El joven guitarrista Lucas Sedler lanza su segundo disco solista. La crítica de César Pradines, para La Nación.
Un trabajo impecable de Lucas Sedler, joven guitarrista que, surgido de la cantera más blusera de Buenos Aires, la del músico Miguel Botafogo, muestra un espíritu amplio a la hora de llevar adelante su propuesta. Una placa que evidencia la sensibilidad de este artista, integrante de Memphis La Blusera, muy inclinado hacia el swing, aunque el blues sigue humedeciendo sus raíces.
La sensación que se percibe a través de su música es que a este talentoso artista le falta soltarse algo más; suena excelente aunque contenido. Fraseos coherentes, solos con una variada gama de mensajes que muestran que tiene cosas para decir (también es aquí donde se sienten claramente las influencias de Clapton y de la parte más melódica de B.B. King) y un grupo que responde correctamente. Se destaca el aporte de Germán Weidemer, en el Hammond. Como cantante exhibe trabajo y un cierto placer por tomar riesgos vocales. Un disco que muestra el ascenso de este guitarrista que en poco tiempo muestra madurez y buen gusto.