La nueva placa de El Soldado, la primera en seis años, logra un gran sonido y mucha atmósfera.
Si El Soldado fuera un animal sería un lobo aullándole a la luna. El alguna vez plomo de los Redondos retoma su carrera con «Visiones de un rompecabezas», su cuarto disco de estudio, el primero en ¡seis! años. El compositor invita con un rock clásico y de songwriter que se debate entre el canturreo afligido de Bob Dylan y el costado folk de Neil Young. Las once canciones ejecutado por El Piraña (guitarra), Toni Mordor (bajo), Fernando Rosconi (Hammond) y Timoty Cyd (batería) pasan muy rápido, indicativo de la placidez que transmiten. Los músicos de la banda suenan asentados al momento de traducir las ideas austeras, pero no por ellos carentes de agudeza, de Rodolfo Gonzáles (alias «Cacho, el Soldado»).
La voz de whisky y tabaco del cantante, que destila sensaciones profundas y pasión noctámbula, logra hacer verosímil la poesía de bar de unas letras que siguen la línea testimonial de Joaquín Sabina. El disco fue grabado en los estudios Del Abasto al Pasto y contó con la producción del músico y poeta Pedro Conde, quién acompaña al músico en estudios desde su primer disco («Tren de fugitivos», ’96). El sonido del registro es uno de los puntos fuertes de la placa: los instrumentos dejan que la voz se destaque, las guitarras suenan a viejo, hay atmósfera.
La primer canción muestra un rock and roll contundente y bailable titulado «Ella lo trae aquí». En «El duro» le dan vida a un folk pesado cantado a cara de perro. «The big jack» suena a balada campesina dylaniana. «Little trip» es un folk lisérgico floydeano de guitarra acústica con slide y órgano Hammond en primer plano. «Cofrecito» es una cancioncita blusera con melodía delicada y letra poderosa. «Fue» es un tema agradable sobre el despecho femenino («fue como el botín sin un ladrón / fue un triste Judas sin Jesús y sin traición») con un notable sonido de guitarras. «Sola en tu infierno» podría hacer bailar a todas las chicas del público. La placa clausura con una invocación arpegiada in crescendo titulada «Lobo» y el track fantasma es una bella canción de duende.
El Soldado resuelve sus canciones de modo tal que, a pesar de tener en común la referencia de Bob Dylan, no cae nunca en el calamarismo. Y representa un raro caso entre los solistas argentinos: no suena pretencioso. «Visiones de un rompecabezas» es un disco maduro, generoso y con estrella que devuelve a las pistas a un compositor agazapado que husmea el aire buscando donde hincar el colmillo.