Malosetti volvió a Córdoba para presentar temas de «Niño», su último disco, pero tocó de todo. La crónica de Santiago Giordano, para La Voz del Interior.
Vino, llenó, tocó e hizo un par de chistes. Javier Malosetti volvió a Córdoba, esta vez a presentar Niño, el disco que publicó el año pasado y que todavía no había mostrado ante la nutrida caterva de fieles seguidores que tiene en esta ciudad; un público variado, que conjuga una mezcla poco común para lo que se suele ver en un concierto de música instrumental.
El miércoles, ante un Teatro Real colmado, el bajista sostuvo un show que si bien no fue sustancialmente distintos a otros suyos, esta vez logró mayor fluidez y sustancia musical.
El trío que el bajista conforma junto a los excelentes Oscar Giunta (batería) y Hernán Jacinto (piano eléctrico y teclados), logró momentos de extraordinaria plenitud, vigor musical y solidez interpretativa, producto de un prodigioso equilibrio entre valor individual y trabajo colectivo, entre peso específico de las composiciones y desarrollos a través de la improvisación.
Sin sacrificar su magnética simpatía –que buena parte del público festeja tanto como otros celebran un buen solo–, Malosetti mostró su calibre de músico y su capacidad histriónica, un poco como sabía hacer el legendario Mono Villegas, si bien desde otro lugar y dirigido a otro mundo.
Un poco de todo. Tras un inicio poderoso, en el que los únicos temas de Niño fueron Bring me your cup y Varsovia Stomp – el otro tema del disco será Angel Band, que llegó como primer bis– un solo de bajo puso la cuota de intimidad entre público y artista. El momento se prolongó en un tema del cantautor uruguayo Fernando Cabrera interpretado por Lea Bensasson, manager del grupo y buena cantante, junto al bajo.
Malosetti –que no dejó de hacer su hermosa versión de In a silent way, de Miles Davis– pone el nombre al trío pero su virtuosismo instrumental no está siempre al frente. Cada integrante sabe alternar sus posiciones sobre el escenario. Los solos de Jacinto son inspirados, con frecuencia buscan por afuera de la armonía y explotan el inconfundible color «Rhodes» con notable sugestividad, como en el caso de Carucha, uno de los temas nuevos del trío. Sólido y sutil en la base, los solos de Giunta son extensos y riquísimos, construidos desde una implacable arquitectura como quedó claro en Obi One, el último tema y uno de los momentos más intensos del concierto.
Una vez más Malosetti mostró su jazz –aceptemos el término en su más amplia acepción–, concebido desde una perspectiva desprejuiciada, en la que conviven desde Los Beatles hasta Weather Report, filtrados con una poderosa carga de funky, soul, gospel y otras negritudes pertinentes. Alguna vez esa variedad podría haber sido condenada como «falta de estilo»; hoy es la marca registrada de un músico que saber llegar al público sin renunciar a la música.