Miranda! es la nueva sensación de cierto under porteño. En su debut, el ahora cuarteto conjuga canciones de historias románticas y gustos bizarros, con el foco puesto en la pista de baile y la diversión. Por Gustavo Álvarez Núñez, para Los Inrockuptibles.
Se veía venir el pequeño fenómeno de Miranda! Lo anticipaba esas presentaciones en los espacios del under donde una fanática corte de seguidores se ponía a bailar no más arrancaba el primer beat. Danzar y danzar, caras de alegría y éxtasis, mientras en el escenario el ahora cuarteto (Bruno de Vicenti, hacedor del proyecto electrónico Acum 23, se unió a mitad de año) coreografeaba situaciones amorosas que no desencajarían en un show de Pimpinela.
Se veía venir por la ofrendosa publicidad que desde cierto sector de la prensa hablaba de Miranda! como la última gran novedad del pop argentino. Algunos memoriosos ya estaban sintonizando el canal que en su momento parapetó a las marquesinas de las páginas de los medios gráficos, los canales de video y las radios a San Martín Vampire primero (con la voz de Sergio Pángaro al frente) y después a Leo García. El mismo y calcado sistema de legitimación.
Entonces, lo que sucede es que en un momento dado tanto bombo, tanta alharaca, tanta profusión de «notitas» funciona como un boomerang: los artistas se ven enaltecidos de un modo, que muchos comienzan a sospechar de tanto divismo, de tanta genialidad. Claro que este sistema de legitimación logra que muchos incautos entren derechito y sin pagar peaje: son los que compran el disco sin haber escuchado el grupo o solista, confiados en el hype.
Es mentira es producto de un espíritu de época, de un modo de circular y consumir en la Buenos Aires de la devaluación. Una búsqueda de la diversión y la espontaneidad a través de una nueva sensibilidad sexual que abjura de las distinciones genéricas, dándose cita en fiestas como las Brandon Gay y en lugares como Belleza y Felicidad o el Hotel Boquitas Pintadas.
En este sentido, Es mentira cumple con sus objetivos. Esos falsetes a lo Prince del vocalista y compositor Alejandro Sergi ponen de manifiesto esta visión de un nuevo hombre emergente, ese que se hace cargo de su parte femenina. Y en el medio, historias truculentas de amor que con su carácter entre romántico y absurdo, pueden confundir a los desprevenidos que creerán estar ante un tema de Amistades Peligrosas o Miguel Bosé: Horóscopo, Romix o Mentira, por ejemplo.
No cabe duda de que el álbum no reniega de su gusto por la cultura trash. Ni por su facilidad por ir de cierto toque tecno pop en Tu Juego al lounge visto por Café Tacuba de Ven, o del drum´n´bass de la sentida Agua al dramatismo según Prince en Tiempo (con solo de guitarra y todo). Ni de hacerse cargo, desde su título, de que no es para tanto la «inflación». Eso sí, Imán, con su motor nuevo soul y su cadencia princesca, es la gran canción de Es mentira.
Tal vez lo mejor de la repercusión de Miranda! está en que divide aguas y impone en su proselitismo exagerado un espacio para discutir el papel de los 90 en el rock argentino. Es decir, ¿no habrán sido los alternativos y políticamente correctos 90 un fantasma donde los jóvenes consumieron información sin procesar de qué lado estaban?
Al fin de cuentas, todavía Charly García sigue estando bien visto por muchos que se visten de modernos o alternativos. ¿El tiempo pasó y no nos pusimos tecnos?