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¿Qué es esto que está pasando aquí?

  • Natalia Rozada
  • 12 abril, 2005

Nuestra corresponsal cordobesa se suma a la llegada del rock a Tacuarentown y ofrece su visión de la historia, recurriendo a los testimonios de tres rockeros de distinta procedencia y estirpe.

Cuarenta años han transcurrido. En la Argentina, el rock fue mutando de formas y colores pero siempre levantando la misma bandera: la rebeldía. De clandestino a moda, ganó adeptos y perdió parte de su esencia. Quienes sobrevivieron al paso de los años junto a aquellos que se les unieron en las últimas décadas, buscan explicaciones al fenómeno actual. Para ello, es imprescindible remontarse a los orígenes mismos de este movimiento en el país. Tres voces distintas intentarán recorrer en su memoria el largo camino que los condujo a ser parte de la segunda corriente musical más popular de Argentina.

Así como en el mundo se debate si el origen del rock se remonta a los Beatles o a Elvis Presley, en la Argentina la discusión gira en torno a Sandro y Los Gatos. Poco importa si fue Rosa Rosa o La balsa el primer tema en sonar «a rock»; lo que realmente interesa destacar es que este género desembarcó tarde pero seguro y nunca paró de crecer.

Poco a poco comenzaron a surgir distintos grupos que intentaban parecerse a aquello que en Estados Unidos o Inglaterra revolucionaba el planeta. La aparición de los cuatro de Liverpool fue el gran quiebre y el tiempo comenzó a medirse entre el antes y el después de The Beatles. El cimbronazo alcanzó los márgenes del Río de La Plata y en pocos años surgió en el país un movimiento con vida propia e identidad ajena. Al respecto, señala Walas, conductor de Massacre: «El rock nacional siempre se baso en el rock internacional. No hay forma de que no sea así. El rock viene de Inglaterra y de USA, siempre nos guiamos por los modelos extranjeros; si te fijas en los 70, León Gieco o la Máquina de Hacer Pájaros están basados en las bandas de country folk yanquis. Después se fue creando esa identidad, hay diferentes fórmulas que hacen que de elementos del rock extranjero haya un olor a rock nacional. Para aprender, tenés que hacer covers. Entonces ya está, haciendo eso, ya estas laburando con un formato extranjero y de ahí tenés que generar tu propio estilo. Una de las fórmula del éxito del rock nacional es ser la versión argentina de alguno de afuera».

Entre flores y pelilargos

«Las cosas cambiaron mucho con respecto a los 60, en principio lo que es notable es que el público haya aprendido a convivir», dice Vitico. «Pueden tocar Almafuerte y después Las Pelotas y está todo bien, o sea que la gente no tiene ningún problema en oír algo por más que venga a ver otra cosa. Eso es fundamental».

«Otra cosa que ha cambiado son los músicos, la mayoría de los de mi época se murieron… Lo digo en chiste pero es cierto que hubo una renovación de gente, que es lógico», agrega el ex bajista de Riff.

En cuanto a la tolerancia, el rock dio un paso positivo, apunta Vitico. Los festivales multi-géneros son una constante que se repite en todo el país. «Lo bueno es que haya variación, varias opciones para la música porque se junta mas publico. Ya no es un River-Boca; al contrario, a todos nos gusta la música, a todos nos gusta el rock», agrega.

Un hito fundamental para entender el rock es la dictadura militar de 1976 y sus secuelas. Antes de ello, Walas recuerda que «el rock vivió la era de oro, que era la época de las grandes letras, los grandes poetas, donde el rock era Spinetta, Pescado Rabioso, grupos re grosos que eran muy buenos a nivel virtuosismo, técnica y a nivel humanismo…, a nivel ideas, expresión. Lo máximo que llego en esa época fue Seru Giran, que era Charly García haciendo rock sinfónico».

Pero la irrupción del Proceso trajo aparejada la censura, no solo de los partidos y organizaciones políticas, sino también de la cultura. «Quemó libros, tuvo exiliados, mató gente, y una de las cosas que borró, fue el rock. El rock es una música de denuncia, de protesta, de panfleto. El sentido del rock en sí es la rebeldía… Es una cosa peligrosa, es una carta que puede tirar abajo cualquier cosa», señala el líder de Massacre. Y agrega: «En esa época nos dejaron empobrecidos culturalmente, brutos, mediocres y sin rock o con un rock donde ya no se gritaba sino que se cantaba despacito».

La gente hacía malabares para llegar a los conciertos. Los Redondos se manejaban con el boca en boca, el punk se escondía en algunos sótanos y la película del Adiós Sui Generis era prohibida para muchos de los asistentes al recital. Al respecto, Vitico comenta: «Riff fue una válvula de escape, fuimos realmente los primeros que hacíamos cosas que no le gustaba al gobierno. Entonces, cuando tocábamos en una localidad, no dejaban bajar a la gente en la estación de trenes y por eso los pibes se iban hasta otra estación y volvían caminando. Y se llenaban igual los lugares. Fuimos como una válvula de escape, una protesta contra lo que estaba pasando. Riff fue una célula contra la dictadura en aquel momento».

-¿Cómo se sentían con esa responsabilidad?

-Sentís que tenés que ir al frente y que estás representando a gente que piensa lo mismo que vos y siente lo mismo que vos. Entonces te convertís en una leyenda, como es Riff.

-¿Porque creés que el rockero se acercó al heavy a pesar del peligro?

-En serio que el rock en aquel momento se decía que era Seru Giran en la Argentina,

pero por más que te gustaran porque eran buenos músicos, eso no era rock. Lo mas heavy que tocaban era Popotitos. Entonces nosotros salimos con Pappo y dijimos: hagamos una banda que sea de rock, y cambiamos la música. Porque sino había quedado todo en esas cosas estilo Porchetto, cosas muy suaves que no expresaba la bronca que podíamos sentir todos aquellos que sentíamos que no podíamos vivir en libertad, totalmente oprimidos y sin poder elegir, aunque lo hiciéramos mal.

-¿Cómo era ser músico? ¿Cómo lo viviste?

-Alguien dice que sólo los super héroes quedaron porque había que luchar contra todo, porque a los equipos había que conseguirlos carísimos, porque las cosas no eran como ahora, pero también tenían su gracia. No es que todo tiempo pasado haya sido tanto mejor ni tanto peor, hay que seguir luchando y hay que seguir tocando. Estaban los equipos nacionales como los Robertone, pero si tenías un importado, eras feliz.

Y se hizo la luz

«En los 80 vuelve a surgir un rock que dice algo, a través de Los Violadores, de la new wave como Los Twist, Sumo que fue el gran canciller, la vanguardia, lo que no se conocía lo trajo Luca. Entonces como que desde ahí empieza a renacer el rock, empieza a aparecer el rock con contenido, con un poco de lucha social, aparece el punk y Los Violadores cantando ‘viva la revolución’. Es como un borrón y cuenta nueva», enfatiza Walas.

El 80 fue el año de la llegada del reggae y el ska. Donde las radios pasaban rock nacional casi exclusivamente y el género era masivo. «Fue un momento muy bueno para los músicos de nuestro país porque pudieron desarrollar un movimiento muy fuerte que creo que hasta el momento se sigue extrañando», cuenta Goy, vocalista de Karamelo Santo.

Antes de ese momento, Jamaica era un punto más en el mapa y Bob Marley, un perfecto desconocido por estas latitudes. «Cuando empecé a escuchar, mucho no existía. Lo primero que escuche de ska fue Los Twist. Ahí escuchçe esa palabra, después escuché músicos de reggae, Los Abuelos de la Nada le pegaron algo de ska y luego, Los Cadillacs. Obviamente Sumo fue la explosión del ska, del reggae, del hardcore y del punk rock. Creo que Sumo trajo realmente lo que era esa música acá», dice Goy.

Durante esos año se preparó el terreno para el desembarco internacional. Con el fin de la dictadura y la anulación de la lista de canciones cantables, comenzaron a escucharse otras cosas provenientes del viejo mundo. «Los 80 eran frívolos, era más divertite que te morís», recuerda Goy.

Y los 90 llegaron con la invasión de grupos que trajo hasta los mismos Rolling Stones al país y, según lo relata este mendocino, también con el compromiso del mensaje. «Fueron más comprometidos; la explosión del zapatismo en México hizo que el rock se comprometiera, incluso el rock argentino se comprometió mucho», explica.

«Fue un momento raro pero divertido -agrega-, porque pudimos ver cosas en su momento; ver U2, los Ramones, los Rolling Stones que hasta el día de hoy sigue siendo la banda que, aunque a mí personalmente no me gusta mucho, más marcó acá. Creo que todos pudieron escuchar todo lo que pasaba en el mundo y hoy en día el argentino esta muy informado gracias a eso», agrega.

Indudablemente las bandas se nutrieron de esta experiencia que a la vez despertó en interés de muchos chicos que se inclinaron hacia el género. La movida se amplió y comenzaron a surgir grupos que convocaban cada vez más adeptos. El pico máximo lo dieron los Redonditos de Ricota, obteniendo todos los record de convocatoria. «¿Sabés por qué los Redondos nunca salieron de gira mundial? Porque son grandes en su tierra, no les hace falta irse», sentencia Ricardo Iorio, líder de Almafuerte.

A partir de ese momento, el rock comenzó a vivir otra historia. El público comenzó a llenar estadios y la prensa confundía calidad con masividad. En la actualidad, tras la separación de los escudados bajo el gurú Patricio Rey, otros son los grupos que coparon la escena. El discurso post 90 dio un giro y las opiniones al respecto suelen ser encontradas.

Hacia dónde vamos

«El rock argentino ahora es muy aburrido, se ha quedado mucho con el rock and roll. No tengo nada en contra de eso, pero me parece que la gente prefiere escuchar música por medio del folclore, te lo hacen escuchar en el barrio como folclore, tenés que escuchar esa música porque sino no sos del barrio, hay como una exclusión y me parece pésimo porque el rock atenta contra el folk, las costumbres y lo cultural incluso», afirma Goy.

La línea musical que escogió Karamelo Santo intenta separarse de eso. La banda sumó adeptos en todo el mundo apostando a la fusión, a no encasillarse, elección que defiende contra viento y marea.

«El 2000 me parece que es como una copia a lo que pasaba en los 80. Creo que a las bandas como Karamelo Santo les va a costar mucho imponerse porque vienen como con una inercia más testimonial de los 90. Pero tratamos de buscar un doble lado para poder llegar a muchos espacios. Hoy en general se apunta a la masividad, a vender discos, tener espacios en TV para vivir de eso. Porque hay una necesidad de supervivencia. He estado viendo un avance, pero siempre todo contornea entre lo sumamente popular o sumamente alternativo o muy glamoroso y no llega a buscar algo intermedio. Y deja a la música un poco más comprometida en el medio y sin publico», argumenta el mendocino.

Por su parte, Walas afirma: «Hoy el rock esta muy banalizado, muy frivolizado. Dylan o Lennon hicieron peligrar la guerra de Vietnam, frenaron una cosa de Estado, o sea que fueron un peligro real. Hoy en día ¿que es lo que recordamos de la entrega de premios de la MTV? Las tetas de Salazar. Imaginate lo frivolizado que está el rock. Lo dejaron boludizado».

La realidad indica que para llenar una cancha de River, las bandas deben invertir importantes sumas de dinero en publicidad, contar con una fuerte campaña de marketing y apuntar a crear un hit que suene en las radios. Esto debilitó el rock desde lo más profundo de sus entrañas y consiguió despojarlo de todo sentido. De enemigo pasó a ser inofensivo. Walas explica esta situación del siguiente modo: «El sistema absorbió los enemigos. El rock es un enemigo del Sistema, y lo que hace el Sistema con los enemigos es matarlos como hizo Videla, o absorberlos y comprarlos. Una de las cosas que compró, fue el punk rock. Y surgen grupos nuevos de mentira, de plástico como Blink 182, y eso por un lado es aceptable porque es parte del Sistema; a mí lo que me duele son unos boludos que hace 20 años que tocan y son los Offpring; ésos son los que traicionaron todo».

-Wallas, ¿creés que esta década va a dejar algo positivo?

-Hay cosas muy interesantes, está lo estándar, que es lo que sabemos que le va a gustar a todos, que son esos estribillos y esas cosas más festivas… Cosas que sabés que escuchás el tema en la radio y sabés que va a ser un hit. Y está surgiendo todo un circuito paralelo con bandas muy buenas como Pez, Cienfuegos, Natas, Compañero Asma; bandas que van poniendo cosas que quizá no funcionan como fórmula de éxito pero a la gente le va interesando de a poco.

-¿No ves una especie de moda con respecto a lo alternativo?

-Hay gente que se llena la boca y no le gusta, y aunque sea por snobismo, va llegando a las cosas. Es por modas pero dejan muchos residuos y cosas que nos sirven, que son positivas. Muchos se suben por moda a ponerse la remera, pero hay muchos que no y toman conciencia. Entonces puede pasar algo así con el rock no comercial, cosas a las que accedés por moda y en muchos casos queda. El rock politizado y semi idiologizado post Fun People, hay muchos pibes que adquirieron ese mensaje de respeto por lo gay, el aborto, el Sida… Hay muchos que se suben por moda y no les queda nada, pero a otros sí, y mientras queden algunos, valió la pena.

Con más experiencia encima, Vitico da su punto de vista: «Quizá deberían mejorar un poquito o tomarse más en serio lo que hacen, pero hay bandas buenas. En una época fue el heavy metal, y cada música cuando toma una actitud de rebeldía se tiene que poner más rara para que se note. Hace 30 años los Rolling o los Beatles, con el pelo largo, eran un cachetazo a la sociedad, y ahora un tipo como Marilyn Manson se tiene que burlar de la gente lisiada para querer ser rebelde. A mí eso me parece un asco».

¿Cuestión de empresas o algo natural? Iorio remarca que «es un despelote, pero igual está bárbaro», Y agrega: «Yo apoyo a que todo está bárbaro y podemos ser mejor. Yo apoyo cargarme la Patria al hombro y ver un nuevo amanecer. Si no, me suicido». Lo cierto es que el rock sin sus campañas quizá no sería tan masivo.

«Hoy la tendencia es hacer letras fáciles para que la gente las cante», dice Pato, cantante de Callejeros.

La mayoría de los músicos reconocen estas situaciones. Quizá por ello artistas como Ricardo Mollo y Zeta Bosio, entre otros, están apostando a rescatar del anonimato aquellas propuestas que encuentran escondidas en el under. «Creo que el Interior se está nutriendo de si mismo», aventura Goy. Y finaliza: «La verdad es que prefiero a las bandas del Interior porque miran más hacia su folklore. He visto bandas del Interior mezclando cosas de folklore, cumbias norteñas. Y creo que va por ahí buscarle una estética alternativa a todo eso. De acá a diez años, me parece que el rock será más comprometido, va a ser un buen momento para Karamelo Santo. Creo que la música del futuro va a ser como la música de Chile en los 60; música muy fuerte y muy lírica».

Wallas cree que todas las esperanzas sobre el devenir del rock se centran en el under. Y afirma: «Chequeo todo lo del under. Lo veo rebien. La verdad que está bueno y hay muchas bandas nuevas que son repromisorias y son los que van a ser los rockeros del siglo 21».

Así entienden sus protagonistas el fenómeno actual de su música. Las voces que aquí se escucharon, representan tres momentos del rock: la historia vivida por un veterano de guerra como Vitico, la experiencia en el under eterno de las bandas de culto como es el caso de Massacre y la mirada fresca de los grupos que están comenzando a levantar cabeza, como es el caso del que comanda Goy.

El pasado de este movimiento es el factor determinante de lo que se escucha hoy. Pero el presente de este género todavía se confunde en la neblina que provocan las marquesinas luminosas y las estrellas estrelladas. Mientras tanto, la bandera de la rebeldía se iza y se baja al mismo tiempo. La esencia se recupera y se pierde.

¿Industria o Cultura? Quizás un poco de ambas.

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