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Tiempos difíciles: balance del año

  • Revista Pelo
  • 23 diciembre, 1984

El ’84 fue un año bastante dificil para el rock argentino, sobre todo en comparación con los dos años anteriores. Como consecuencia directa del cambio de gobierno y de la instauración de la democracia, los artistas de temática politizada acapararon la atención del público masivo, en una situación curiosa dado que se presumía que justamente ese tipo de propuesta ya no iba a tener el mismo consumo que durante los años del proceso. Sin embargo. el publico llenó estadios para escuchar viejas canciones de protesta. Por supuesto. en este exitoso tren se colgaron muchos artistas de escaso mérito, pero cosas así siempre suceden. La difusión obtenida por los artistas politizados distrajo la atención del público y el rock, indudablemente, lo sintió. De todos modos se siguió adelante obteniéndose interesantes resultados en la faz musical.

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A raiz de la situación económica se notó una gran retracción del público, tanto en la asistencia a conciertos como en la compra de discos. De ahí que varios artistas hayan tenido que limitar al máximo su actividad en vivo. Además, los costos crecieron a pasos agigantados y se tomó muy difícil efectuar giras por el interior del país. Ante esta situación, los empresarios y productores trataron de capear el temporal centralizando la actividad de los músicos en los estudios de grabación u organizando giras con varios números, como el caso de «Por qué cantamos».

En Buenos Aires, la situación económica también se hizo sentir y los ciclos de grandes conciertos pasaron a ser una utopía por la sencilla razón de que el público no contó con el dinero suficiente como para apoyar masivamente los ciclos. Así, muchos números (Pappo, Los Twist, Miguel Mateos/Zas, Litto Nebbia) tuvieron que reducir la cantidad de actuaciones anunciadas originalmente o conformarse con actuar ante plateas con muchos claros. Por supuesto, el decoroso recurso de llenar «con invitados también fue puesto en práctica por algunos productores.

Musicalmente se notó una saludable tendencia a simplificar las cosas sin caer por esto en la superficialidad. Lentamente, la mayoría de los músicos fue reciclando la influencia pop de sus orígenes y este estilo fue adueñándose de armonías vocales, ritmos, arreglos y melodías.

El género heavy sintió la deserción de Riff y ninguna banda logró llenar su hueco. El público metálico, ante la ausencia de grupos fuertes nacionales, se volcó de lleno al consumo de material extranjero. Pese a la pobreza general evidenciada por los números pesados, algunas bandas insinuaron propuestas que, en caso de ser pulidas y trabajadas convenientemente y con profesionalismo, pueden llegar a deparar interesantes resultados. Tal es el caso de grupos como Bloke, Hellion, Hangar, Thor, Dhak, 6L6, Factor RH y Bunker, entre otros.

En cuanto a la llamada «música divertida», Los Twist —máximos exponentes del género— tuvieron un excelente comienzo de año pero la edición de su segundo disco, notoriamente inferior al primero en cuanto a contundencia, hizo variar la situación. Viuda e Hijas de Roque Enroll, en cierto modo continuadoras femeninas del camino abierto por Los Twist, tuvieron cierta repercusión con la edición de su primer álbum, aunque musicalmente no convencieron.

Las bandas de rock moderno lograron lentamente hacerse de un público creciente. Autobús, Soda Stereo, Abrelatas y otros obtuvieron una buena respuesta y todo hace pensar que el año próximo pueden pasar a un primer plano. Quienes ya llegaron a esa situación fueron los G.I .T.,tal vez la gran revelación de la temporada. Con músicos conocidos y de amplia trayectoria en su alineación, G.I.T. deslumbró con su primer disco y ahora hay grandes expectativas puestas en sus shows.

Evidentemente, ante la crisis económica y el ostracismo de los grandes números, el panorama nacional sufrió una sana renovación. En esto colaboró el marcado ascenso de artistas como Fito Páez, La Torre, Sueter, Virus y Zas, por citar algunos. De los «grandes», algunos sobrellevaron la crisis prácticamente como si ésta no existiera (Raúl Porchetto, Los Abuelos de la Nada, David Lebón) mientras que otros optaron por dedicarse de lleno a la grabación de sus nuevos discos (Charly García, Luis Alberto Spinetta, Alejandro Lerner). Hubo también quienes no lograron repetir el éxito de otras épocas (Pappo, Nito Mestre, celeste Carballo, Miguel Cantiló) y hubo quienes siguieron adelante sin preocuparse por la situación (Litto Nebbia, Juan Carlos Baglietto).

El marcado recambio de figuras permitió también la aparición de solistas de pro misorio futuro, como el caso de Babú Cerviño, Gabriel Maccioco, Lalo de los Santos y Rubén Goldin. Entre los grupos chicos, varios se perfilaron con buenas posibilidades: Los Enanitos Verdes, Sachet, Cinema, La Nuca, Cosméticos, Biorzi, Metrópoli, Tamboor.

También hubo bandas que renovaron su propuesta (Virus, Púrpura, Los Violadores, Sueter) y solistas que renovaron sus bandas (Baglietto, Silvina Garré, Claudia Puyó, Lerner).

Como sucede habitualmente, a partir de mediados de año la actividad se centró en los lanzamientos de fin de año. Ante esta «tradición», nuevamente los meses de noviembre y diciembre se vieron atestados de recitales, shows y festivales. Por supuesto, en

el bombardeo perdieron casi todos porque el público no tuvo dinero para ir a todos los espectáculos.

De todos modos y pese a los tiempos difíciles que corren, el horizonte no se presenta turbio. Es evidente que la crisis económica y sus consecuencias sobre la música están acelerando una depuración y eso es lo que el rock pedía a gritos desde que en abril del ’82 se produjo la masificación del género. Pero los que se vislumbra que pueden quedar «arriba», y los que se intuye que pueden subir, tienen actualmente una propuesta del nivel suficiente como para creer en un nuevo auge del rock ni bien cambie la situación económica. Y aunque moleste que una expresión cultural dependa tanto de la realidad financiera, las reglas de juego son claras e ineludibles. Por algo, como decía Harrison, vivimos en un mundo material.

Gabriela Martini

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