La factoría piojosa promueve la reactivación rockera y llega al estadio de River Plate.
Si hay algo que sobresale en «Máquina de sangre» es la identidad: el ADN del grupo liderado por Andrés Ciro Martínez está presente en cada una de las 13 canciones —casi todas con destino de clásico- nacidas en la factoría piojosa. Se trata, esencialmente, de un disco de buenas canciones: hay coqueteos con la world music (aires árabes, celtas y caribeños), ba” ladas, mucho rock 82 roll y buenos músicos invitados: Chucky de Ipola en teclados, Juan Cruz Urquiza en trompeta y el Changuito Farías Gómez, casi un sexto piojo, en percusión.
Lo que más sorprende del álbum producido por Ciro y Alfredo Toth es “Como Alí”, el hit, un trance-ska-arábigo que invita a saltar y te deja… temblando (igual que los puños de Cassius Clay); un trip fiestero, en éxtasis, con el espíritu pachanguero de Bersuit y Kapanga. De ronda por la noche porteña, Ciro -sapo de otro pozorinde homenaje a la emblemática periodista Vera Land, flashea con los ojos del actor Ricardo Darín y pinta escenas de la vida posmoderna, con esos chicos top del happy hour cautivados por los loops hipnotizantes de un DJ.
Entre las bellas baladas se destaca “Langostas”, dedicada a los niños de Irak, una suerte de blues escocés, con la gaita de Ralph Tuero; y la melancólica “Sudestada”.
La presencia en los créditos del baterista Dani Buira, desvinculado de Los Piojos a principios del 2000, delata la edad de “Motumbo”. Se trata de un rockandombe arrasador y lleno de citas a personajes históricos: Erwin Rommel, Napoleón Bonaparte, Juan Manuel de Rosas y Shaka Zulu, entre otros. El sonido rioplatense aparece también en “Al desierto” y «No pares». Mimi Maura (Midnérely Acevedo), esa cantante borincana que con su voz dulce de tonada caribeña cautivó a toda la escena rocker argentina acompaña a Ándrés Ciro en un bolero arrabalero. “Amor de perros” comienza con una cita a “Malevaje”, de Enrique Santos Discépolo, pero enseguida el barrio de tango se transforma en barrio de bolero y el agua de la zanja, en un mar transparente; entonces, de pronto, la canción se impregna de esa atmósfera melancólica que hay en algunos chistes de Caloi.
Del resto de los temas, “Entrando en tu ciudad” es candi- ¿ dato a abrir los shows de la banda en cada uno de los poblados que reciba la invasión piojosa. “Dientes de cordero”, una instantánea del abismo en el que se precipitó la Argentina en diciembre de 2001 y “Canción de cuna” una balada con reminiscencias lennonianas, cuerdas y un coro de voces pequeñitas de la enorme familia piojosa.
Cuando leas este comentario, seguramente el nuevo logo de Los Piojos estará cubriendo todo paredón que se precie de ser rocker. Los Piojos se sumaron a la movida del stencil-art y su nuevo disco
incluye, a modo de regalo, una plantilla para decorar las paredes de tu ciudad. Es un modo, también, de sumarte a la promoción (no tradicional) y al festejo del arribo de la banda de El Palomar al coliseo del rock argentino. El 20 de diciembre, Los Piojos presentan Máquina de sangre en el monumental estadio de River Plate. Si el show está a la y altura de este disco, nadie debería dejar de estar allí.