Como en una reacción a el álbum que lanzó en marzo de este año para celebrar sus cinco décadas de vida y que compilaba canciones con historias sórdidas grabadas entre 1989 y 2013, Fito Páez entrega en un pequeño ensayo sobre el amor en todas sus formas, desde el que se manifiesta entre un padre y su hija («Margarita») hasta una historia de amor entre dealers (la dramática «Nadie como ella»).
A pesar de que algunas canciones tocan temas profundos, Yo te amo es un disco liviano, que comienza con un corte electro-pop, montado sobre un loop de sintetizadores ultra-adherente con reminiscencias al sonido de los 80 y, también, a Miranda! o Leo García. Pero, claro, Páez mete su impronta y regala un estribillo adorable: «Va a decir que sí/ Porque tengo la pócima mágica/ Las palabras clásicas: Yo te amo».
Una vez más, Fito demuestra su oficio para hacer canciones. Algunas sencillas, como «Ojalá que sea», guitarrera, acústica y de cierta impronta beatle, dedicada a su novia, la periodista Julia Mengolini; otras complejas, como «Por dónde pasa el amor», que en la primera parte remite a un especie de vals peruano ralentado que, luego, muta en una potente base funky para un rap a la manera de «Tercer Mundo». Hacia el final, «La velocidad del tiempo» es una carta cantada y conmovedora dedicada a Gustavo Cerati, que cierra el disco, y también un año prolífico para Páez, que además editó su primera novela ( La puta diabla) y Dreaming Rosario, un disco a beneficio de los damnificados por la explosión en el centro de su ciudad natal.
Publicado en Revista Rolling Stone diciembre 2013