Huérfanos de tribus y difusión ignorados en las flamantes sacralizaciones de nuevo rock argentino, Panza se las viene arreglando desde hace tres discos para contradecir los usos y costumbres instituidos en la escena local. La no-fórmula se desarrolla a partir de guitarras fuertes, aunque nunca vulgares, respeto por el formato canción, peroconla puerta abierta al vuelo musical; y una cantante con recursos técnicos y mucho carisma como Mariana Bianchini. «Pequeños fracasos v2.0» propone recorrer algunos de los mejores temas de la banda con una drástica disminución en el nivel de decibeles. ¿Un unplugged? No exactamente. No al menos en los términos más obvios. Panza encara una revisión marcada por lo lúdico y la sustracción. Desaparecieron las guitarras distorsionadas —usualmente esparcidas en múltiples sobregrabaciones— y el peso de los temas rota entre pianos, guitarras acústicas de seis y doce cuerdas, saxo barítono y hasta un clarinete bajo. El espíritu lúdico que atraviesa el disco se hace todavía más manifiesto con la rotación de instrumentos que los músicos se permiten en la mayoría de los temas. Con Pequeños fracasos v2.0, Panza sigue ofreciendo una alternativa al rock dominante argentino: pero esta vez también se permite cuestionar su propia mirada.