entonces, por primera vez el público argentino tendrá oportunidad de comprobar, muy en serio, hasta qué límites puede evolucionar la música popular. Alma & Vida es el resultado lógico de cuatro años de música pop que, a fuerza de guitarras, consiguió el año pasado llegar a niveles masivos, logrando que los medios (periodísticos, televisivos y radiales), la reconocieran como una verdadera fuerza cultural de importancia. Hoy el sonido pop, sus letras _y su música, es seguramente la vanguardia más importante dentro del arte argentino en general: la que tiene más lucidez, la más representativa de una generación con ganas. lo que consiguieron las guitarras, y su electrónica, reciben con Alma & Vida el aporte de los instrumentos de viento que pueden agigantar aún los horizontes musicales.
Trompetas y saxos fueron utilizados muchas veces en las grabaciones-de música pop (en mayor medida dentro de los temas complacientes) pero siempre en forma rítmica, o con golpes de efecto, apoyando en un segundo plano. Bernardo Baraj, uno de los mejores saxos de jazz argentino, y Mario Salvador, trompetista de música clásica, son los encargados de los vientos en Alma & Vida, pero los integran al grupo de otra manera: están con la melodía del tema, juegan con los fraseos, completan la intención autoral. Todos los integrantes de la banda son músicos de mucha experiencia y la mayoría de ellos lee y escribe música. Juan Carlos Mellino (22 años), órgano, voz y compositor, Juan Barrueco (25) guitarra, Bernardo Baraj (25), saxo, Alberto «Nono» Hualde (27), batería, Carlos Alberto Villalba (23), bajo, Mario Salvador (25), trompeta. Seis integrantes para una banda que suena como si fueran quince músicos, un sonido espectacular, potente (sin aturdir) que es el producto de muchas horas de ensayo y de un gusto musical in nato dentro de cada uno de ellos. Pero el grupo funciona también con la electrónica. Ellos son conscientes de eso, por eso se respaldan en Guillermo Sacchi (para todos un séptimo integrante de la banda) que, se encarga de los equipos, de los niveles de volumen, de los graves y agudos que necesita la banda, de los ecos y los micrófonos sincronizándolos como si fuera un músico más. Y en realidad lo es: Sacchi es un excelente pianista: «Pero me apasiona la parte electrónica —dice— desde aquí, a mi manera, también hago música». Esta banda es una de las sorpresas del año setenta, que será seguramente el más productivo de los niveles de calidad. Alma & Vida, un verdadero acontecimiento, se suma a la ópera de Almendra, al nacimiento de la «seria» música de Arco Iris, a la explosión del blues en el plano popular a través de Manal y al resurgimiento poderoso de los Gatos. La música popular conquista otros planos y la incorporación del jazz, al ritmo tradicional de beat, es la experiencia más importante dentro de la música, en todo el mundo. La Argentina se incorpora con Alma & Vida.