La noche del sábado me llevó por las calles de Palermo Viejo en camino hacia el club del Vino. Era una buena noche para escuchar y ver a la Pequeña Orquesta Reincidentes. Entre árboles que mostraban sus años y los bares modernos de la zona, recordaba la primera vez que los había visto y eso había sido hacía ya mucho tiempo, por lo cual mi expectativa crecía con cada uno de mis pasos.
Para quienes nunca vieron en vivo a los Reincidentes, es algo que no pueden dejar de hacer. Y para quines sí lo hicieron, es un placer cada una de sus presentaciones. No basta con escuchar sus discos: en directo dicen cosas que le dan un agregado extra a todos y cada uno de sus temas. Yo estaba en el medio. Ya había experimentado un show de esta gran Orquesta Roquera, pero tenía vagos recuerdos, lo cual incentivaba mi ansiedad por verlos, sabía que no me iban a defraudar.
El Club del Vino parecía especialmente construido para ellos, tan acogedor como la propuesta de la banda. Si bien el show se demoró bastante, con la primera nota del primer tema la espera estaba olvidada dándole paso al goce. Con el pasar de las canciones cada uno de los presentes se dejaba llevar por los climas y sensaciones que desde el escenario capturaban a todos los que estábamos escuchando. Haciendo un repaso por su repertorio nos agasajaron con una contundente y sólida cantidad de temas que variaban entre climas sombríos, alegres, melancólicos, todos teñidos por una notable influencia de distintos ritmos, digeridos por la banda elaborando un sonido distinto pero que de alguna forma nos son familiares.
Perseguidores de lo sutil en busca de lo sensorial a partir de sonidos particulares. Encuentran el buen gusto y la forma de llegar directo a lo emocional de su público desde la sutileza, sin dejar de lado la contundencia que, como banda de rock orquestal mantienen.
La Pequeña Orquesta Reincidentes se está presentando en el Club del Vino durante todo el mes de marzo mientras grabaron su nuevo disco que todavía no se sabe cuándo ni por qué sello saldrá.